España y Portugal han tomado caminos muy distintos en lo que respecta a la patrulla marítima, una capacidad clave para ambos países con extensas aguas territoriales que vigilar. El Gobierno luso sorprendió hace unos días con la compra de seis veteranos P-3C de segunda mano a Alemania por 45 millones de euros. Este movimiento permite a la Fuerza Aérea portuguesa, que ya opera este modelo, mantener a corto y medio plazo una capacidad que España perdió temporalmente a finales del año pasado.
El Ejército del Aire y del Espacio no tiene en la actualidad aviones de patrulla marítima y guerra antisubmarina. Lo más parecido podría ser el RPAS Predator B y, de momento, no puede portar armamento. El último P3 Orion en servicio en el Ala 11 (base Morón de la Frontera, Sevilla) fue retirado en diciembre del año pasado después de casi medio siglo en servicio. El sustituto será el C295, un avión que Airbus ensambla en sus instalaciones de San Pablo en Sevilla. En concreto, España ha seleccionado como solución transitoria la versión MPA de este versátil avión.
El proyecto, más de medio año después de la baja del P3, todavía no ha superado todos los trámites. El Gobierno dio un primer paso el pasado mes de junio en el Consejo de Ministros con la aprobación del techo de gasto para la compra de seis aviones C295 de patrulla marítima, junto con otro diez de C295 de vigilancia marítima, por importe conjunto de 1.730 millones. Estos últimos para sustituir a los veteranos CN235 de búsqueda y rescate, operativo en el Ejército del Aire y del Espacio.
Acto de despedida del último P3 Orion español. Foto: Ejército del Aire y del Espacio
A día de hoy, faltan dos pasos. El Ministerio de Defensa tiene que llevar de nuevo a la reunión del Consejo de Ministros la compra de este pedido de 16 aviones (el contrato) para su aprobación final y después proceder a la firma con Airbus.
Por el momento no se conocen demasiados detalles sobre la configuración exacta del C295 MPA español y cuando podría estar en servicio la primera unidad. Lo cierto es que las negociaciones entre el Ministerio de Defensa y Airbus están siendo complejas. El gigante aeroespacial ha adelantado que el avión tendrá un moderno sistema de misión, que incluye la última versión del sistema táctico FITS, junto con sensores y armamento para la conducción de misiones de guerra antisubmarina.
Por su parte, el Ejército del Aire y del Espacio en recientes foros públicos ha insistido en el mensaje de que la compra de aviones C295 de la versión MPA es una solución interina, con sus pros y contras, que no debería convertirse en ningún caso en indefinida y, por lo tanto, hay que continuar con los estudios para la llegada de un avión con una mayor capacidad.
Sin duda, el principal punto a favor es el alto grado de participación de la industria española en el programa, con Airbus a la cabeza. En el otro lado de la balanza, desde el Ejército del Aire y del Espacio recuerdan que el avión presenta limitaciones en alcance, autonomía y armamento respecto a otras aeronaves que existen en el mercado; incluso si se compara con el P.3 al que sustituirá.
Tampoco esconde que, aunque el elegido ahora es el C295, a largo plazo las dos opciones que interesan como solución definitiva son dos: el P-8 de Boeing y el P-1 de la japonesa Kawasaki. Una vía por la que ya han optado otros países del entorno como Alemania, que sustituirá los P3 que acaba de vender a Portugal por el P-8.
Tras la compra de P3 de Portugal, también ha habido voces en el Ejército del Aire y del Espacio que han calificado la decisión como “acertada”, pese a no ser la mejor solución dada la antigüedad de los aviones. El secretario general del Mando de Apoyo Logístico (Malog), Alejandro Monedero, recordaba en redes sociales que la Fuerza Aérea lusa podrá mantener su organización, doctrina y las tripulaciones especializadas en patrulla marítima. Algo que en el caso del Ejército del Aire y del Espacio será más difícil al producirse la baja sin un relevo a la vista.