Con motivo de la celebración de la primera edición de la Feria Internacional de Defensa, Feindef, celebrada en Madrid, la Dirección General de Armamento y Material, DGAM, del Ministerio de Defensa, presentó de manos de su principal valedor, el almirante Santiago González Gómez, el documento Perspectiva de la Industria de Defensa. Un documento que incide en que: “lograr la viabilidad, continuidad y sostenibilidad de una industria de defensa nacional robusta es una tarea compartida entre administraciones públicas y empresas, que deberán ser competitivas”.
El documento expresa en cifras una realidad desbordante. El 64% de las empresas españolas del sector Defensa son medianas y pequeñas empresas, el 19% micro, y el 17% son grandes empresas o corporaciones.
Lograr la viabilidad de una industria de defensa nacional robusta, implica una apuesta fuerte y decidida en inversiones de Defensa, en políticas de Defensa y en priorizar a las pequeñas y medianas empresas frente a las grandes corporaciones. Y sobre todo significa apostar por España, y buscar dentro lo que estamos comprando fuera, porque lo que compramos fuera, puede hacerse dentro, especialmente si se cuenta con el apoyo necesario. Sin apoyos decididos de las instituciones no hay viabilidad posible.
Continuidad y sostenibilidad, en definitiva, productos escalables con soluciones abiertas capaces de adaptarse a las misiones que ya no son tal, sino que son multimisión y cumplir ahora no con un propósito sino con un multipropósito formando parte de un sistema de sistemas, es decir, multisistemas, para su uso en diferentes escenarios, para diferentes conflictos.
Las reglas de enfrentamiento en las guerras futuras irán acompasadas a partir del desarrollo tecnológico de las potencias enfrentadas. Lejos de los conflictos asimétricos de la primera parte del siglo XXI, donde el componente tecnológico no implicaba necesariamente una ventaja frente al enemigo, el futuro en las relaciones hostiles vendrá determinado por el alto grado de sofisticación tecnológica, haciendo de los conflictos híbridos actuales, mejorados en su vertiente tecnológica, la tónica general de lo esperable en un futuro planteado de aquí a 15 años (incluso menos).
Acostumbrados ya a un campo de batalla no lineal, entrarán en juego, además, los límites de la realidad virtual y convivirán entremezclados los dominios físicos y cibernéticos en un fenómeno de hibridación que se irá dando a medida que los sistemas de armas vayan evolucionando al incorporar nuevas tecnologías digitales.
Es en este punto, a las puertas de un mundo 5G, donde la industria de defensa nacional debe ser capaz de desarrollar productos escalables acompasados por la evolución tecnológica y recepcionados por unas fuerzas armadas también 4.0, cuando no 5.0, si es que eso existe, prestando especial atención a la evolución de la información en combate, elemento decisorio, no libre de la incertidumbre, donde la sofisticación de la tecnología empleada marcará la diferencia.
La tan manida frase ¡qué inventen otros! Ya no es una opción si se quiere ser relevante, nunca lo fue, pero hoy por hoy, y mañana por un futuro tecnológico cada vez más complejo, incita a que nuestras Fuerzas Armadas sean lo más autónomas posibles en cuanto a tecnología, la supervivencia dependerá de ello. Ya no se podrá operar con un software estadounidense en un terminal chino desde una plataforma europea, ya no, ahora toca posicionarse y la industria nacional tiene que dar respuesta a eso.
El documento de la DGAM, Perspectiva de la Industria de Defensa, lo expresa de la siguiente manera: “Las industrias de defensa deberán producir sistemas de armas inteligentes que garanticen su superioridad en la acción en los entornos operativos 4.0”.
Desde el punto de vista de la digitalización, el documento se centra en que los sistemas de armas y la base tecnológica e industrial de defensa constituyen un binomio indivisible que debe avanzar aprovechando las sinergias de los próximos programas de modernización de las Fuerzas Armadas.
La Industria de Defensa nacional, en el futuro, que empezó ayer, o es tecnológica o no será.
Perspectiva, es decir, panorama que desde un punto determinado se presenta a la vista del espectador, especialmente cuando está lejano. Por lo que habrá que tomar en consideración una visión geoestratégica capaz de dar forma a un marco de actuación.
