El Gobierno español inicia el año con el desafío de mantener el esfuerzo inversor en Defensa, como apuntaba la propia ministra de Defensa, Margarita Robles, en la reciente celebración de la Pascua Militar. La prioridad es continuar por la senda del crecimiento presupuestario para recuperar las capacidades perdidas después de años de recortes y continuar con la hoja de ruta fijada para alcanzar ese famoso 2% del PIB en Defensa en torno a 2029 -aunque ya se habla de la cifra del 3%-.
Este plan ha experimentado un primer contratiempo serio en el 2024 con el presupuesto prorrogado. España acabó el año con el 1,28% del PIB en Defensa, según las estimaciones de la OTAN, y ya es el país aliado que menos invierte en relación con su producto interior bruto. El Ministerio de Defensa cifra el presupuesto en 2024 en unos 15.500 millones de euros, mientras que la Alianza lo eleva por encima de los 18.000 millones al incluir alguna otra partida. Pero dejando a un lado el habitual baile de cifras, lo que es evidente es que España debe acelerar en 2025 para salir de ese vagón de cola.
Y tendrá que tomar medidas pronto entre presiones de la OTAN y la Unión Europea y también de Donald Trump, que llegará a la Casa Blanca con la intención de exigir a los socios de la Alianza Atlántica elevar la inversión a nada menos que el 5% del PIB. Para España implicaría cuadruplicar el presupuesto actual. Una auténtica quimera, coinciden todos los analistas. "Trump nos va a obligar a dedicar más dinero al presupuesto de defensa", advierte el profesor de Relaciones Internacionales de la UCM, Miguel Ángel Benedicto Solsona, en el podcast de Infodefensa Hablemos de Defensa y Seguridad.
Invertir más, por tanto, ya no solo es una necesidad, como decíamos, para dotar a las Fuerzas Armadas de modernos medios -y también de personal-, ha pasado a ser una asignatura pendiente y prácticamente una obligación en un convulso contexto internacional que continúa marcado por la guerra de Ucrania y Oriente Próximo.
"En las negociaciones con la OTAN y la Administración Trump, España va a aparecer en la cola de los países miembros, de los que menos contribuyen, de los que no hacen suficiente esfuerzo. El problema en esta nueva situación, es que España será el cabecilla de los que no cumplen", señala el investigador principal del Real Instituto Elcano Félix Arteaga.
Con este panorama muy presente, España comienza 2025 una posición delicada con más incertidumbres que certezas en torno al aumento del presupuesto de Defensa. A pesar de las presiones o incluso amenazas, si hablamos de Trump, en la práctica todo apunta a que será muy complicado que España incremente de forma considerable la inversión por distintos motivos, sobre todo políticos, pero también económicos.
Para empezar, todo dependerá de si hay o no presupuestos este año. Una nueva prórroga dejaría a Defensa en el mismo escenario y con el mismo presupuesto que en 2024 y en 2023. El Gobierno tendría poco margen para el aumento considerable de la inversión que exigen ya la OTAN y la UE. Solo podría tirar de partidas extraordinarias y fondos de otros departamentos como Industria, como ha sucedido durante el último ejercicio, lo que no deja de ser un parche para mantener el esfuerzo sin efectos tangibles sobre el PIB.
Las cuentas públicas de 2025 penden de un delicado equilibrio de alianzas, dentro del propio Gobierno entre PSOE y Sumar, y también fuera con una amplio abanico de fuerzas políticas, algunas abiertamente 'antimilitaristas' como ERC y Bildu, que no están dispuestas a vender barato su apoyo. La inversión en Defensa ya ha provocado en los últimos años más de un encontronazo entre los dos socios del Ejecutivo, la última a finales de 2024 a cuenta de las adquisiciones de material de Israel. Por ello, la negociación en este punto no será nada sencilla.
Pujanza de la economía
Por si esto fuera poco, una noticia positiva, como la buena salud de la economía española, podría provocar este 2025, al igual que 2024, una caída del porcentaje del PIB dedicado a Defensa. España crecerá en 2025 por encima del 2%, según las estimaciones. Así que, si no hay presupuestos nuevos, ese 1,28% del PIB en Defensa podría descender.
Arteaga insiste en que España está en una posición incómoda. "Es una mala baza política -estar a la cola-, porque a pesar de que responde en el ámbito de las operaciones, que el único indicador de gasto de naturaleza política sea el PIB realmente nos complica la situación". El investigador del Real Instituto Elcano también pone el foco en esa hoja de ruta para engordar el presupuesto de Defensa. "Independientemente de la aprobación o no de los presupuestos, el cumplimiento del objetivo de gasto es muy lento, la progresión hasta el 2% en el 2029 está postergándose a los últimos años. No hay capacidad para hacer grandes desembolsos y los gastos comprometidos dependen de la disponibilidad presupuestaria". Otros países, apunta, como Francia, Alemania, Italia o Reino Unido, están en una situación parecida.