El ministro español de Asuntos Exteriores en funciones y próximo Alto Representante (AR) de Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, Josep Borrell, dejó ayer en manos del ámbito de la Defensa y la Seguridad el futuro de la Unión Europea como realidad común. Según el político español, una vez colocados los pilares de la moneda única y la eliminación de las fronteras internas, el siguiente pilar debe ser necesariamente la defensa común.
Borrell dio ayer una conferencia patrocinada por la Asociación Española de Tecnologías de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio (Tedae) y organizada por Executive Forum en el hotel Eurostars Madrid Tower que, bajo el epígrafe La Europa de la Defensa y la Seguridad, explicó a los presentes, empresarios del sector y diplomáticos en su mayoría, los que serán sus retos una vez asumido el cargo en la UE para el que ha sido propuesto.
Borrell fue tajante: “Todo ese capital (refiriéndose a la construcción de la UE) no se justificaría solo por un mercado o una unión aduanera, ni siquiera para tener una moneda y un banco central. No. La sensación es que los europeos sienten que pertenecen a una colectividad diferenciada y que como tal tiene que tener sus relaciones exteriores y su capacidad de actuar en el mundo. Esta es la razón de fondo”. Y para Borrell el momento de dar ese paso es ahora: “Hay síntomas de urgencia, hay razones que espolean la acción”. Y el motivo es el aumento de las amenazas que “comenzó en 2014 con los problemas en la frontera este y con el nacimiento del Califato en la mezquita de Mosul”. Ahora, recordó Borrell, esa amenaza se extiende desde Mauritania al Cáucaso en el llamado círculo de fuego.
“Por fin los europeos”, dijo Borrell, “empiezan a darse cuenta de que la seguridad es un concepto que empieza lejos de la frontera pero que también tiene focos de inseguridad cercanos, como Siria”, de cuyo conflicto se preguntó que qué hubiera pasado si en vez de Europa este problema de seguridad hubiera surgido en la frontera de una potencia militar. Para lo que ha servido este conflicto, según el ministro, es para que los europeos se den cuenta de que estamos rodeados de países frágiles que cada vez hay menos diferencia entre seguridad interna y externa, de hecho “cada vez es más difícil distinguirlas” con el terrorismo, la ciberseguridad... “Lo habremos empezado a resolver cuando tengamos doctrinas y capacidades comunes y una voluntad política de hacerlas operativas”, sentenció.
Precisamente esa base doctrinal y estratégica compartida es el principal obstáculo a día de hoy. “Seguimos aferrados a concepciones nacionales legítimas y fundamentadas en la historia pero que ya no sirven para garantizar nuestra seguridad. Hay que tener una visión común sobre amenazas y riesgos”. Borrell insitió mucho en este punto: “No podemos pretender tener una capacidad de actuar en el mundo si no entendemos el mundo de la misma manera. Es la proyección exterior de nuestra propia identidad”. Y sentenció: “El diagnóstico está claro, otra cosa es como resolverlo”.
Para resolverlo, Borrell habló de varios actores necesarios. La industria es uno de ellos. “No hay Defensa sin capacidades de calidad y no habrá una Europa de la Defensa sin un mercado competitivo y no tendremos autonomía estratégica sin una base industrial y tecnológica a la medida de nuestra ambición”, resumió.
Y aquí entra en juego uno de los grandes fondos previstos por la UE, el Fondo para la Defensa, destinado al desarrollo de nuevas capacidades hasta llegar al nivel prototipo, "es decir, complementar los fondos nacionales que impliquen a varios estados y empresas de distintos países financiando la parte más arriesgada, la más incierta".
Son 13.000 millones más otro 6.500 que se destinarán a la denominada movilidad militar, es decir, que las infraestructuras permitan la circulación del equipamiento “que los puentes no se hundan si pasa un Leopard”.
Parece claro que la financiación no es un problema. De hecho Europa invirtió en 2017 un total de 250.000 millones de euros en Defensa, el 1,4 del PIB, es decir, un 50% más de lo que se aporta a la UE y similar a todo el PIB de Rumanía o de Portugal. "Es más de lo que gasta China y mucho más que Rusia", recalcó. La cifra solo tiene por encima a EEUU.
El problema está en que esa inversión no es eficaz, y no lo es "por malas políticas y peores prácticas". Y puso un ejemplo: "Nuestra inversión es mayor, pero resulta que todo el mundo tema a Rusia, a China y a EEUU y nadie teme a la UE. No buscamos ser temidos, pero el hecho es que gastando más somos militarmente mucho menos relevantes".
Los retos del cargo
Respecto a los pasos para hacer más eficaces los recursos de Defensa que ya posee Europa, Borrell los redujo a tres principales.
El primero es la creación de una instancia única de mando y control. “Es la consecuencia lógica" de las políticas comunes en defensa que ya se han puesto en marcha, insistió. Aunque reconoció que “no será para mañana, pero está sobre la mesa”.
El segundo paso es hacer operativos a los denominados grupos de combate. “Nunca los hemos utilizado, pero si queremos hacer operativa la política común debemos tener la posibilidad de hacerlo”, explicó.
Y el tercero es usar los recursos con carácter preventivo. “Hay que hacer más sólidos y resilientes los países de nuestro entorno, sobre todo al sur”, afirmó. El problema es que Europa no puede, ni por recursos ni por capacidad legal, equipar a los soldados de los países que entrena, así que no hay una segunda fase que cimiente la primera. La UE, aseguró el ministro, intentará solucionar esto con el denominado Fondo para la Paz, 10.000 millones de euros financiados por los estados miembros según su PIB.