Oriente Medio copa la preocupación en el futuro inmediato como foco de inestabilidad mundial, con la posibilidad plausible de que dicha preocupación avive la amenaza (hoy, casi durmiente) del terrorismo islámico, en función del juego de alianzas. Especialmente significativo el papel que juegue Arabia Saudí.
China, sin embargo, preocupa hoy, mañana y pasado mañana como nueva potencia mundial a rivalizar con EE.UU. Y no sólo con EE.UU, la inestabilidad en el continente asiático, puede provocar un choque de potencias entre India, Pakistán, Rusia y China, sin olvidar a Corea del Norte ni a Japón, y sin mencionar la capacidad real del uso de armas nucleares que pudiera producirse del choque de esos intereses.
La lucha por el agua y las materias primas, así como el fenómeno de la inmigración a causa del cambio climático, o el desafío de un Polo Norte navegable será el quebradero de cabeza, no sólo de Europa, sino de todo el mundo en el presente siglo.
Rusia emerge como agente desestabilizador al este de Europa y la amenaza, lejos de diluirse, va en aumento, consolidando lo que ya es, sin ningún género de dudas, una segunda Guerra Fría, a la espera de que alguien le de otro nombre algo más pomposo.
Ante este panorama, y otros muchos dejados en el tintero, el esbozo de estas amenazas globales en un futuro global, la Industria de Defensa debe proponer soluciones tecnológicas al alcance de esta perspectiva.
No existe la digitalización de los sistemas de armas, si antes no se materializa la digitalización en los procesos de fabricación, diseño e incluso en la misma concepción de la idea original. Es decir, la digitalización de los sistemas de armas implica la digitalización de la propia industria, y la digitalización de la Industria supone dinamismo, flexibilidad y capacidad de adaptación.
La naturaleza de los sistemas empleados cambian por completo, dibujando una órbita de elementos a tener en cuenta como son la biotecnología, nuevos materiales, avances en posicionamiento y navegación, impresión digital, todo lo que conlleva la transformación digital y por supuesto la implementación como algo natural de los sistemas de armas no tripulados.
Las tendencias futuras apuntan a un armamento de mayor alcance y eficacia, nuevos y mejorados modos de guiado y propulsión, mando y control, pero a medio plazo se prevé el uso de armas de energía dirigida como lo habitual entre los combatientes. Desde el láser hasta microondas de alta potencia.
Nuevos sistemas de navegación y posicionamiento capaces de mejorar el guiado de la munición, la autonomía de las plataformas y la georreferenciación de la información sensorial; eficiencia energética y mayor protagonismo del factor humano. Todo ello enfocado a un menor impacto de la huella logística, especialmente en misiones en el exterior, y otorgar mayor agilidad en la respuesta dada.
La importancia de disponer por parte de las Fuerzas Armadas de unas capacidades avanzadas en I+D+i de cara a las amenazas futuras globales, supone la anticipación operativa.
Esta anticipación operativa proviene de la ventaja competitiva por la que trabaja la Industria, teniendo en cuenta los cambios que hay que afrontar en el futuro. La máxima general es proporcionar al combatiente, capacidades muy superiores al de los sistemas individuales del pasado y presente.
La ventaja competitiva de la Industria se logra mejorando el ciclo PDCA (planificar, hacer, verificar y actuar) y la anticipación operativa se completa mejorando el ciclo OSDA (Observar, situarse, decidir, actuar) por parte de las Fuerzas Armadas. Cuanto más corto sea el paso de cada una de las etapas, más rápido se completará el ciclo. A mayor número de ciclos completados antes que el enemigo, se estará en disposición de la ventaja de la anticipación operativa.
“Resulta necesaria una formación adicional compartida entre el personal de la Industria y el Ministerio de Defensa”. No solo formación, la relevancia de grupos de trabajo mixtos, se muestra como una necesidad para el desarrollo tecnológico del binomio Industria de Defensa-Fuerzas Armadas, además de la formación interdisciplinar.
Es evidente, la elevada cualificación y especialización que exigen los proyectos de la Industria de Defensa, como también lo es el conocimiento profundo que tienen los militares de las demandas concretas y especificidades que las Fuerzas Armadas necesitan.
