Viene de 'Los retos de la Feria Aeroespacial México 2017 (1)'
Potencial
La estructura de negocio de la Famex se percibe bien fincada, el equipo liderado por el general Rodolfo Rodríguez Quezada ha hecho en estos años de trabajo un esfuerzo notable para que se institucionalice y se tengan resultados de excelencia; algo que se puede esperar de quien es probablemente uno de los hombres mejor preparados en la Fuerza Aérea Mexicana. Desde esta segunda edición es casi seguro que la feria ya cuenta con el impulso necesario que confirme la confianza de los expositores actuales y los que se sumen a ella en el futuro. Pero ¿qué sigue? sería ideal que ya se piense no sólo en la edición 2019, sino que exista una visión a largo plazo para convertirse en una referencia industrial de las dimensiones del salón de París, en Norteamérica.
Famex también puede convertirse en una bandera turística, ya que sin desviarnos del hecho de que es una cita eminentemente para la industria (y que debe permanecer así) no podemos perder de vista al público entusiasta que a la vuelta de los años terminará siendo piloto, ingeniero, mecánico de motores o comunicador de defensa; gracias a ese soplo de inspiración que todos los que estamos involucrados en el mundo de la aviación recibimos, en algún lugar así.
Una realidad innegable es que el entusiasta no acude a estas citas para sentarse a platicar con el representante de una compañía de poleas para rotores, pero está dispuesto a pagar un boleto para acceder al escenario. Este tipo de visitantes solo tiene un interés, ver aviones. Pero la disyuntiva a la que se enfrenta el público que asiste a la Famex es ¿por qué deben pagar 300 pesos mexicanos (15 Euros) por ver los mismos aviones que podría ver gratis en el espectáculo aéreo anual de la FAM?
Este segmento de mercado no puede desatenderse porque si bien es obvio que no cubrirá los costos de toda la feria, el público general debe contar con una oferta atractiva con opciones de acceso acordes, que desde el punto de vista de negocio podrían representar una entrada de fondos nada desdeñables, por lo que es importante que en el futuro este tema sea atendido de un modo innovador.
Por supuesto que desde la edición pasada tuvimos la presencia de aeronaves extranjeras, y en la actual constructores como Airbus dan un voto de confianza a la feria y a sus organizadores, mediante la posible presencia del A 400M, sin embargo en el futuro la gente verdaderamente espera que la presencia de aeronaves de otras fuerzas aéreas se conviertan en el valor agregado que motive a más público a comprar más boletos. Lo que a su vez ayudará al comité organizador a terminar de una vez por todas con la aun existente confusión de que, una cosa es la Famex y otra muy distinta el espectáculo aéreo anual.
Eventualmente la Famex llegará a un punto de no retorno en su evolución a donde deberá darse cuenta que ha rebasado el momento de ingresar a la arena de las grandes ferias aeronáuticas del mundo, no solo a hacerse presente, sino a competir ferozmente y para esto tal vez sea necesario dejar atrás aspectos más locales de su modelo de negocio actual.
Evolución
Específicamente, la idea de cerrar la feria con un espectáculo abierto y libre de costo, es algo que puede transicionar a un esquema de negocio más acorde. Sería interesante que los recursos destinados a éste magno cierre, se destinen para que, durante los días que la feria está en marcha, los constructores o equipos acrobáticos visitantes puedan realizar demostraciones aéreas con sus aviones y productos, esto puede servir como aliciente para que aún más empresas y naciones amigas se unan al éxito de la Famex.
Entendemos que entre algunos mandos de la Sedena aún existe cierto recelo a traer aeronaves extranjeras que sirvan para demostrar los sistemas de armas de algún constructor, una práctica por demás ordinaria en las ferias del mundo, desde la más pequeña a la más encumbrada. Sedena debe comprender que, como la importante entidad de defensa que es, no puede seguir cerrándose a este tipo de ideas, especialmente porque la Famex es un escaparte del negocio de la industria aeroespacial mexicana y esta incluye a la de defensa, donde los aviones por definición portan armas. Si en el futuro Sedena no logra hacer concesiones y adaptarse a las prácticas de marketing del mercado estará comprometiendo una parte importante del futuro de la Famex .
