La aviación supersónica de México cumple 35 años y está al borde del colapso

Hace 35 años, el 8 de agosto de 1982, el primero de un total de 12 cazas Northrop F-5E/F Tiger II de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM), se posaba orgulloso en las pistas de la Base Aérea de Santa Lucía, al norte de la Ciudad de México; iniciando la era supersónica en dicha institución. Sin embargo despúes de treinta y cinco años de este importante hecho, la flota de F-5 en México jamás se expandió, las pérdidas jamás de repusieron, ninguna célula se modernizó, mantienendo su nivel tecnológico idéntico al de 1982; por lo que es fácil explicar que el actual estado de la aviación supersónica y de caza en México podría estar atravesando su peor momento en 101 años de historia. Lo que contrasta ampliamente con la completa modernización de su novísima flota de helicópteros, radares, transportes, entrenadores y aviones ISR de última generación.

En base a documentación oficial, hecha pública por la Secretaría de la Defensa Nacional, Sedena, se sabe que al menos cinco aviones están o sufrieron un proceso de rescate y que de seis a ocho motores han sido o podrían estar siendo arreglados por expertos suizos y mexicanos a la vez que más de 91 componentes y sistemas de las aeronaves también están o han sido sujetos a reparación.

De igual modo dichos registros públicos dejan ver que aunque las células difícilmente se acercan al final de su vida útil de horas de vuelo, es evidente que el problema se centra en el mantenimiento de los motores y no en la edad de los aviones. Destaca en el registro de horas de vuelo por año, que en sus 35 años de operación, 2017 podría ser el año en que menos horas de vuelo se registren, con poco más de 25.5 horas registradas hasta febrero.

Sin embargo, todo parece indicar que pese a los esfuerzos de rescate, la FAM enfrenta retos para mantener en vuelo un número significativo de F-5, ya que a casi un año de la errónea difusión de que se retirarían el pasado 16 de septiembre de 2016, se han continuado los avistamientos de estos aviones, aunque sólo se documentan vuelos en solitario o en par, pese a que el Escuadrón Aéreo 401, unidad que los opera, sólo registra oficialmente la pérdida de dos aeronaves.

Pese a que los Tigre II son los únicos aviones diseñados exclusivamente para combate aéreo con los que cuenta México, hasta el momento ni la Sedena o la FAM han demostrado interés público en alguna plataforma que los sustituya, a razón de que se encuentra en un importante, y hasta ahora exitoso, proceso de renovación de toda su flota; por lo que en algún momento será ineludible la responsabilidad de anunciar un sustituto de estas aeronaves.