La formación interdisciplinar en grupos mixtos que integren personal de la Industria de Defensa y Fuerzas Armadas, debe dar paso a la creación de grupos de trabajo también entre ellos, materializando proyectos concretos capaces de mejorar la respuesta que las Fuerzas Armadas dan a los retos y amenazas que planean alrededor de los intereses nacionales.
Pero no sólo eso. Al principio del análisis se remarcaba la importancia del apoyo a las pequeñas y medianas empresas, por una simple razón, de ellas viene el dinamismo y la capacidad de transformación al ritmo que marca la evolución tecnológica en los nuevos modelos de conflicto. Hecho que se puso de relevancia, también en Feindef, donde en diversos foros se abogó por la desaparición de lo que se ha denominado el campeón nacional.
Parece razonable pensar, que si la evolución de la Industria de Defensa, y en concreto la evolución tecnológica, ha desembocado en sistemas de sistemas para misiones multipropósito para actuar en diferentes escenarios con diferentes plataformas, la nueva perspectiva de trabajo, marque de aquí al futuro, la pauta de colaborar todos a una, en equipo, aportando cada uno lo mejor de sí mismo, tejiendo una red de pequeñas y medianas empresas que den soluciones tecnológicas a los proyectos de defensa.
El mundo está cambiando, por lo tanto, también las amenazas y los enemigos a los que hay que hacer frente. Para estar preparados a este cambio habrá que evolucionar al mismo ritmo que marca el devenir de los acontecimientos, y si además queremos situarnos en una posición de ventaja deberemos adaptarnos de una manera más rápida que nuestro entorno.
Híbrida, uno de los apellidos de la guerra que ha estado de moda en los últimos años y que deja una clara impronta de lo que significa en la mente de los lectores. Cometiendo el error de simplificar demasiado, la guerra híbrida dibuja un esquema de acciones hostiles de baja y media intensidad en algún estadio de la acciones estratégico-diplomáticas que se sitúa entre la no paz y la no guerra (estado general en el que se encuentra las relaciones Europa-Rusia), habitualmente haciendo uso masivo de la tecnología de la información.
Este nuevo modelo de acción bélica, va encaminado a atentar contra el modelo de vida de una sociedad, es decir, busca la hostilidad en el día a día de las personas. Este nuevo modo de beligerancia necesita de la actuación de todos para contrarrestarla.
El Código de Conducta para Contratistas de Defensa, ha sido desarrollado por el Ministerio de Defensa, precisamente para fomentar esa interactuación interempresarial. También un nuevo procedimiento de adjudicación denominado: Asociación para la innovación, que pretende ser un instrumento facilitador de proyectos tecnológicos innovadores.
Pero la colaboración no ha de ser únicamente entre empresas, también debe ser interministerial y aunque esta colaboración siempre existió (en mayor o menor medida), las nuevas amenazas la hacen más necesaria y evidente, al potenciar de manera significativa las tecnologías duales de uso civil y militar. O todos luchamos por nuestro bienestar o ninguno gozará de él.
Y si es necesaria la colaboración interempresarial e interministerial, Europa también lo es. La Cooperación Permanente Estructurada (PESCO), nació con la finalidad de fomentar, como su propio nombre indica, la cooperación de los estados miembros en el desarrollo de capacidades militares.
A la PESCO hay que sumarle otra iniciativa europea, como mínimo igual de relevante sino más. El Plan de Acción Europeo de la Defensa (EDAP), que busca promover una base en el tejido industrial y tecnológico de la defensa europea. La relevancia de la EDAP viene dado por el Fondo Europeo de Defensa (EDF), lo que significa que por primera vez Europa, otorgará fondos económicos para actividades de investigación y desarrollo de capacidades militares. El objetivo de todo ello es que se “incentiva la cooperación gubernamental e industrial para el desarrollo conjunto de capacidades que permitan armonizar los requisitos y los sistemas y racionalizar el gasto en defensa”.
Europa, instituciones y empresas, todos deben jugar en pro de unas mejores Fuerzas Armadas porque de ello depende la seguridad de los intereses nacionales y del cómo se aborden los retos futuros. Desde un punto de vista determinado, Desde una perspectiva de victoria.