Recibimos muchos comentarios de lectores y entusiastas en los que se nos pregunta la razón de que a la Famex no la visiten grupos acrobáticos de otros países. Este es un tema muy complicado, por supuesto que lo más sencillo es que el comité organizador y entidades del Gobierno emitan una invitación y se trabaje en los aspectos logísticos, los cuales se pensarían fáciles, pero no lo son.
Debemos entender que traer este tipo de equipos cuesta dinero y mucho; primero se deben sobrepasar las barreras políticas, después, negociar la logística y mil detalles técnicos como quién aportará el combustible, las comidas, albergue, etc. Arreglos que no siempre son negociables o sencillos de obtener porque los equipos acrobáticos calendarizan sus participaciones con años de anticipación.
Sin embargo, aquí se tiene la oportunidad de comenzar un ciclo virtuoso, ya que entre más prestigiosa e internacionalizada sea una feria, más proclives serán los equipos acrobáticos del mundo a visitarla. A este respecto, nos gustaría pensar que el equipo del general Quezada cuenta con todo el apoyo del gobierno mexicano desde los servicios aéreos, hasta la misma diplomacia mexicana que podría jugar un importante papel para aprovechar oportunidades como que la Patrulla de Francia, está de gira por los Estados Unidos, y que hace apenas unos días se presentó en San Francisco. ¿No será oportuno devolver la invitación que Francia hizo a México para que sus cadetes desfilaran en el Día de la Bastilla?
Tampoco podemos dejar pasar la oportunidad de que muchas fuerzas aéreas europeas y de Asia, mantienen permanentemente equipos de adiestramiento de primer orden, en la Base Aérea de Nellis, en el desierto de Arizona, lo que potencialmente pone al alcance de la Feria aviones de Singapur, Alemania, Italia, Inglaterra, Corea del Sur o Australia a solo tres horas de vuelo del recinto de la Famex.
Después de todo, otra realidad innegable es que el negocio de los espectáculos y ferias de aviación no son una empresa ni fácil y mucho menos barata. Para esto será vital continuar con la institucionalización de la feria e incrementar el apoyo gubernamental que tiene. Y, por supuesto, el público deberá en algún punto adaptarse a la realidad de que la Famex es un evento de negocios que también debe ver por su sustentabilidad.
Hasta el cierre de esta edición, el comité de la Famex no nos ha confirmado la presencia de aeronaves de fuerzas aéreas extranjeras, refiriéndonos específicamente al compromiso de la ahora exsecretaria de la Fuerza Aérea Estadounidense (USAF) Deborah Lee James, quien en la Fidae 2016 confirmó la participación de la USAF para la segunda edición de la Famex. Si bien la USAF cambió de liderazgo en enero, se espera que la palabra empeñada se cumpla, aún de última hora.
Como mexicano que conoce a sus instituciones de defensa, me queda muy claro que muchas de estas últimas ideas caen en la categoría de las cosas que son más fáciles de decir que hacer, pero después de todo, ese es el espíritu con el que se fundó la Famex, hacer en México lo que no se ha hecho antes. No nos queda duda de que aunque es un tema con mil complicaciones que no siempre recaen en ellos, el general Rodríguez Quezada, su equipo, la FAM y la Sedena lo van a resolver porque va más allá de antiguos tabús que creemos ya fueron derribados, porque México es a cada día un actor creciente en el escenario mundial y finalmente porque es un tema importante para el público mexicano, que tiene todo el derecho a ver de primera mano cómo es realmente el mundo de la aviación.
Después de todo, hace cinco años si alguien hubiera dicho que se debería hacer una expo de defensa aérea en México, pocos lo hubieran tomado con seriedad; de igual modo que hace diez años nadie en ese Jetta azul, me hubiera creído que la principal base aérea de México albergaría 300.000 personas en sus pistas solo para ver aviones.