Alrededor de 650 militares españoles ven estos días desde sus posiciones al sur del Líbano como se suceden los ataques entre Hezbolá e Israel. Los enfrentamientos son diarios y la escalada atraviesa por un momento muy delicado, tras el reciente intercambio de golpes entre las Fuerzas de Defensa israelíes y la milicia chií libanesa.
España participa desde hace casi dos décadas en la misión de la ONU (Unifil) que opera entre el río Latani -al norte- y la Blue Line -al sur-, la línea de alto el fuego que funciona como frontera entre Israel y Líbano. En total, en esta zona hay alrededor de 10.300 cascos azules y unos 800 civiles al mando del general español Aroldo Lázaro desde 2022.
El contingente español lidera con más 600 militares -también hay guardias civiles- la Brigada Multinacional Este compuesta por 3.500 efectivos de nueve países. El cuartel general está en la localidad de Marjayún, y muy cerca se encuentra la base española Miguel de Cervantes, que alberga al grueso del destacamento.
Dentro del batallón español se encuadra una compañía serbia y una sección salvadoreña, así como oficiales brasileños y argentinos. En este sector también hay militares de India, Nepal o Indonesia. España además como nación que lidera Unifil tiene medio centenar de militares en el cuartel general de la misión en Naquora, en la costa mediterránea libanesa.
Ante escaladas como la actual, los cascos azules poco pueden hacer para rebajar la tensión. Unifil no es una misión de imposición de la paz. Su misión es básicamente patrullar la zona caliente de la Blue Line para comprobar y certificar que tanto Israel como Líbano respetan el acuerdo alcanzado en 2006 . "No fuerza el cumplimiento del acuerdo, sino que denuncia sus violaciones. Es importante comprender esto, pues muchos critican la misión por no hacer más, requiriendo de ella acciones que exceden su mandato”, recordaba la semana pasada el jefe del Mando de Operaciones, teniente general Jose Antonio Agüero en una visita a las tropas españolas en Líbano.
Mapa de la misión Unifil. Firma: DSN
El principal problema es que ninguna de las dos partes respeta el alto el fuego. Y al final los militares españoles y los del resto de naciones que contribuyen a la misión se convierten al final en testigos directos de los lanzamientos de cohetes y misiles y de las explosiones, a veces más cerca, otras más lejanas. A pesar de las escaramuzas constantes, el trabajo continúa y las patrullas salen a diario a recorrer la Blue Line con una mayores medidas de seguridad, mientras se mantienen los contactos habituales con el Ejército libanés y las autoridades locales.
La misión de Líbano ha sido durante muchos años el despliegue de las Fuerzas Armadas españolas en el exterior con más efectivos. Hoy continúa entre las tres primeras, detrás de los contingentes en Eslovaquia y Letonia.
Medios con mayor protección
El incremento de las hostilidades entre Israel y Hezbolá los últimos meses, a raíz de la guerra en Gaza, ha obligado también a reforzar en los últimos meses la seguridad en las bases y instalaciones españolas y a enviar vehículos equipados con un mayor blindaje ante posibles incidentes durante las patrullas.
En mayo, el Ministerio de Defensa envío una nueva remesa de vehículos blindados con Vamtac de Urovesa en dos versiones: el modelo ST5 equipado con el afuste en la parte superior para portar ametralladoras y otra variante del ST5 diseñada para el transporte de equipos EOD y todo el material que utilizan con un nivel de blindaje BN3. Junto con los Vamtac, los militares en Líbano también han recibido todoterrenos para el transporte de personal por carretera y palas blindadas para los ingenieros.
Las alarmas se han vuelto frecuentes en los últimos meses. Solo los refugios de la base Miguel de Cervantes cuentan con 21 búnkeres con capacidad para hasta 2.000 personas. En el cuartel general de Naquora, los efectivos españoles disponen también de equipos de comunicaciones diseñados específicamente para continuar con el mando de la misión, si es necesario, desde dentro de los búnkeres.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprueba de forma periódica resoluciones para extender esta misión. Mientras Israel y Hezbolá lanzan ataques están en marcha actualmente las conversaciones para dar continuidad a un mandato que suma casi dos décadas sin una solución a la vista del conflicto a ambos lados del delgada línea que sostienen los cascos azules.