Lo que ha saltado a la opinión pública en relación con la reciente cumbre de la OTAN ha sido la anécdota: la foto del marido del primer ministro luxemburgués, el supuesto empujón a un primer ministro o los sobrecostes del nuevo edificio del cuartel general de la Alianza en Bruselas. Lo cierto es que tampoco se esperaba nada nuevo de una cumbre cuyo mayor aliciente era el ser la primera de la Era Trump. Ni siquiera era inesperado el 'tirón de orejas' sobre el esfuerzo necesario para alcanzar el famoso 2% del PIB.
La declaración conjunta OTAN-UE firmada en Varsovia en 2016 por el secretario general de la OTAN y los presidentes del Consejo y la Comisión, ya apuntó que la clave del futuro está en Europa. La declaración incidía en la necesidad de establecer una mayor cooperación de cara al desarrollo de capacidades. Sin olvidar las alusiones a la industria de defensa.
Por eso resulta más interesante la reunión de ministros de Defensa de los países de la UE, celebrada en Bruselas el pasado 18 de mayo, donde se trató con especial detalle el tema de la cooperación estructurada permanente en materia de defensa. Un tema que se abordará en la próxima cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión, prevista para este mes de junio, y en la que se revisarán los objetivos de seguridad y defensa establecidos en reuniones anteriores. La importancia de la próxima cumbre ha sido resaltada por la canciller Ángela Merkel en un acto doméstico celebrado en Alemania a su regreso de la reunión del G7.
Es previsible que la cumbre europea profundice en el papel del Consejo y de la Comisión de cara al desarrollo del plan europeo de defensa y a la manera de abordar algunos de los proyectos de cooperación que se están planteando. Entre otros citaremos RPAS, reabastecimiento en vuelo, Satcom y ciberdefensa, como los más destacados. En su desarrollo la EDA, liderada por el diplomático español Jorge Domecq, deberá jugar un papel protagonista.
La cooperación estructurada permanente ya está viendo algunos resultados, aunque ciertamente limitados. El más destacado puede ser el caso del Benelux con iniciativas como el Air Policing o la cooperación entre armadas belga y holandesa en Medidas contra Minas (MCM). Los países nórdicos están igualmente reforzando sus mecanismos de cooperación e incluso desarrollando conceptos estratégicos comunes, como ocurre entre Suecia y Finlandia. Por su parte los países bálticos plantean cada vez mayores iniciativas de cooperación.
El incremento del presupuesto es necesario. El presupuesto de defensa de los países de la UE en 2016 fue de unos 220.000 millones de euros, algo más de un tercio del de Estados Unidos. De esa cantidad, aproximadamente dos tercios lo aportan Reino Unido, Francia y Alemania. Si no contabilizamos el presupuesto británico la UE contaría con 165.000 millones, la cuarta parte del presupuesto norteamericano, y de ellos el 50% lo aportan Francia y Alemania. Será por tanto clave el papel que juegue el eje París-Berlín en la nueva defensa europea. Nuevamente, la canciller Merkel ha incidido en que ya no podemos seguir fiando o confiando en nuestros aliados anglosajones. Madrid, Roma y Varsovia necesariamente tendrán que posicionarse.
Como ha dicho el Jemad en unas recientes declaraciones, el incremento del 2% no es ni inmediato ni sencillo. Sin entrar en juegos contables, la aprobación del presupuesto español de 2017 permite salvar las cuentas frente a los aliados, pero hay que actuar en otros ámbitos.
La ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal ha aludido ala necesidad de incrementar el esfuerzo operativo. La pasada década de limitaciones obliga a realizar un esfuerzo en el futuro en sostenimiento y en nuevas inversiones. Ambos aspectos han sido señalados por el general Alejandre que ha mencionado específicamente la necesidad de abordar con carácter inmediato programas de satélites de comunicaciones y observación, vehículos 8x8, fragatas F110 o modernización de Chinook para resolver carencias que "resultan evidentes".
Pero no es solo un problema de dinero. Hay que desarrollar capacidades combinadas con otros países que permitan materializar la cooperación europea, y también actuar en el plano conjunto a nivel nacional para aprovechar al máximo los recursos disponibles, eliminando duplicidades y priorizando las inversiones que, a su vez, deben casarse con las estrategias industriales.
No solo es necesario incrementar el esfuerzo porque nos lo dicen desde la OTAN. Es preciso actuar porque necesitamos defender nuestro modelo de sociedad y para eso hace falta dinero, voluntad social y valentía política. A nivel europeo y nacional. Seguro que será un camino largo.