El pasado 31 de agosto una mujer estadounidense intentó ingresar a México con un rifle Barrett calibre 50, abastecida de 8.000 cartuchos útiles calibre 7,62 x 39 mm., en una maleta ubicada en el asiento trasero de un coche. La mujer fue detenida por la Guardia Nacional en la Garita I, Puerta México en Nogales, Sonora. Mientras esto ocurría, otras 55 armas ingresaron al país con las que se asesinan a 70 personas cada día
El problema no es nuevo, por su puesto, la frontera es tan grande y tan porosa que desde hace muchos años es fácil ingresar con un arma corta en el cinturón o con un lanzacohetes a través de un túnel clandestino entre ambas naciones.
El problema es grave y para detenerlo han existido algunas “llamaradas de petate”: No more weapons y la Iniciativa Mérida con el expresidente Felipe Calderón; la exigencia del también exmandatario Enrique Peña Nieto en la Organización de las Naciones Unidas y, recientemente, Frozen con el presidente Andrés Manuel López Obrador y el canciller Marcelo Ebrard. Sin embargo, la entrada de armas sigue y seguirá.
La Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de Estados Unidos (ATF, por su sigla en inglés), estima que cada año son traficadas al menos 200.000 armas, aunque reconoce que la cifra podría ser mucho, pero mucho, más elevada.
Según la Fiscalía General de la República, de 2006 a 2019, fueron aseguradas 13.933.586 armas de fuego por la Secretaría de la Defensa Nacional, la Marina e instituciones locales de seguridad. A pesar de esto, se estima que en México circulan cerca de 12,5 millones de armas de fuego ilegales, de las que el 70% son de origen estadounidense y el 30%, principalmente, de origen europeo.
¿No hay esperanza?... en México hay una gran demanda y en Estados Unidos una enorme oferta dado, además, que es un derecho poder adquirir y poseer armas, de acuerdo con la Segunda Enmienda de la constitución estadounidense. Estimaciones de aquel país calculan que hay 393 millones de armas en el mercado, es decir, 40% de las armas a nivel mundial; de ellas, el 75% pertenecen a civiles.
Asimismo, existen 133.753 licencias para vender armas en Estados Unidos, de las cuales 22.689 se concentran en los cuatro estados fronterizos a México, que se suman a la venta por Internet. Ante este panorama, lo que puede hacer México de manera unilateral es limitado. Los Gobiernos de México y Estados Unidos acordaron, en octubre de 2019, fortalecer la colaboración para evitar el ingreso de armas a través del operativo Frozen, que tiene como objetivo congelar el ingreso de armas al país.
El canciller, Marcelo Ebrard, ha insistido en el tema en reuniones con autoridades estadounidenses como cuando habló con el secretario de Estado Mike Pompeo y en las conferencias matutinas del presidente. Incluso lo mencionó como una moneda de cambio por el cierre de la frontera sur para no permitir la entrada de migrantes que pretenden llegar a Estados Unidos. Sin embargo, a dos años de la presente administración la entrada de migrantes se ha detenido, pero las armas siguen ingresando.
Derivado del tráfico ilegal de armas de fuego, la relación bilateral México-Estados Unidos ha sido ríspid. Uno de los capítulos más controvertidos en la relación bilateral fue el operativo denominado Rápido y Furioso, que realizó la ATF durante la administración de Barack Obama.
Entre 2006 y 2011, Rápido y Furioso permitió la entrada al país de 2.800 armas largas que acabaron en manos del crimen organizado. El objetivo era vender y hacer llegar armas a presuntos criminales con el fin de rastrearlas para identificar a los responsables de los homicidios. La operación no fue exitosa y el mismo departamento de Justicia norteamericano concluyó que fue “supervisada de manera irresponsable”.
La controversia por Rápido y Furioso surgió en diciembre de 2010, luego de que dos armas fueran utilizadas en un tiroteo en Arizona en el que murió un agente de fronteras. El entonces presidente Felipe Calderón negó estar informado del operativo, pese a acusaciones de organizaciones como Desarma México.
Escondidas en transportes terrestres, en maletas o a través de aduanas corruptas, así llegan al país cientos de pistolas, fusiles de asalto, ametralladoras y de manera reciente fusiles Barret y superiores que el crimen utiliza y presume, como se pudo comprobar en un video publicado en redes sociales el pasado, en el que un cartel de drogas muestra su poderío de 80 armas de grueso calibre y vehículos blindados.
En el primer semestre de 2020 fueron asesinadas 17.982 personas, en promedio cerca de 100 asesinatos cada día. De acuerdo a la Secretaría de Relaciones Exteriores, siete de cada diez de estos crímenes se ejecutaron con armas provenientes de Texas, California y Arizona.
La falta de control en la venta de armas en el país del norte se suma a la impunidad, las complicidades y la corrupción que existe, sobre todo a nivel local lo que se traduce en una gran capacidad de intimidación por parte de los grupos criminales a los cuerpos de seguridad.
Este será otro sexenio frozen y no por que ya no lleguen armas sino porque los responsables se mantiene así, congelados o haciendo como que no ven.