OTAN y proyección rusa en Europa

(Especial CEEAG para Infodefensa) En las últimas semanas se ha acrecentado el debate en torno a la situación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), su actual estado y sus desafíos presentes y futuros. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha sido tajante al calificar que la organización se encuentra en “muerte cerebral” debido a la falta de coordinación entre Europa y Estados Unidos, además de otros temas como el rol de Turquía en Siria. "No hay coordinación alguna en la toma de decisiones estratégicas entre Estados Unidos y sus aliados de la OTAN. Ninguna. Hay una acción agresiva descoordinada de otro aliado de la OTAN, Turquía, en una zona en la que están en juego nuestros intereses" (Macron, E. 2019: p. 9).

El presidente francés ha puntualizado la falta de claridad en las “finalidades estratégicas” de la organización, lo cual es quizás una de sus principales críticas. Para Macron una de las causas de esta situación es el cambio de prioridades de Washington, volcando sus preferencias desde Europa hacia la región del Asia-Pacífico, en particular sobre el creciente poderío chino que amenazaría el liderazgo norteamericano y la seguridad de sus aliados en dicha región. En respuesta a esta realidad, el gobierno francés reafirmó su posición en torno a tener una defensa común europea, independiente de los intereses de Washington.

A su vez, la Casa Blanca ha sido consistente en su crítica a algunos miembros de la organización por su baja inversión en defensa en relación a su Producto Interior Bruto (PIB). Además, Washington acusa a parte de sus aliados de falta de compromiso con la OTAN y su propia defensa, asumiendo Estados Unidos una carga que no estaría dispuesto a seguir sustentando. El presidente Trump les ha exigido a varios de sus aliados en la organización y fuera de ella, que deben costear la inversión que el Pentágono hace en sus respectivos países y que la actual situación no es sostenible en el tiempo. Ejemplo de ello ha sido el duro debate entre Seúl y Washington por el costo que significa para Estados Unidos la defensa de su aliado asiático.

En particular en el caso de OTAN, el secretario general de la organización Jens Stoltenberg y la canciller alemana Angela Merkel han sido enfáticos en defender la importancia de la organización, que para la jefe de gobierno alemán tendría una mayor relevancia ahora que durante su creación en el periodo de la Guerra Fría. La canciller ha enfatizado que Europa no puede defenderse sola en este momento y es dependiente de la Alianza Atlántica. El gobierno alemán está enfocado en lograr el objetivo exigido por OTAN de invertir un 2% de su PIB en Defensa para principios de la década del 2030. Alemania está confiada en lograr un acuerdo con Washington, a pesar de los informes de prensa que indican que Washington estaría planificando una salida de tropas desde territorio alemán a mediano y largo plazo.

Con todo, la Casa Blanca está decidida a que sus aliados más ricos contribuyan financieramente a mantener las tropas y equipamiento norteamericanos en sus respectivos países. Estados Unidos mantiene 34.000 efectivos en territorio germano, y según Bloomberg los requerimientos que Washington exige a Alemania y otros aliados como Japón no solo iría en la dirección de pagar los costes que realiza Washington para la defensa de estos países, además buscaría un pago adicional del 50% del costo.

El contexto en que se da el debate en la OTAN y en los aliados de los Estados Unidos que no son parte de la organización es complejo, entendiendo que muchos de estos países se encuentran en condiciones muy desventajosas en sus sistemas de defensa tras años de recortes financieros y crisis económicas. Así sería el caso del ejército británico que se encontraría en una situación muy compleja para sus desafíos estratégicos tras años de austeridad financiera, según un informe del Royal United Services Institute (RUSI). Más aun considerando la creciente penetración de Rusia en Europa sumado a la dependencia energética del Viejo Continente de Moscú. Además, la frontera oriental de la Unión Europea mantiene un alto grado de inestabilidad por la presión ejercida desde el Kremlin con el objetivo de recuperar su influencia en la región.

En las actuales condiciones, donde Rusia busca una mayor presencia en Europa y China planea desarrollar parte de su Ruta de la Seda hacia las capitales europeas, el Viejo Continente se encuentra en una situación difícil de sortear, considerando que los desafíos en su seguridad, ya sea por parte de Rusia, China y los grupos terroristas de origen yihadista, superan lo previsto en su propia planificación. La añorada autonomía en defensa que el presidente Macron exige, requiere un esfuerzo que Europa no estaría dispuesta a asumir por el momento, de ahí la importancia de la alianza con Estados Unidos; aunque el presidente francés tenga una percepción diferente de su aliado norteamericano, al que sitúa como cada vez más alejado de los objetivos estratégicos europeos, según ha expresado a la publicación The Economist.

Para el presidente Trump la alianza militar estaría obsoleta y sería un resabio de la Guerra Fría. En consecuencia, el escenario futuro se visualiza con un proceso de modificación de las alianzas de Estados Unidos con sus aliados, en donde habría un mayor grado de autonomía de estos pero sin que eso signifique un albedrío pleno como buscan algunos líderes europeos. Finalmente, en este ambiente de alta incertidumbre que se representa, es más probable un fortalecimiento de la OTAN a mediano o largo plazo que un debilitamiento de la organización; justamente por la complejidad de las nuevas demandas descritas en un escenario de mayor complejidad que el de la Guerra Fría, donde un objetivo muy determinado y concreto era la guía, de ahí la necesidad de actualizar las llamadas finalidades “estratégicas” de la organización.

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