Luego de 51 años de ausencia, el pasado 27 de noviembre, la Armada Argentina volvió a operar con aeronaves de ala fija en el continente antártico. Un avión TC-12B Hurón, perteneciente a la Escuadrilla Aeronaval de Vigilancia Marítima, realizó un vuelo desde la Base Aeronaval Río Grande hasta la Base Antártica Conjunta Petrel, en un esfuerzo por recuperar capacidades operativas en una región de gran importancia estratégica para el país.
Como apoyo a esta misión, un avión de exploración de largo alcance P-3C Orión de la Escuadrilla Aeronaval de Exploración participó en configuración de búsqueda y rescate (SAR). Aunque no aterrizó en la base Petrel, su despliegue reforzó la operación, aportando capacidades adicionales de exploración y monitoreo. Este despliegue no solo representa un hito logístico, sino que también reafirma la presencia argentina en la Antártida.
La última operación con aeronaves de ala fija de la Armada en la Antártida tuvo lugar entre 1967 y 1972, cuando se utilizaron aviones como el DHC-2 Beaver, el Twin Otter y el PC-6 Porter. Estas aeronaves desempeñaron un rol crucial en tareas logísticas, de exploración y apoyo a las bases antárticas. Desde entonces, la capacidad operativa en el continente quedó limitada, lo que hacía necesaria una actualización para enfrentar los desafíos actuales.
El regreso de la Armada Argentina a la Antártida con aeronaves de ala fija fortalece el compromiso del país con sus operaciones en la región, refuerza su capacidad para realizar tareas críticas en uno de los entornos más desafiantes del planeta y respalda su política antártica, sustentada en reclamos de soberanía, investigación científica y cooperación internacional.
Sobrevuelo del P-3C Orión . Firma: ARA