La Armada de Uruguay amplía sus opciones en la búsqueda de un nuevo OPV para su flota y ya negocia con cinco astilleros distintos a los que se espera que se unan tres más próximamente.
Tras varios intentos por comprar buques de patrulla oceánica (OPV), que se han extendido por casi una decena de años y varios Gobiernos, el ministro de Defensa de Uruguay, Javier García, ha encomendado al comandante en jefe de la Armada, almirante Jorge Wilson, que defina lo antes posible la adquisición de buques que cumplan con las necesidades planteadas por la Fuerza.
La última oferta recibida constaba de tres buques nordkapp noruegos, pero fue desestimada por la Armada, ya que el Ministerio dejó claro que la compra de las naves debería ser como estaban y donde estaban, sin asegurarse los fondos necesarios para su remotorización, recorrida de casco y eventuales modificaciones para que pudieran ser ingresadas a puerto. A partir de ese momento, el Ministerio indicó a la Armada que ahora debería poner en marcha una búsqueda de naves que cumplan con los requisitos marcados por la Fuerza de Mar.
Si bien no ha trascendido oficialmente, se especula con que la compra rondaría los 100 millones de dólares como mencionó el ministro al inicio del último proceso, aunque existen versiones extraoficiales que indican que la disponibilidad financiera podría ser aún menor. En este caso, y a diferencia de los procesos anteriores, los oferentes deberán presentar su propio programa de financiación para ser evaluados.
Los buques
La búsqueda ahora se concentra en unidades tanto nuevas como usadas, y la Armada ya ha contactado con los tres astilleros que se presentaron al último, llamado Kership, Damen y CSTC, para que actualizaran sus ofertas basadas en algunos requerimientos iguales a los originales, como por ejemplo un desplazamiento de 1500 toneladas, hangar para los Agusta Bell 412 de la Aviación Naval, capacidad para lanzar lanchas RHIB por popa y una suite electrónica más modesta que la solicitada en el ultimo pedido, pero cumpliendo con los requisitos básicos necesarios para el cumplimiento de la misión.
De estos tres astilleros, al menos Kership y Damen, ya habrían presentado ofertas actualizadas, a las que se suman las presentadas por Cotecmar de Colombia, con su OPV 93 y el astillero español Cardama, con un buque de patrulla oceánica de mas de 1500 toneladas de desplazamiento. Es esperable que más ofertas sean acercadas a la Armada, tanto nuevas como usadas, en un proceso que tiene como meta que, como máximo, durante 2024 al menos uno de los buques, si es de nueva construcción, este haciendo pruebas de mar. La posibilidad de que países como Francia, Italia y Corea del Sur, entre otros, ofrezcan soluciones de segunda mano es muy sólida, particularmente porque el presupuesto asignado es relativamente bajo para la compra de unidades nuevas, por mas reducidos que sean los requerimientos de la Armada.
La decisión
Si bien la Armada en estos momentos corre con la responsabilidad completa de elegir a sus buques, la decisión de la compra siempre recaerá sobre el poder político, quien en definitiva es la autoridad encargada de rubricar cualquier adquisición de este tipo y autorizar el gasto. Las variables más importantes con respecto a los llamados anteriores son que los requerimientos de la Armada han bajado sustancialmente, sobre todo a nivel de electrónica y armamento, como así también la financiación, que ahora permite que los oferentes presenten sus propias propuestas en vez de que Uruguay marque el cronograma de pagos como era en el llamado anterior.
Con una situación apremiante en materia de buques y tiempos cada vez más reducidos para encontrar una solución a las casi inexistentes capacidades operativas de la Fuerza, los próximos meses serán definitorios para determinar si se podrá encontrar una alternativa viable durante este Gobierno o se deberá continuar esperando hasta que asuma una nueva Administración en 2025.