¿Hasta dónde llega la obediencia de las FFAA de El Salvador
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¿Hasta dónde llega la obediencia de las FFAA de El Salvador

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Este pasado viernes 3 de septiembre, la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) de El Salvador avaló la reelección presidencial simultánea, lo cual daría luz verde para que el actual mandatario, Nayib Bukele, fuera reelecto en 2024 (año que termina su actual período presidencial) por un segundo mandato de otros cinco años. Por lo que la pregunta que surge, desde este análisis, es ¿hasta dónde llegaría la obediencia de las Fuerzas Armadas en El Salvador por aval a la reelección presidencial de Bukele?

La alternabilidad en el ejercicio de la presidencia ha sido una garantía constitucional en El Salvador desde 1984, cuando ascendió al cargo el demócrata cristiano José Napoleón Duarte, el primer presidente electo auténticamente en elecciones libres e independientes. Y hay que recordar que a Duarte ya se le había arrebatado un triunfo presidencial en 1972, cuando fue sacado al exilio a Venezuela y se impuso como presidente, al coronel Arturo Armando Molina, fallecido hace pocas semanas en Los Ángeles, Estados Unidos, a avanzada edad.

Precisamente, en octubre de 1979, un grupo de militares, a los que se les conoció como Militares Jóvenes pues la mayoría ostentaba el rango de coroneles, llevó a cabo el último golpe de estado de la historia salvadoreña, cuando se depuso al general Carlos Humberto Romero, sucesor de Molina desde 1977, bajo el argumento, entre otros aspectos, de las serias violaciones a los derechos humanos de ese régimen y acelerar una reforma agraria, que al final fue muy atropellada y desordenada.

Estos sucesos llevaron a la Constitución de 1983 -reformada con algunos pocos artículos en 1993 tras los Acuerdos de Paz de 1992- y pusieron fin a una guerra interna de 12 años (de 1980 a 1992). En dicha Carta Magna, aún vigente en la actualidad, es que se establece que el período presidencial en El Salvador es por cinco años y no se permitirá la reelección consecutiva.

A propósito, Bukele y su vicepresidente, Félix Ulloa, han emprendido una consulta por reformar la Constitución y en esta, contradictoriamente, se propone un total de 215 modificaciones, se descarta la reelección presidencial, pero extiende el periodo del Ejecutivo a seis años.

Fallo de la Sala Constitucional

Sin embargo, la nueva Sala de lo Constitucional (impuesta, el pasado 1 de mayo, por la nueva Asamblea con mayoría del partido oficialista Nuevas Ideas) dio luz verde a la reelección, en principio solo para un quinquenio más para un total de 10 años.

Este fallo fue definido por el exmagistrado del mismo tribunal superior Sidney Blanco como “antiderecho”. Blanco recordó en el espacio radial Maratón Radiofónica, este lunes anterior, que las resoluciones de la Sala de lo Constitucional son inapelables, ya que no existe una instancia superior a dónde acudir para revisión, por lo que solo quedan las calles para que los inconformes protesten.

Sin emabargo, aunque la actual Constitución aunque da el visto bueno al pueblo para la insurrección popular si se considera que algún funcionario ha violado seriamente el texto constitucional en especial en lo referente a la forma de gobierno, esto queda muy vago y general pues no se habla nada del papel de las Fuerzas Armadas, a las cuales se les redujo mucho poder después de los Acuerdos de Paz.

De hecho, la actual Carta Magna salvadoreña ordena subordinación de la Fuerza Armada de El Salvador (FAES) al presidente de turno, quien además recibe el rango de comandante general. Además, Bukele supo agenciarse la fidelidad del alto mando al nombrar, a su llegada al poder a partir del 1 de junio de 2019, a coroneles en los cargos, algo que nunca había hecho otro presidente de la historia reciente en El Salvador, pues siempre se había asignado a esos altos cargos a generales.

Pero El Salvador ya tuvo un episodio, en 1979, cuando los Militares Jóvenes decidieron poner un freno a lo que consideraban un mal gobierno, sin embargo este capítulo no pudo evitar la guerra que enfrentó a salvadoreños por más de una década. Ahora, la historia dirá ¿hasta dónde puede llegar la obediencia de la actual Fuerza Armada, si es que se sigue atropellando la institucionalidad y la seguridad jurídica en El Salvador?.



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