Turquía ha puesto en marcha una nueva política industrial de defensa. Este análisis pretender explicar en qué consiste, cuáles son sus objetivos y en señalar sus principales dificultades. La intención de Ankara es clara: promocionar la industria local hacia la exportación, reforzando los clientes actuales y buscando nuevos mercados. Agencias, asociaciones empresariales y delegaciones diplomáticas dan impulso a una política que tiene como meta el año 2023, y que puede ser calificada de “agresiva” por los objetivos marcados. La intención es potenciar la base industrial y lograr alcanzar tecnología crítica sin depender de la geopolítica de países aliados o amigos.
Turquía puede aprovechar su posición para ello, por tamaño, presencia y ubicación, ya que es miembro de la OTAN, tiene acceso a Asia Central y al Mediterráneo, comparte 900 kilómetros de frontera con el principal conflicto de Oriente Medio y es socio preferencial de la Unión Europea. Como país “puente”, entre Oriente y Occidente mantendrá siempre una posición inestable pero necesitará equilibrios calculados con Bruselas, Washington y Moscú, por un lado, así como con lo que ocurra en Siria, Irán, Arabia Saudí, Egipto e Israel, por otro.
En este aspecto, un indicador de estabilidad podrán darlo los acuerdoscon Tel-Aviv, en materia comercial y de cooperación militar, como ya se dio en los años 1998-2005. Conviene recordar que Turquía era uno de los principales destinos de la exportación israelí en electrónica, munición o sistemas de mando y control, que compartían imágenes por satélite para inteligencia, y que éstos desarrollaron las mejoras y el mantenimiento de la flota del F4E Phantom o los carros M60A1, llegando incluso a compartir licencia de producción.
La actual política exportadora comienza en 2011, cuando se decide nacionalizar importantes sistemas de armas, en el sentido de apostar por proveedores locales, y lanzar varios programas, incluyendo aviones de combate, fragatas, drones, vehículos blindados y sistemas de misiles. La intención es que sean los proveedores locales quienes impulsen la propia industria nacional. Desde entonces, las cifras comerciales se han duplicado, pasando de 883 millones de dólares de entonces, a los 1.680 millones de dólares el año pasado. Un tercio del conjunto de materiales tuvo destino a Estados Unidos (587 millones), seguido de Alemania (185), Malasia, Azerbayán, Arabia Saudí, Reino Unido, Catar, Emiratos y Túnez.
El objetivo es lograr los tres mil millones de dólares anuales en sistemas navales, aéreos y terrestres. Los mercados preferenciales serían aquellos donde tuvo influencia el imperio otomano, desde el Cáucaso a los Balcanes, Oriente Medio o norte de África. Paquistán y Malasia serían de especial interés para sus astilleros, habiéndose firmado el primer contrato naval este año, vía la compañía STM.
La presencia de las firmas turcas en las principales ferias mundiales de la industria militar es significativo, como lo son los mensajes de sus anuncios y folletos comerciales. El caso de Turkish Aerospace Industries (TAI) es un buen ejemplo. En el ámbito aeronáutico, cabe destacar que, aunque Turquía forma parte del programa F-35 Joint Strike Fighter, su gran apuesta es poder mostrar el caza de combate TF-X con todo su potencial. La apuesta de las compañías fabricantes de vehículos blindados se dirige hacia países del Golfo y de Asia, y destacan Otokar, FNSS, BMC y RBSS (una jointventure turco-germano-malasia). Por su parte, la misilística y la gama de productos similares, está encabezada por la compañía estatal Roketsan, y buscan ampliar el tamaño de los misiles 2 a los 7 u 8 metros, con lo que su alcance disuasorio implica. La electrónica, los sistemas de gestión, software los simuladores de vuelo o las soluciones de ciberseguridad, vienen de la mano de las compañías Havelsan, STM y Aselan.
Los esfuerzos diplomáticos y comerciales van orientados a superar recelos político-estratégicos y ofrecer a los gobiernos base industrial, tecnología, competitividad, calidad y precio, así como vías de colaboración en forma de partenariados flexibles. Además, el hecho de estar involucrados en el conflicto sirio hace que tengan que mejorar sus propios materiales y capacidades. Ejemplos de ello es el dron armado Anka, el helicóptero T-625 en sus múltiples versiones, o el avión Hurkus de entrenamiento y ataque, cuyas primeras entregas se esperan para el próximo año.
El reto es lograr, por todos los medios posibles, pasar de nación-compradora, a nación-fabricante y exportadora, para alcanzar la autosuficiencia en materia de defensa, por lo menos en un 80% de sus capacidades, en diseño, fabricación y producción. Sin embargo, las necesidades actuales, como plataformas de reconocimiento, UAV´s, pods electro-ópticos, motores, aviónica y elementos de protección para helicópteros son soluciones complejas, y no son fáciles de lograr con una industria exclusivamente nacional.Como ejemplos fallidos cabe destacar la falta de acuerdo con la japonesa Mitsubishi Heavy Industries o con la australiana AVL para el desarrollo del motor del carro de combate Altay de Otokar, o las dificultades con BAE Systems para desarrollar el TF-X.
Los giros de Erdogan en su nueva etapa política presidencialista, incluyendo las reformas constitucionales, las medidas de 'limpieza' adoptadas tras el intento de golpe de Estado de 2016, el apoyo hacia grupos islamistas, las tensiones internas y los conflictos fronterizos, hacen vulnerable la necesaria estabilidad industrial. El presidente dirige ahora el comité ejecutivo de la Industria de Defensa, órgano responsable de planificación y compras, y es quien tiene la última palabra. Compartir transferencia de tecnología, atraer inversión y talento, generar I+D o asegurar a los clientes un correcto ciclo de vida en los sistemas, necesita largo plazo y una marca país que transmita credibilidad.