En su primera cena de camaradería con las Fuerzas Armadas, el presidente de la Nación, Javier Milei, destacó su compromiso de dar vuelta la página de la historia para otorgar a las fuerzas el respeto y reconocimiento que merecen. Durante su discurso en el Edificio Libertador, Milei enfatizó la necesidad de reconciliar la política con las Fuerzas Armadas, reconociendo el sacrificio de sus miembros y la importancia de mejorar sus condiciones.
El mandatario subrayó que, aunque las limitaciones económicas actuales imponen restricciones, su administración no desconocerá la deuda histórica con las Fuerzas Armadas. En este sentido, anunció que a partir del segundo semestre se iniciará una recomposición salarial, vinculada a la estabilización económica del país, y destacó que el Senado aprobó los ascensos que estaban pendientes desde hace más de dos años.
Reconoció la necesidad de reequipar a las Fuerzas Armadas con tecnología de vanguardia, destacando la compra de 24 aviones F-16 para la Fuerza Aérea, calificándola como la adquisición militar más importante de las últimas cuatro décadas, junto con la modernización del TAM. Además, subrayó la participación de Argentina en operaciones conjuntas con "los mejores del mundo", en referencia a la intención de convertirse en socio global de la OTAN.
Por último, el presidente mencionó la modificación de la Ley de Seguridad Interior, permitiendo que las Fuerzas Armadas colaboren en situaciones excepcionales con las fuerzas de seguridad, sin necesidad de declarar el estado de sitio. Milei cerró su discurso reafirmando su visión de una Argentina grande, fuerte y potencia, respaldada por unas Fuerzas Armadas profesionales y respetadas.
Es relevante mencionar que la vicepresidente de la Nación, Victoria Villarruel, no asistió al evento, aparentemente porque no fue invitada. Resulta llamativo, dado su vínculo con ciertos sectores de las Fuerzas Armadas y el hecho de que su padre fue veterano de la Guerra de Malvinas.