(Infodefensa.com)
El vicealmirante (r) José Manuel Sanjurjo es una de las personas que mejor conoce el programa del submarino S-80 y sus desafíos tecnológicos. Tras dirigir el programa F-100 y la Dirección de Construcciones Navales en la Armada, en 2013, ya retirado, se pone al frente del astillero de Navantia en Cartagena con una misión: reconducir el proyecto. El programa estaba entonces un momento crítico, después de detectarse problemas de sobrepeso. "Profesionalmente fue una época fascinante, aunque dura", reconoce. Durante tres años, lidera todo el proceso de rediseño del buque, una etapa que finaliza con éxito en 2016 con la Revisión de Diseño Crítico (CDR).
Cinco años más tarde, en vísperas de la puesta a flote del S-81 Isaac Peral, recibe a Infodefensa.com en la sede de la Real Academia de Ingeniería (RAI) en Madrid, institución de la que es vicepresidente. Sanjurjo destaca durante la conversación los logros del programa S-80 y echa la vista atrás para recordar aquella difícil época de la que el proyecto salió reforzado. También lanza un mensaje: hay que mantener la capacidad industrial del astillero de Cartagena, "una capacidad estratégica para la defensa". Para ello, subraya, el único camino es "pensar en un submarino de cuarta generación".
¿Cómo definiría el programa S-80?
Me gustaría poner en valor lo que significa el submarino S-80. Es un submarino de la tercera generación que tiene unas características muy especiales. La primera es el sistema de propulsión anaeróbico y la segunda la capacidad de ataque a tierra o superficie, es la primera vez que un submarino español la tiene. Luego, una característica que no suele resaltarse es lo equivalente a lo que se conoce en aviación como fly-by-wire. El control del submarino es totalmente digital, lo que permite tener una dotación realmente reducida. Es bueno transmitir la complejidad de este submarino, que viene dado porque es un diseño tremendamente interrelacionado, cualquier cambio tiene repercusión en todo el buque. Es probablemente uno de los programas de ingeniería más complejo que hay en España.
¿Fue un acierto la apuesta por un diseño español?
En su día se apostó por la industria nacional, por lo que este es un diseño totalmente nacional. Toda apuesta de estas características lleva sus riesgos y siempre hay imprevistos. Si repasamos la historia de la ingeniería, instituciones como la NASA o la US Navy han tenido problemas técnicos y lo que hay que tener es constancia y perseverancia en resolverlos. Los problemas van a existir siempre, pero lo importante es tener capacidad de acometerlos y no desanimarse en ningún momento. La apuesta por la industria nacional es la solución perfecta para la defensa. Hoy en día es imposible tener unas Fuerzas Armadas modernas, sin una base industrial tecnológica propia detrás. Las dos cosas van unidas.
Usted dirigió el astillero de Navantia en Cartagena en un momento difícil cuando se detecta el programa de pesos y se produce el rediseño, ¿Cómo fue aquella época?
Profesionalmente fue una época fascinante, aunque dura. En esta etapa, se lograron dos objetivos. Por un lado, el rediseño del submarino y me gustaría hacer hincapié en que el rediseño fue hecho por ingenieros españoles, la Marina estadounidense y Electric Boat tuvieron un papel fundamental, pero actuaron como asesores. El diseño en sí fue nacional. Yo deje el astillero en 2016 cuando el Ministerio de Defensa aprobó la revisión de diseño crítico. Otra parte que no ha sido también visible es el esfuerzo de digitalización del astillero. Entonces, se puso el embrión para que el astillero de Cartagena en el futuro esté en condiciones de ser competitivo. Hoy en día, si no se apuesta por la digitalización de los procesos productivos y de diseño, es prácticamente imposible ser competitivo en el mundo.
Me comentaba que fue una etapa difícil, ¿en algún momento peligró el programa?
Cuando surge un problema técnico no hay que tirar la toalla, el secreto está en la perseverancia y los problemas normalmente tienen solución, lo que no hay es que desmoralizarse. Mi experiencia es que el personal reaccionó magníficamente, solo tengo buenas palabras para la plantilla que tuve el honor de dirigir en Cartagena. Y creo que es de justicia decir que los sindicatos jugaron un papel fundamental y demostraron un sentido de la responsabilidad ejemplar, defendiendo sus parcelas lógicamente, pero ayudando siempre a la solución del problema.
¿Con qué momento se quedaría usted?
La fiabilidad de un submarino debe ser excepcional. Yo siempre hice hincapié en mi etapa en el astillero en el rigor técnico, la ingeniería de sistemas, y luego, seguridad, seguridad y seguridad. En un submarino nunca hay que bajar la guardia. Para mí, fue una satisfacción dejar la revisión de diseño aprobada y el alargamiento en construcción.
¿Hasta qué punto es importante la capacidad de diseñar y construir submarinos adquirida por el astillero de Cartagena?
La gran ventaja de apostar por un programa nacional, es contar hoy con un astillero como el de Cartagena cualificado para este tipo de construcciones. El astillero no hay que verlo solo como una capacidad industrial, sino también como una capacidad estratégica para la defensa. Si queremos tener en un futuro una fuerza submarina propia hay que apostar por el astillero de Cartagena y además apostar porque ese sea su producto rey. Ningún astillero del mundo hace hoy un submarino y mañana un petrolero. Tiene que estar dedicado exclusivamente al diseño y construcción de submarinos.
¿Cómo se mantiene esta capacidad?
La capacidad se mantiene de dos maneras. Primero, hay que tener siempre un programa activo nacional. El S-80 asegura de momento este punto hasta al menos 2030. Pero también deberíamos pensar en la siguiente generación, en un submarino de cuarta generación. El secreto para mantener un astillero puntero es además la exportación, si el producto es bueno, como por ejemplo la F-100, el producto se vende. La exportación no es solo exportar, sino que te permite medir tus propias capacidades en una competición. Pero desde luego no hay que esperar, yo pondría ya en la mesa de dibujo los requisitos de un submarino de cuarta generación y empezaría a pensarlo. El mundo submarino está sufriendo en una transformación enorme, un submarino de la cuarta generación implica operar con submarinos autónomos, lo que supone áreas de tecnología nuevas. También hay que continuar con la digitalización, si se quiere competir con otros países no hay otro camino.
¿Qué oportunidades de exportación le ve al submarino S-80?
Para ser francos el mercado de los submarinos es muy difícil, más que el de los buques de superficie. Por ello, es esencial que el submarino esté operativo lo antes posible, porque la mejor manera de vender un submarino es que tu propia Armada lo utilice.
Han pasado 17 años del inicio del programa, ¿ha merecido la pena todo este tiempo?
Sí, por supuesto. La prueba es que ahora tenemos un submarino propio, espero que todo vaya bien en las pruebas de puerto y mar. La Armada está pasando ahora un momento complicado, no puede mantenerse un arma submarina con un único submarino activo. Es una prioridad nacional. Y repito, el astillero de Cartagena es no solo una capacidad industrial, sino un elemento estratégico para la seguridad nacional. Si verdaderamente tenemos fuerza submarina hay que apostar por el astillero.