La Fuerza Aérea Colombiana (FAC) ha celebrado el pasado día 12 los 30 años de su especialidad de Defensa Antiaérea y Antimisil, creada en 1989 como una respuesta institucional al intenso tráfico aéreo ilegal empleado en esos momentos principalmente por el narcotráfico, y lo ha hecho con una llamativa escasez de herramientas para realizar su trabajo. Como ejemplo baste reseñar que la Defensa Antiaérea y Antimisil cumple tres décadas y lo hace sin misiles pese a que la FAC ha trabajado duramente para conseguirlo.
Según la FAC, durante estos 30 años no solo se ha cerrado el espacio aéreo a vuelos (trazas) ilegales, sino que además se han suscrito una serie de acuerdos, cursos y ejercicios con diversas naciones con el fin adquirir experiencias, compartir estrategias y fortalecer las capacidades operacionales de esta especialidad. Pero también se han desarrollado programas de adquisición que sin embargo no han llegado a buen fin.
En aras de contar con un sistema integral y aprovechando el desarrollo de en su momento la quinta edición de la Feria Aeronáutica Internacional F-Air 2011, la FAC presentó dentro del marco de su Plan Estratégico Institucional su Sistema Integral de Defensa Aérea (Sisdan), que contemplaba la adquisición de radares y de un sistema misilistico (de mediano/largo alcance), con cifras y tiempos para su implementación.
Cuatro años después (2015) y precisamente en el Día de la Defensa Antiaérea, la FAC recibía los primeros cuatro radares 3D Northrop Grumman AN/TPS-78, adquiridos en diciembre de 2012, incorporación que se constituía en el primer paso hacia la materialización del Sisdan.
En febrero de 2017 y por instrucciones del entonces comandante de las Fuerzas Militares (FFMM), general Juan Pablo Rodríguez, siendo cabeza del Estado Mayor Conjunto el almirante Henry Blain, se estableció una mesa de trabajo que reunió a la Dirección de Defensa Aérea de la Jefatura de Operaciones Aéreas de la Fuerza Aérea (FAC), a la Dirección de Artillería del Ejército y a la Dirección de Proyectos Especiales (Diproe) de la Armada Nacional, con el objeto de fortalecer las iniciativas y proyectos tendientes a la adquisición de sistemas misilisticos para la defensa antiaérea nacional, motivado lo anterior en fuertes malestares al interior de las FFMM por los casi inexistentes medios de defensa anti aéreos que venía (y viene) desplegando la FAC, doctrinariamente encargada de la defensa de punto (bases, instalaciones, plantas, puertos) y por el Ejército colombiano (Ejercol), encargado de la cobertura y protección de las unidades de y en maniobra.
A pesar del real interés no solo de la FAC, sino del Ejército y del Comando General de las Fuerzas Militares, traducidos en proyectos no solo para la dotación del Sisdan, sino además para la creación de un sistema Vshorad para el Ejército, a la fecha no han sido aprobados recursos suficientes que posibiliten realmente la adquisición de sistemas de misiles antiaéreos (tierra-aire) tanto para la FAC como para el Ejercol.
En este sentido, para el presente 2019 la FAC presentó una serie de proyectos para la Adquisición de baterías antiaéreas de mediano alcance (dentro de su plan de Fortalecimiento de las capacidades de fuegos aéreos para la seguridad y la defensa a nivel nacional), solicitando para ello una serie de recursos y siéndole solo aprobados –por el Ministerio de Hacienda- para el Sisdan ,14.676.536 de dólares aproximadamente, cifras a todas luces irrelevantes si lo que se pretende es apoyar la construcción de capacidades disuasivas.
Sumado a lo anterior -y paradójicamente- desde la creación de esta especialidad hasta la fecha, se han presentado por lo menos 20 violaciones al espacio aéreo colombiano por parte de aeronaves de la Aviación Militar, el Ejército y de la Guardia Nacional Venezolana, motivados sin duda y entre otras razones en la inexistencia de un sistema misilistico que disuada –y niegue- el espacio aéreo nacional a aeronaves que pretendan entrar sin autorización en él.
La falta de recursos para la incorporación de sistemas de mediano alcance, que acompañarían el despliegue de los radares, ha dejado la defensa aérea de la nación casi exclusivamente bajo la responsabilidad de las aeronaves de caza de la FAC.
La escaza disponibilidad de sistemas por parte de la FAC y la existencia de un solo sistema de artillería antiaérea de tubo en el ejército (Eagle Eye), en mínimos números, en condiciones operativas desconocidas y útiles solo para la defensa de corto alcance, evidencian que el concepto de defensa antiaérea (sistemas que desde tierra protegen el espacio aéreo) no puede aplicarse en este país, pues los muy escasos medios existentes solo son efectivos para la defensa a muy corto alcance, es decir dentro del rango Vshorad (hasta 7 km), pero no para los rangos Shorad (hasta 13 km), medio alcance (hasta 30 km) y largo alcance (150 km), lo que de paso evidencia la ausencia total de un sistema de anillos de defensa antiaérea que garantice la protección de los puntos de carácter estratégico de esta nación, situación por demás conocida por el actual gobierno colombiano. La especialidad de Defensa antiaérea y antimisil colombiana tiene por tanto muy poco que celebrar y si mucho que lamentar.