Una iniciativa popular aboga en Suiza por rechazar la compra prevista de aviones de combate F-35, que el año pasado decidió el ejecutivo del país después de que en septiembre de 2020 la población autorizó la adquisición de nuevos cazas. Ahora, 120.000 suizos han firmado su oposición a esta operación que, sin embargo, el Ministerio de Defensa del país está decidido a llevar a término. El acuerdo con la voluntad ciudadana es un rasgo fundamental de la democracia suiza, donde es común someter a escrutinio sus decisiones políticas más destacadas.
En 2014 los ciudadanos suizos ya rechazaron en un referéndum la compra prevista entonces de 22 aeronaves Gripen de la sueca Saab por cerca de 3.500 millones de dólares. Como consecuencia, a mediados de 2016 se encargó a un grupo de expertos la evaluación de una nueva solución para la defensa aérea del país a través de un informe de recomendaciones. El trabajo recogió cuatro opciones, cada una de ellas basada en un distinto grado de desarrollo de los sistemas de protección del espacio aéreo, y describía sus ventajas y desventajas.
La opción que resultó elegida planteaba la compra de 40 cazas y la adquisición de una nueva red de defensa aérea por un total de 9.000 millones de francos suizos en total, de los que 6.000 millones van destinados exclusivamente al programa de cazas, lo que equivale a algo más de 6.200 millones de euros al cambio actual.
Finalmente, en el nuevo referéndum de 2020, la población suiza aprobó por un escaso margen la compra de nuevos aviones de combate, y el Gobierno optó casi un año después por la opción del F-35 como la preferida, frente a los otros tres candidatos evaluados, el avión de combate Eurofighter, construido por Airbus, BAE Systems y Leonardo a través de la empresa conjunta Eurofighter; el Rafale, de la firma francesa Dassault Aviation, y el F/A-18 Super Hornet, de la estadounidense Boeing.
Pedidos del aparato estadounidense en cola
El 23 de agosto, los opositores a esta operación presentaron las 120.000 firmas que han recogido para tratar de convocar un nuevo referéndum en marzo de 2023 que, como en el caso del realizado en 2014 que rechazó los Gripen, podría acabar con la compra del modelo previsto. Pero ahora el Consejo Federal se opone a seguir dilatando el proceso, por una parte para evitar las subidas de precios que traería el notable incremento de la inflación de estos meses, y por otro lado para que el pedido no se atrase notablemente, al pasar a la cola después de que hayan entrado nuevas órdenes del modelo de la estadounidense Lockheed Martin F-35, por parte de Finlandia, Alemania y Canadá.
El Consejo Federal ha comunicado al Parlamento, de hecho, que demorar más la adquisición “tendría graves consecuencias para la política de seguridad”, concretando que, “a partir de 2030, la población dejaría de estar protegida contra amenazas y peligros aéreos”.