Tras varios meses de parálisis y falta de respuestas, vuelven a darse pequeños pasos en la búsqueda del ARA San Juan: la estadounidense Ocean Infinity ha sido la elegida por Argentina para buscar al submarino, perdido desde el pasado 15 de noviembre con 44 personas a bordo.
Según se anuncia en el Portal de Compras Públicas del país, la firma se ha hecho con la preadjudicación del que ha sido el segundo proceso licitatorio para esta tarea, por lo que, si en los próximos días la decisión no es impugnada, finalmente podrá comenzar su labor.
Conocida por haber participado en la búsqueda del avión de Malaysia Airlines desaparecido en marzo de 2014, Ocean Infinity solicitó un presupuesto de 7,5 millones de dólares, una cantidad que el Gobierno del país suramericano solo aportará si encuentra al ARA San Juan. Además, a diferencia de las condiciones del anterior proceso, en esta ocasión, la firma no tendrá un área de búsqueda delimitada por el Gobierno y la Armada previamente, sino que podrá ampliar o modificar la actual según crea conveniente.
Ocean Infinity se impuso así a la otra empresa estadounidense que participaba en la licitación: Sistemas Electrónicos Avanzados (SEA), con sede y dueño en Venezuela. Esta fue rechazada porque el presupuesto de 7 millones de dólares que presentó era antes de impuestos y solicitaba un cambio de tripulación a los 30 días de búsqueda en el océano Atlántico.
Para la Comisión Evaluadora, esos "condicionamientos" hacen que la cantidad ofertada, en la práctica, "no sea el valor final a considerar para evaluar económicamente la propuesta, impidiendo ser analizada de acuerdo a la metodología y criterio establecidos" en las condiciones de la licitación.
La noticia supone un pequeño respiro para los familiares de los 44 tripulantes, después del duro golpe que supuso que el Gobierno de Mauricio Macri cancelase la "preadjudicación" del proceso anterior a la española Igeotest Geoscience por "errores formales".
Pese al operativo sin precedentes que se realizó en el Atlántico Sur, desde aquel 15 de noviembre de 2017 no hay noticia alguna del submarino. Su última comunicación la estableció a unas 240 millas náuticas (unos 430 kilómetros) de la costa patagónica argentina, cuando volvía a su base naval, después de realizar ejercicios militares en la zona más austral del país.
Lo único que se sabe a ciencia cierta es que el día que el buque se contactó con la base naval por última vez, en la misma zona desde la que lo hizo, se registró una explosión. Horas antes, el comandante había llamado a la base naval para comunicar que se había producido un cortocircuito en las baterías debido a la entrada de agua como consecuencia del complicado temporal.
Lo ocurrido ha provocado una gran indignación de los familiares de la tripulación, algunos de los cuales llevan ya un mes acampados en la Plaza de Mayo de Buenos Aires, ante la sede del Gobierno argentino, para exigir que se tomen medidas urgentes y se acelere la contratación. A esto se suma la crisis desatada en las Fuerzas Armadas del país, con destituciones como la del propio jefe del Estado Mayor de la Armada, almirante Marcelo Srur, a finales de año, como publicó Infodefensa.com. También ha provocado la apertura de varias causas judiciales y la puesta en marcha de una comisión parlamentaria específica.