​La cumbre de la OTAN: Vilnus, julio de 2023

Habiendo confirmado la reelección de Stoltenberg como presidente por otro período, y asegurando la continuidad, los días 11 y 12 de julio se celebró en Vilnius, Lituania, una nueva cumbre de la OTAN. Sin tanto ruido como en la anterior en Madrid, donde se lanzó el nuevo concepto estratégico, la reunión ratificó el rumbo acentuando la definición de China como amenaza y trató el tema de Ucrania, pero, para desconsuelo de Zelensky, prefirió no proponer su ingreso en este momento.

Precedida por los ejercicios aéreos Air Defender y el escaso éxito de la llamada ofensiva ucraniana, los días 11 y 12 de julio se celebró en Vilnius, Lituania, la cumbre de la OTAN. La anterior, celebrada en Madrid, alumbró el nuevo concepto estratégico, donde definía a China como “un desafío” y perfilaba un corrimiento de la alianza hacia la zona indo-pacífico.

Aparte de los países de la alianza, asistieron a la cumbre Australia, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur, países clave para la política de Estados Unidos en la región asiática. Australia y Nueva Zelanda son miembros del Aukus y forman parte de la red de inteligencia global conocida como “five eyes” y tanto Japón como Corea del Sur son piezas fundamentales para la contención de China.

Las resoluciones más difundidas fueron las que vinculaban a países; Ucrania, Rusia y China, dada la situación de guerra con Rusia y la disputa global por la hegemonía con China. En lo referente a Ucrania, pese a resolver “seguir apoyando a Ucrania tanto tiempo como sea necesario” y destacar que “el futuro de Ucrania está en la OTAN”, de momento aplazaron esta definición prometiendo invitar a Kiev a sumarse a la alianza "cuando los aliados estén de acuerdo y las condiciones se cumplan." Lo que indica que no todos los aliados están de acuerdo con esa estrategia y con la política de confrontación llevada adelante.

Sin embargo, sí se decidió la creación de un Consejo OTAN-Ucrania a fin que pudieran discutir, “en plano de iguales” las ambiciones euroatlánticas de Ucrania, acordándose un programa de ayuda, al que no se le marcó tiempo pero sí se estima será prolongado. Algo que también se intentó hace un mes en Londres, con el foro para la reconstrucción de Ucrania, que mostró el verdadero negocio de la guerra: los préstamos para la reconstrucción. Londres estuvo precedida por la reunión de los financistas en Lugano, Suiza, donde se decidió, poco más o menos, que la reconstrucción era negocio de occidente y sus aliados. Sin embargo en Londres no lograron ponerse de acuerdo en los montos, aunque sí en exigir transparencia a la hora de acordar emprendimientos y garantías para los préstamos, algo que Ucrania no está en condiciones de otorgar. También demostró fisuras en los aliados, pues Alemania consideró que para comenzar la reconstrucción se debía solucionar el problema de la guerra, algo que no se ve tan sencillo. Como no podía ser de otra manera, se exigió el retiro de las tropas rusas de Ucrania y el apoyo a las fórmulas de paz presentadas por Zelensky, algo que no parece muy viable en este momento.

En lo que respecta a Rusia, acordaron que representa "la amenaza más significativa y directa para la seguridad de los aliados y para la paz y la estabilidad en la zona euroatlántica", pese a lo cual indicaron que la OTAN "no busca confrontación y no representa una amenaza para Rusia", mostrándose dispuestos a "mantener abiertos canales de comunicación con Moscú".

Motivo de preocupación para OTAN es la creciente integración militar entre Rusia y Bielorrusia, que considerar tiene ”implicaciones para la estabilidad regional“, por supuesto, para la respuesta de la alianza. Asimismo es fuente de preocupación la presencia rusa en la región del Báltico, del Mar Negro, el Mediterráneo y el Artico.

Rusia en cambio, considera que el estrechamiento de relaciones con Bielorrusia y otras ex repúblicas soviéticas, es la respuesta lógica a la expansión de la OTAN hacia el este, considerando como una provocación la solicitud de ingreso de Ucrania a la alianza. Es por ello que considera la confrontación no como una guerra con Ucrania, sino, desde una óptica más amplia, un movimiento donde Estados Unidos busca consolidar su hegemonía y recuperar la alianza con Europa, algo que se había debilitado con la presidencia de Trump y que aparece como un nubarrón en el horizonte dado la proximidad de las elecciones en Estados Unidos.

Asimismo, y en alusión a China pero no sólo a ésta, se instó a todos los países a dejar de prestar ayuda a Rusia.

En rigor, el verdadero problema para Estados Unidos es el crecimiento y la expansión de China; no por su capacidad militar, sino por haber desarrollado una base económica y los medios financieros para llevarla a cabo. Además, cuenta con una dirección estable y determinada, una estrategia y los medios e instituciones financieras necesarias.

Estados Unidos la considera como un competidor global, y la reunión sostuvo que "las ambiciones declaradas y las políticas coercitivas" del país asiático representan un desafío para los intereses, la seguridad y los valores de la OTAN. El otro motivo de preocupación es la conformación de bloques y la cercanía de China con Rusia, algo sencillo de preveer desde que se impulsaron las medidas contra Rusia.

El corrimiento hacia el espacio Indo Pacífico se manifiesta también en la búsqueda de aliados en esa región, y sobre todo en intentar negárselos a China; por ello no faltaron las advertencias contra Irán y Corea del Norte, a quienes intimaron a frenar sus planes de investigación nuclear.

Al final, pero no menos importante, es el acuerdo de invertir en defensa “al menos” un dos por ciento del PIB.

Una consecuencia clara de esta situación es el aumento de las sumas destinadas a armamento y defensa, con una inversión creciente en el sector. Una situación que puede conducir a una confrontación global, y que preocupa no sólo a los europeos, sino al mundo entero.