La Armada española ha empezado a estudiar cómo sería el proceso de implantación y entrada en servicio del caza de combate F-35B -versión con capacidad de despegue corto y aterrizaje vertical- de la compañía estadounidense Lockheed Martin. La llegada de este avión de quinta generación obligaría a acometer una serie de reformas en la base naval de Rota y en el LHD Juan Carlos I para asegurar la operatividad e implicaría además otros desafíos desde el punto de vista de la seguridad, el mantenimiento y el personal.
Es de sobra conocido que el F-35B es el único avión que existe en el mercado para reemplazar a los veteranos Harrier AV8B+ de la Novena Escuadrilla. La Armada no esconde desde hace años su apuesta por el F-35B e incluso maneja un calendario. Según sus planes, los Harrier estarán en servicio hasta 2028, quizás un poco más, por lo que el nuevo caza debería llegar en torno a esas fechas. Para ello, será necesario lanzar el programa de adquisición en los próximos cinco o seis años.
En un reciente artículo en la Revista General de Marina, tres tenientes de navío -Santiago Touriño, Pedro López y Richard José Pereira- profundizan en las implicaciones que supone la compra de este caza, un proyecto que permitiría mantener la capacidad de proyección que proporciona la aviación de caza y ataque embarcada.
Desde el punto de vista logístico, sería necesario un nuevo hangar para el sistema ALIS (Automatic Logistics Information System) y los trabajos de mantenimiento, además de un nuevo edificio de simulación con cuatro cabinas FMS (Full Mission Simulator). Ambos estarían en las instalaciones de la Flotilla de Aeronaves (Floan) en Rota y deberían cumplir con los estrictos requisitos de seguridad del programa.
El LHD Juan Carlos I también necesitaría obras de adaptación. En este caso, habría que reforzar la cubierta de vuelo para evitar la degradación con las altas temperaturas que provocan los gases de salida del motor en las tomas verticales y crear espacios para el sistema logístico ALIS a bordo y para el planeamiento de la misión. La Armada también tendría que hacer una actualización de las líneas de presión de combustible y de las tomas de corriente para el mantenimiento. Todos estos trabajos estarían recogidos en un plan de acción, si España finalmente apuesta por el F-35B.
La formación del personal es el otro punto clave del programa. Para garantizar una correcta transición con el Harrier, resulta necesario la formación anticipada de pilotos y técnicos de mantenimiento en los sistemas del F-35B. La cifra inicial de personal dependerá del número de aparatos que esté previsto adquirir, no obstante, según los planes actuales de la Armada, el núcleo inicial estaría integrado por entre cuatro y seis pilotos y entre veinte y treinta mantenedores.
"Esta plantilla tendría que permanecer destinada en la escuadrilla como mínimo entre cuatro y seis años tras haber completado su formación en los sistemas del F-35B. Posteriormente, iría agregándose nuevo personal, a medida que se da de baja el Harrier, hasta completar el número que se determine, según la experiencia que ya tienen otros operadores de este avión", detalla el artículo.
Los simuladores tendrán también un papel destacado en el adiestramiento. Los pilotos podrán realizar en las diferentes versiones, desde la fase inicial, hasta el refresco o la fase avanzada, pasando por ensayos previos a una misión. El sistema de simulación asociado al F-35B permite, por ejemplo, combinar el adietramiento de un piloto de un avión en vuelo con otro en un simulador o conectar en red hasta cuatro simuladores de forma simultáneo.
En el caso del personal de mantenimiento, deberá compaginar conocimientos técnicos con informáticos y tendrá que seguir "un ciclo de instrucción, con clases y prácticas con dispositivos de adiestramiento, para desarrollar un profundo entendimiento de los sistemas de esta plataforma".
La implantación del F-35B en la Armada también implicaría mejorar en las medidas de seguridad para proteger la información del sistema. En la actualidad, no se cuenta con la acreditación necesaria para operar los equipos de información clasificada del F-35B, lo que representa un requisito adicional en el proceso de adquisición.
El programa, a la vista está, tiene importantes retos e implicaciones. Sin embargo, la Armada no duda de los beneficios. "Este programa supondría para la Armada, y para la Floan, en concreto, un hito equivalente a lo que fue en su día el programa de las fragatas F-100 para nuestras fuerzas de superficie: operar con una plataforma de última generación, con tecnología punta, que nos permita ejecutar misiones que solo están al alcance de un reducido y selecto grupo de naciones", concluye, a modo de resumen, la publicación.