En la segunda parte de la entrevista a Infodefensa.com, Antonio Rodríguez hace un repaso a los programas de adquisiciones más importantes en los que estuvo presente durante sus años como negociador del Ministerio de Defensa.
¿Qué recuerdo tiene de las negociaciones de los programas?
A lo largo de mi etapa en el Ministerio de Defensa habré negociado con mis colaboradores del orden de 500 acuerdos que dejan un recuerdo de lo más variado, no es lo mismo negociar con estadounidenses, franceses, israelíes o noruegos. No todos los equipos objeto de la negociación eran iguales y además en algunos casos la industria española recibía beneficio y en otros había que apoyar.
¿Cuál es el más importante?
El programa más importante fue el F-18. Fue trascendental para el progreso de CASA e Indra. Por decisión del propio presidente del Gobierno, Felipe González, el programa asignó una parte de los fondos para permitir que las áreas de electrónica y aeronáutica tuvieran un impulso importante. Defensa e Industria financiaron a las empresas españolas, con el objetivo de alcanzar un grado en el que pudieran absorber la actividad procedente de los acuerdos firmados. El programa ha beneficiado a más de 900 empresas con unos retornos muy altos, del orden de los 12.000 millones de euros. Fue el comienzo de todo lo que ha pasado después y una escuela para los negociadores del Ministerio de Defensa. Llevaba implícito compensaciones industriales y económicas y no ha sido superado en mucho tiempo por ningún otro programa.
¿Qué otros programas destacaría?
A la que vez se firmaba la entrada en el F-18, España decidió entrar en el programa Eurofighter. Este proyecto ha generado actividad industrial y ha dejado tecnología en el país. En este caso, España actuaba cofinanciado con la oportunidad de hablar. Algo que también sucedió en el caza de combate Harrier, otro de mis favoritos, donde estuvimos en contacto con Italia, Reino Unido o Estados Unidos. El helicóptero Tigre y las fragatas F-110 también fueron muy importantes. En definitiva, el número uno como programa de compensaciones industriales es el F-18 y como programa de cooperación es el Eurofighter.
Sobre el Harrier, ahora mismo se debate la compra de un sustituto. Desde su experiencia, ¿llega España a tiempo del programa F-35?
Tuve la suerte de poder dirigir el programa Harrier, uno de los menos conocidos, que consolidó a Indra como líder mundial en simulación. El programa consistió en una modernización y potenciación de las aeronaves existentes. En el F35, en mi opinión, España llega tarde porque ya está hecho el reparto industrial. España tuvo grandes dificultades financieras para entrar en el F-35, por otra parte, en los inicios del proyecto el Ejército del Aire tenía el F-18, los mejores aviones que entonces había en Europa y que hoy en día todavía son punteros. Los países que comenzaron con la inversión en el F-35 nos llevaban una ventaja brutal. Si España decidiera entrar, recomendaría negociar duramente con el proveedor y sus socios.
¿Qué programa fue muy difícil?
A veces negociar con un estado es más difícil que con una empresa. Recuerdo experiencias personales duras por ejemplo con el helicóptero de ataque Tigre donde defendimos los que considerábamos nuestros derechos en un programa al que habíamos llegado tarde. En este caso, España puso como condición ser miembro de pleno derecho en el programa para comprar la aeronave.
¿Ha echado de menos estas negociaciones después de dejar el Ministerio de Defensa?
Sinceramente si, en los últimos años también he estado muy bien asesorando a Santa Bárbara Sistemas, pero es cierto que se echa de menos. Recuerdo reuniones con grandes empresas europeas y los representantes de sus gobiernos en los que hemos dicho; si no se hace así no vamos a poner dinero. Si lo que pides es razonable y tiene una fuerza económica que lo apoye y un cierto peso político, lo que tiene que hacer es negociar duro e incluso al final se hacen amigos.
¿Qué ministros cree que apoyó más a la industria de Defensa?
Creo que el problema todos los ministros de Defensa que he conocido ha sido siempre el mismo. Las necesidades de los Ejércitos reflejadas en una planificación de las adquisiciones nunca han contado con la financiación suficiente. Todos los ministros han hecho lo que han podido por la industria con mayor o menor proactividad, pero siempre han tenido esta preocupación. Esta preocupación nunca se ha podido concretar porque no existe una ley de financiación de las Fuerzas Armadas que funcionara. De ahí, el impulso de los Programas Especiales de Armamento (PEA), que es donde más he trabajado a parte del primer programa del F-18.
Habla sobre inversión, ¿España debe alcanzar el famoso 2% del PIB?
En el año 1991 participe en una planificación de necesidades en la que ya hablábamos del 2% del gasto del PIB en Defensa, sin embargo no existía la base financiera para llevarla a cabo. Por eso aparecen después los programas especiales de armamento que recogen las necesidades que ya estaban ahí.