Cada uno de los 38 propulsores F-135 entregados por Pratt & Whitney el año pasado para equipar aviones de combate F-35 de Lockheed Martin resultaron más de 1.500 dólares más caros que los entregados en 2013. Son en total cerca de 30.000 euros por unidad, 8.000 dólares por encima de lo que se pagó por cada uno de los cuatro primeros motores suministrados en 2010. Se trata de una evolución contraria a la prevista en un programa militar, el más caro de la historia, que hace un año ya acumulaba un incremento de precios del 70 por ciento sobre su estimación inicial, lo que eleva el coste en las cerca de 2.500 aviones previstos hasta los casi 400.000 millones de dólares.
El plan original era lograr un caza más asequible conforme el número de unidades fabricadas fuese aumentando, en función de los ahorros lógicos por la compra de más componentes y la mayor productividad de unos trabajadores cada vez más experimentados.
Defence Aerospace ha analizado la evolución del precio de sus motores F-135, que ya arrastran un extenso historial de dificultades, y no ha encontrado ninguna correlación entre el número de unidades producidas y la evolución de sus costes, que en los últimos cinco años se han movido hacia arriba y hacia abajo de manera irregular.
Así, el coste de cada propulsor es ahora apenas un 6 por ciento más bajo que cuatro años antes, a pesar de que el número de entregas se ha más que duplicado, al pasar de 16 unidades del denominado lote LRIP 2 a los 38 del último, el LRIP 6. Si se compara con el inmediatamente anterior, el LRIP 5, correspondiente a 2013, cuando se entregaron 36 motores, se ha encarecido, de manera aún más incomprensible, un 6 por ciento.
Estos datos han sido extraídos de las bases de datos de la Inspección General del Departamento de Defensa de Estados Unidos, país que encabeza el programa F-35, del que también son socios Australia, Dinamarca, Italia, Japón, Noruega, Países Bajos y Reino Unido.
Su análisis lleva a la conclusión de que hoy por hoy no es posible predecir la evolución de los costes, lo que contradice las promesas de la industria y el Pentágono de que los precios caerían a lo largo del tiempo conforme la producción fuese aumentando.
Los casi 30 millones de dólares pagados por cada motor F-135 ya suponen más de un tercio del precio de un F-35 completo previsto por el programa para el año 2019.
Ante estas evidencias el estadounidense Subcomité de Fuerzas Aéreas y Terrestres Tácticas ha propuesto este mes un informe independiente sobre el programa de motores F-135 en el que se evaluarán su fiabilidad y los esfuerzos para reducir sus costes, entre otros. De llevarse a cabo, el informe deberá estar listo dentro de un año.
Piezas chinas ilegales para contener los precios
Pratt & Whitney llegó a paralizar la entrega de sus motores al programa F-35 Joint Strike Figther durante meses después de que uno de los aviones sufriese un incendio el pasado 23 de junio cuando se preparaba para el despegue en la base norteamericana de Eglin, en el estado de Florida.
Anteriormente ya habían planteado otros problemas, hasta el punto de que se llegó a poner en duda la decisión de detener el desarrollo del propulsor General Electric / Rolls-Royce F136 como motor alternativo para lograr un ahorro que no parece haberse alcanzado.
Los problemas de encarecimiento en torno al F35 han llegado a poner en riesgo la continuidad de algunos de sus nueve socios y ha originado episodios tan bochornosos como la utilización ilegal de piezas fabricadas en China en 2012 y 2013 para tratar de contener los costes, lo que llevó a las empresas responsables a enfrentarse a posibles importantes sanciones.
Fotos: Pratt & Whittney