La titular del Comando Sur de Estados Unidos, general Laura Richardson, reiteró su preocupación por la base espacial china instalada en Bajada del Agrio en Neuquén. Las declaraciones surgieron durante una entrevista sobre la relación de Estados Unidos con América Latina y el Caribe a propósito de contrarrestar las influencias de China y Rusia.
Richardson aseguró que la Argentina decidirá sobre si la base permanecerá ahí y cuál es el camino a seguir. “Es una de las tres estaciones de espacio profundo que tiene China. Eso es obviamente una gran preocupación para mí como militar, las capacidades que tiene esta estación y lo que puede hacer contra aliados y socios”, dijo.
Además, Richardson indicó: “Con nuestros compañeros argentinos trabajamos en conjunto. Es un país soberano, así que mientras trabajamos con ellos, obviamente, compartimos nuestras preocupaciones acerca de qué tipo de instalación es esa, y que no tengan acceso a ella”.
Al ser consultada por su relación con la nueva administración argentina, la militar afirmó: “Tuvimos una relación muy fuerte con la administración anterior. Ahora, con el nuevo Gobierno, se ha duplicado en términos positivos. Inmediatamente, desde que asumió la actual administración, la colaboración y la coordinación que han tenido han sido muy fuertes. Así que esperamos continuar doblando los esfuerzos entre el Team USA y Team Argentina. Estoy muy emocionada por eso”.
La Base
Esta instalación está ubicada en la provincia de Neuquén, a 20 kilómetros del pueblo de Bajada del Agrio en el departamento de Picunches. Se encuentra emplazada en un terreno de 200 hectáreas cedido por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) por un periodo de 50 años.
Cuenta con una antena de 48 metros de altura, pesa 450 toneladas y posee una parabólica de 35 metros de diámetro. El costo total de la obra rondó los 50 millones de dólares. La base es operada por el Control General de Seguimiento y Lanzamiento de Satélites de China (CLTC), que informa a la Fuerza de Apoyo Estratégico del Ejército Popular de Liberación (EPL).
Si bien se informa que el objetivo de la instalación es de observación y exploración espacial, se sospecha que forme parte de una red china de vigilancia global. Una instalación de este tipo tiene uso dual, puede ser usada tanto para el rastreo de satélites de uso civil, como así también para usos militares y de espionaje.
El acuerdo
En el acuerdo firmado por Cristina Fernández de Kirchner y Xi Jinping, se le otorgó a la CLTC la concesión de 200 hectáreas de terreno por un periodo de 50 años. Además de recibir una serie de beneficios para instalarse en la provincia de Neuquén.
La base cuenta con una inmunidad similar a la de una sede diplomática extranjera. Los empleados de la CLTC cuentan con una exención judicial por expresiones escritas y orales en su trabajo para la estación, y se debe garantizar que las autoridades migratorias no interfieran en la circulación del personal de las instalaciones chinas y que las oficinas impositivas los eximan de toda presión tributaria. China también tuvo una habilitación extraordinaria para importar los elementos destinados a construir la base y mantenerla operativa.
Para la construcción y el funcionamiento de la base se debe garantizar el acceso y disponibilidad de carreteras, suministro de agua, provisión de energía eléctrica, líneas de comunicación. Cabe destacar que hasta entonces en la zona no existían rutas ni líneas de alta tensión.
En el acuerdo no se estableció el aporte de tecnología argentina, ni el traspaso de avances científicos chinos a sus pares locales. Los científicos argentinos deberían poder hacer uso de las instalaciones solo durante el 10 % del tiempo de funcionamiento (lo que equivaldría a dos horas y cuarenta minutos por día), tiempo que no es acumulable con el paso de los años. Además, sólo se podrá utilizar mientras no obstaculice el funcionamiento de la base, y su uso deberá ser aprobado por los científicos chinos. La realidad es que la Argentina no cuenta con herramientas de control para verificar que China cumpla con lo acordado.
Argentina tiene la capacidad de dar de baja el acuerdo, fundando sus motivos con un preaviso de cinco años. En caso de controversia será definido por arbitraje elegido de común acuerdo entre las partes en Pekín. Argentina bajo ningún concepto podrá expropiar o embargar el equipamiento, las instalaciones, bienes o documentación de la estación sin la aprobación de China.