Todo quedó claro en Siria aunque Irak había dado alguna clave con el Estado Islámico, el campo del batalla había cambiado radicalmente y el combate urbano se imponía. Las Fuerzas Armadas comenzaron a tomarse en serio la batalla en calles estrechas, en edificios y en el subsuelo en un entorno con población civil. Las adquisiciones empezaron a incluir material específico, como por ejemplo gafas de visión nocturna o minidrones unipersonales, y la importancia de la unidad como equipo básico de combate ganó terreno rápidamente. Hoy, el combate urbano, subsuelo incluido, es el pan nuestro de cada día.
En el último gran ejercicio de instrucción del Ejército de Tierra, el Azor 23, uno de los campos de capacitación ha sido el combate urbano que se ha ido imponiendo en el tablero bélico internacional hasta llegar a la confirmación final con las invasiones de Ucrania y Gaza. En España, si bien ya todos entrenan en estos ambientes, uno de los mayores especialistas en combate urbano es la Infantería de Marina, meintras que en escenarios subterráneos son los integrantes de la Brigada de la Legión, cuya preparación específica comenzó en 2015.
Con el fin de preparar a sus unidades en este tipo de combate, en 2015 el Ejército puso en marcha el programa de Preparación Integral para el Combate en Ambiente Subterráneo (Picas). La justificación que se dio en ese momento fue que “el Ejército de Tierra viene constatado desde hace tiempo la creciente importancia que la guerra subterránea podría llegar a tener en el marco de los conflictos asimétricos”. Ahora, con ejemplos como el de los conflictos que se están desarrollando en Palestina y Ucrania, este tipo de capacitaciones parecen más actuales que nunca. Lo que pretendía el Ejército con Picas era , principalmente, definir las líneas maestras de la instrucción y adiestramiento en este tipo de entornos (minas, cuevas, túneles, alcantarillas…). Los primeros en adiestrarse en este campo fueron dos Secciones del Tercio Don Juan de Austria, una de cada Bandera (VII Valenzuela y VIII Colón) y los resultados los convirtieron no solo en pioneros sino en referentes dentro de las FFAA. Pero el subsuelo no es el único campo de batalla en el combate urbano, las calles estrechas, los edificios llenos de escondites, la posibilidad de IED en cualquier esquina… y eso sin olvidar que hay que proteger a la población civil. Todo hay que tenerlo en cuenta.
Desde esos comienzos el programa ha evolucionado y las jornadas continúan celebrándose, si bien parece que el nombre Picas se ha perdido por el camino y hoy en día se habla directamente de combate en zonas urbanizadas. No solo eso, cada ejercicio que se realiza incorpora un apartado de combate urbano. Es más, el adiestramiento ya no solo afecta al combate propiamente dicho sino a las unidades de apoyo y ya se realizan ejercicios para, por ejemplo, los cuerpos de ingenieros. Hasta la UME se adiestra en rescates en este tipo de escenarios y realiza ejercicios propios de adiestramiento en, por ejemplo, instalaciones ferroviarias con el Adif.
Tal ha sido la importancia del combate urbano en la evolución de los conflictos que en 2020 se diseñó una gran ciudad en una antigua fábrica ubicada junto a la base El Empecinado de Valladolid, precisamente para adiestrarse en el combate urbano. Un gran campo de adiestramiento que, al menos en proyecto, podría ser de los más grandes de Europa. Las cifras de las instalaciones son enormes: 504 hectáreas y 320 construcciones, entre ellas 232 edificios de diverso tipo, más 174 hectáreas de bosque arbolado y 1.500 metros de túnel. Además, el campo contará con las ultimas tecnologías como realidad aumentada, inteligencia artificial o robótica inteligente.
En la Armada también lo tienen claro. La Infantería de Marina cuenta para su entrenamiento con galerías subterráneas y cuenta también con escenarios para recrear poblaciones y en el último año se ha realizado alguna licitación a este respecto.
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