El año que ahora termina ha sido convulso en política de defensa, con retos como los impuestos por el presidente estadounidense, Donald Trump; el Brexit, y el desafío ruso, por citar algunos, y también ha resultado movido en el ámbito industrial y de desarrollo de productos.
En Europa, por ejemplo, el viejo continente ha avanzado este año en dos ambiciosos programas aeronáuticos encabezados por Francia y Alemania, como reflejo directo de la alianza emprendida por ambos países para lograr una verdadera Europa de la defensa. Por un lado este ha sido el año de finalización del estudio de definición del programa Euromale (el futuro dron de gran resistencia y media altitud que diseñan estos dos países junto a Italia y España) y, por otro, el de consolidación del proyecto anunciado en 2017 para la creación del Sistema de Combate Aéreo del Futuro (FCAS), que incluye un nuevo avión de combate de quinta generación.
En el ámbito estrictamente empresarial destaca el cambio al frente de Airbus, que desde el próximo abril pasará a estar encabezada por Guilaume Faury, que durante años fue consejero delegado de Airbus Helicopters. Uno de los programas principales de esta empresa, el del A400M protagonizado, de nuevo, importantes esfuerzos de la compañía, que, junto a los socios del proyecto (Alemania, Bélgica, España, Francia, Luxemburgo, Reino Unido y Turquía) busca una solución a los problemas que han encarecido y retrasado las entregas. Algunos de esos socios han acompañado estas iniciativas con la búsqueda de una solución alternativa mientras el A400M alcanza su plena operatividad. Es el caso de Francia y Alemania, que han optado por comprar aviones estadounidenses Lockheed Martin C130J para cubrir lagunas en sus capacidades.
El caso de A330 MRTT, de la misma empresa, es el contrario. El éxito del avión multipropósito de reabastecimiento en vuelo y transporte de Airbus ha llevado a Lockheed Martin a aliarse con la empresa Europea ante las posibilidades que se abren en Estados Unidos tras los problemas y demoras con el KC-46 de Boeing. Esta última debía de haber entregado las primeras 18 unidades de su tanquero a la USAF (Fuerza Aérea de EEUU) en 2017, pero tampoco este año ha conseguido hacerlo.
Volviendo a Airbus, la firma europea ha celebrado este ejercicio dos hitos importantes en los dos mayores programas aeronáuticos militares europeos: el A400M ya acumula más de 10.000 horas de vuelo y el caza Eurofighter ha superado las 500.000.
En cuanto al avión que protagoniza el mayor programa militar de la historia, el caza F-35, tampoco ha estado carente de problemas, hasta el punto de que Estados Unidos, que es su cliente principal, optó por suspender las recepciones de más aviones durante un tiempo, mientras se solucionaba un error detectado en su producción. Pero también ha experimentado avances. El más simbólico de ellos es el uso por primera vez de este modelo en una acción real, lo que fue anunciado por Israel el pasado mayo, y acompañado por unas imágenes de sus F-35 sobre Beirut.
Estados Unidos avanza también en otro ambicioso programa de aviación, el del primer bombardero que desarrolla en 30 años. El futuro B-21 Raider, del que se ocupa Northrop Gruman y está valorado en 80.000 millones de dólares, ya tiene completada su revisión de diseño preliminar. Y al fin ha despejado este año quién se lleva los 9.200 millones de dólares del contrato de fabricación del futuro avión de entrenamiento de la USAF, conocido como T-X. La ganadora es una alianza entre la norteamericana Boeing y la sueca Saab, con un aparato que voló por primera vez un par de años antes y que con esta victoria acrecienta además su potencial de venta en otros países.
Más allá del núcleo de Occidente son notables los movimientos turcos por exportar su helicóptero de ataque T129 Atak a nuevos países, además de Pakistán, como Marruecos. En helicópteros también resulta notable el acuerdo de Rusia y China por desarrollar un nuevo modelo pesado.
En tierra, ha destacado este 2018 el proyecto del futuro carro de combate europeo (EMBT), cuyo primer prototipo presentó el pasado junio KNDS en la mayor feria sectorial del mundo, Eurosatory (Francia). Ligado a esta empresa, más recientemente, el pasado noviembre, la compañía alemana Rheinmetall sorprendió anunciando sus intenciones de adquirir la parte germana de KNDS, la compañía KMW, o de llegar al menos a algún acuerdo para formar parte de este gigante europeo que compone Nexter en su parte francesa.
Al otro lado del Atlántico, es reseñable el éxito de los sistemas terrestres antiaéreos Patriot en el mercado, sobre todo en el europeo. Polonia, Suecia y Rumanía han avanzado en sus compras previstas de estos sistemas, y hasta Turquía planea encargar algunas baterías, a la vez que está comprometida con Rusia para adquirir el sistema S-400.
La firma británica BAE Systems ha obtenido dos importantes éxitos para su buque Tipo 26, que ha ganado los programas de futuras fragatas para Australia y Canadá. Otros dos importantes astilleros del viejo continente, el francés Naval Group y el italiano Fincantieri, completaron al fin su proyecto de alianza con un resultado menos espectacular del previsto. No habrá fusión como tal, ni por tanto parece que se vaya a constituir el núcleo de una futura ‘Airbus naval’, como se afirmó, sino que su acuerdo ha quedado, al menos de momento, en la creación de una empresa conjunta formada al 50 por ciento por ambas compañías.
Otros contratiempos más evidentes en el sector sufridos este año fueron el hundimiento de la fragata noruega Helga Ingstad, en unas circunstancias que aún se están investigando, y el rechazo de la primera fragata F125 construida para Alemania por “importantes deficiencias”, algo que la autoridad de adquisiciones militares del país, la BAAINBw no había determinado nunca antes.
En el mar este año destacan también los portaaviones, particularmente de dos países. Uno, Reino Unido, porque tras ocho años vuelve a despegar un avión desde uno de estos buques, durante las pruebas iniciadas hace tres meses por su flamante HMS Queen Elizabeth con aviones F-35B. El otro es China, donde cada vez es más evidente su apuesta por hacerse con una flota de este tipo de barcos. De momento ha confirmado que ya construye una tercera unidad. Además Japón estudia convertir en portaaviones dos de sus destructores portahelicópteros, para hacer frente precisamente a la amenaza china. Con la vista a más largo plazo, Francia ha iniciado por su parte los estudios para desarrollar un nuevo portaaviones con el que sustituir dentro de varios lustros a su actual Charles de Gaulle (R 91). Y entretanto Estados Unidos, el país donde el uso de este tipo de naves está más extendido, con mucha diferencia, ha optado este año por encargar sus dos próximos portaaviones a la vez para ahorrar costes.