La carrera que protagonizan dos proyectos europeos por quemar etapas en la obtención de un avión de combate de sexta generación continúa acelerando. El programa franco-germano-español de caza de nueva generación/futuro sistema de combate aéreo (NGWS/FCAS) ha suscrito al fin el acuerdo industrial que permitirá el desarrollo del primer demostrador de la aeronave, en la llamada Fase 1B. La firma este jueves, con las compañías Dassault Aviation, Airbus Defense and Space GmbH, Airbus Defense and Space SAU, Indra y Eumet (empresa conjunta creada por Safran Aircraft Engines y MTU Aero Engines) del contrato que pone en marcha esta nueva fase llega apenas unos días después de que el otro proyecto europeo, el del Tempest, liderado por Reino Unido y con Italia y Suecia como socios, haya sumado fuerzas con Japón para continuar su desarrollo fusionado con el programa F-X que a su vez ya había iniciado Tokio.
En el caso del FCAS, en cambio, sus responsables han descartado ahora que la iniciativa vaya a implicar a ningún otro socio de fuera del viejo continente, de modo que una alianza como la que el Tempest británico ha suscrito con el F-X japonés, y con Italia como tercera pata, no tendrá réplica, al menos de momento, en el programa que ahora se reparten a partes iguales Francia, Alemania y España. Así lo ha revelado el consejero delegado de Airbus Defence and Space (Airbus DS), Michael Schoellhorn, esta misma semana.
El FCAS es un proyecto que nació en 2017 de la mano de los entonces mandatarios de Francia y Alemania, Emmanuel Macron y Angela Merkel, y al que en 2019 se sumó España. Sus promotores se sienten ahora lo suficientemente fuertes como para no quedar relegados frente al “programa Next Generation Air Dominance (NGAD) de la Fuerza Aérea estadounidense (USAF), el del Reino Unido, Japón y otros”, según las explicaciones del líder de Airbus DS.
Posible fusión en el horizonte
En todo caso, la afirmación de Schoellhorn apuntando que en el proyecto “no va a haber nada fuera de Europa” ha ido acompañada por una frase más reveladora por incluir fecha de caducidad al planteamiento: “No vamos a firmar nada con otro país europeo en los próximos dos años”. De esta manera, por tanto, parece no cerrarse la puerta a una posible expansión internacional del programa más adelante, sobre todo para una posible confluencia con el otro proyecto europeo. Se trata, de hecho, de un punto que distintos expertos y líderes del sector ven clave para la supervivencia de la iniciativa del FCAS: su fusión con la que lidera Reino Unido con el Tempest, y que ahora implica además al F-X japonés.
Entre tanto, al otro lado del Atlántico el futuro avión de combate estadounidense NGAD continúa avanzando en una etapa mucho más adelantada, ya que sus responsables aseguran que ya han comenzado a volar un prototipo, lo que conforma un hito para el que al FCAS y al Tempest aún le quedan años por delante.
En esta carrera de occidente por desarrollar costosos aviones de combates de sexta generación resulta significativo que EEUU llegase a proponer a mediados del año pasado a sus aliados europeos que estos programas de ambos lados del Atlántico avancen sincronizados de modo que no se produzcan duplicidades. El objetivo de este planteamiento, en palabras del comandante supremo aliado de la OTAN en Europa (Saceur), el general estadounidense Tod Wolters, es dar a los proyectos un enfoque de “transferencia y alineación estratégicas” que redunde en beneficio para todos.
El horizonte vuelve a 2040
Sobre el cronograma previsto del FCAS, Schoellhorn ha descartado que el parón de año y medio que ha sufrido, como consecuencia principalmente de desacuerdos en el reparto de protagonismos entre los principales socios industriales de Francia y Alemania (Dassault Aviation y Airbus), no va a suponer un retraso importante en su cronograma, como sí llegó a apuntar que ocurriría el presidente de Dassault, Eric Trappier. “Las ambiciones siguen siendo las mismas”, ha explicado, de modo que continúa sin cambios “la necesidad de diseñar el sistema para el horizonte de 2040”. Si bien los responsables del proyecto cien por cien europeo ya son conscientes de que el vuelo previsto de la primera versión del caza , con el que se quiere sustituir a las actuales flotas de cazas Eurofighter y Rafale de Alemania, España y Francia, se retrasa a 2029, dos años después de lo inicialmente previsto.