Agencias gubernamentales de fabricantes de aviones de combate de Alemania, Francia, Suecia y Estados Unidos ya han recibido la correspondiente solicitud de ofertas (trámite conocido por las siglas en inglés RFQ, de Requests for Quotation) de las autoridades suizas para elegir el próximo caza del país.
La fuerza aérea suiza quiere sustituir su anticuada flota de aviones F/A-18 y F-5 por 40 nuevos aparatos en un programa valorado en 9.000 millones de francos suizos (algo más de 7.700 millones de euros al cambio actual), y que también incluye la adquisición de un sistema de misiles antiaéreos basados en tierra.
Como recogió Infodefensa.com a principios de este año, los cinco fabricantes que finalmente han sido invitados a enviar ofertas son Airbus, con su modelo Eurofighter, fabricado en el consorcio de este nombre cuya propiedad la compañía comparte con BAE Systems y Leonardo, la firma francesa Dassault Aviation, desarrolladora del modelo Rafale; la sueca Saab, fabricante del Gripen, y las estadounidenses Boeing, que opta con su F/A-18 Super Hornet, y Lockheed Martin, competidora con el modelo de quinta generación F-35A.
Estas firmas deberán concretar sus ofertas a Suiza antes del próximo mes de febrero, de acuerdo con el anuncio del Ministerio de Defensa del país. En ellas deberá quedar reflejado el cálculo de aeronaves requeridas por el fabricante para completar las misiones previstas por la Fuerza Aérea Suiza, con mención particular a la capacidad de volar en todo momento cuatro aviones durante cuatro semanas; el precio de 40 y 30 aeronaves, incluidos los gastos logísticos y la dotación de misiles guiados, todo ello para ayudar a determinar posteriormente el número finalmente requerido; propuestas de cooperación entre las fuerzas armadas y las autoridades de adquisiciones, y la posibilidad de compensaciones por el contrato.
Los responsables del proceso de adquisición suizo han definido cuatro criterios principales de evaluación de las ofertas y su correspondiente valor ponderado sobre el total. De este modo, la eficacia de la aeronave –entendida por tal su operatividad y resistencia– se tasa en un 55 por ciento del total; el soporte del producto –facilidad de mantenimiento, asistencia autónoma– queda cuantificado en un 25 por ciento, el plan de cooperación se valora en el 10 por ciento del total, y las compensaciones directas –fórmula conocida como offsets en el sector–, el 10 por ciento restante.
Tres meses después de cerrarse la recepción de ofertas, a partir de mayo y hasta julio de 2019, los modelos candidatos serán probados tanto en tierra como en vuelo. En noviembre de ese año, tras el resultado de las pruebas, será lanzada una nueva solicitud de propuestas, cuyas respuestas están previstas para finales de mayo de 2020. El informe de evaluación será elaborado entonces desde junio hasta finales de 2020 y posteriormente se presentará al Consejo Federal.
Compra de misiles antiaéreos
En cuanto al armamento basado en tierra contemplado en este programa, denominado Air 2030, la lista de candidatos que ya fueron anunciados incluye al sistema SAMP/T del consorcio francoitaliano Eurosam, el Honda de David, desarrollado por Israel, y el sistema Patriot de la estadounidense Raytheon. Con el sistema elegido Suiza quiere proteger un área de 15.000 kilómetros cuadrados, equivalente a un tercio del país.
El arma deberá ser capaz de interceptar objetivos a 50 kilómetros de distancia y hasta 12 kilómetros de altura. Las ofertas serán valoradas bajo los mismos criterios principales señalados para los aviones y con igual ponderación. Su informe de evaluación deberá presentarse al Consejo Federal al mismo tiempo que en el caso de los cazas
El pueblo rechazó el Gripen
Las autoridades suizas optaron por buscar una nueva solución a la defensa aérea del país después de que en mayo de 2014 sus ciudadanos rechazasen en referéndum la compra prevista entonces de 22 aeronaves Gripen a la sueca Saab por cerca de 3.500 millones de dólares. Con este objetivo a mediados de 2016 se encargó a un grupo de expertos la evaluación de una nueva solución para la defensa aérea del país a través de un informe de recomendaciones.
El trabajo recogió cuatro opciones, cada una de ellas basada en un distinto grado de desarrollo de los sistemas de protección del espacio aéreo, y describía sus ventajas y desventajas. La segunda opción, que fue la finalmente elegida, planteaba la compra de 40 cazas y la adquisición de una nueva red de defensa aérea por 9.000 millones.