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Brasil negocia con Francia un mayor apoyo a su submarino de propulsión nuclear
Brasil y Francia llevan adelante conversaciones para actualizar el Prosub, acuerdo firmado en 2008 para viabilizar la producción de cuatro modernos submarinos convencionales y trabajar junto a la industria naval francesa en la construcción del casco del submarino de propulsión nuclear SN-BR Álvaro Alberto.
La novedad entre ambos Estados es que Brasil —a través de su Marina— solicita una ampliación de la participación francesa en el submarino de propulsión nuclear más allá de la construcción del casco: a partir de las piezas, componentes y tecnologías necesarias para la puesta en servicio del retrasado Labgene, prototipo del submarino terrestre que se encuentra en fase de montaje del reactor nuclear en Aramar/Iperó (São Paulo).
Entre las demandas brasileñas se encuentran modelos específicos de turbinas y generadores diseñados para trabajar en un entorno nuclear, algo que la industria autóctona no puede suministrar. Así como válvulas y determinados tipos de tuberías.
De hecho, la integración del reactor con el resto del submarino simulado en tierra, su certificación de seguridad y la racionalización industrial de las siguientes etapas nucleares son hitos tecnológicos que Brasil no puede superar sin la participación de un socio estratégico experimentado en la materia como Francia.
El prestigio nuclear de Francia
El escándalo Aukus ha afectado mucho el prestigio (y los bolsillos) de la industria naval francesa. El acuerdo multimillonario (65.000 millones de dólares) que tenía con Australiade, firmado en 2016, estipulaba suministrar a la nación oceánica al menos 12 submarinos convencionales, con los que Canberra esperaba crear una disuasión naval creíble contra China y su expansionismo en el Pacífico.
Sin embargo, Australia se retiró unilateralmente del acuerdo con los franceses en 2021 y poco después anunció Aukus, una asociación trinacional entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos para aquirir al menos tres submarinos de propulsión nuclear a partir de la década de 2030, finalizando las entregas antes de 2040.
Para Francia, cosechar un nuevo acuerdo para desempeñar un papel de liderazgo en la parte nuclear del Prosub no es sólo una importante ganancia geopolítica, dada la naturaleza a largo plazo del proyecto, sino también porque permitirá a la industria naval francesa obtener enormes beneficios en el proceso. La ‘nuclearización’ de Itaguaí Construções Navais y de la Base Naval y Astilleros requerirá enormes inversiones, estimadas en unos 25.000 millones de reales (4.967.674.316 de dólares aprox.) hasta 2033, cuando el Álvaro Alberto este operativo en la Fuerza de Submarinos.
Se trata de una negociación delicada, ya que el deseo francés de resarcirse de los Aukus choca con la firme determinación estadounidense —no escrita pero explícita en sus embargos y acuerdos— de no permitir que ninguna armada del hemisferio sur sea capaz de producir, mantener y operar sus propios submarinos de propulsión nuclear. La armada brasileña no comparte esta postura.
Otro punto clave de este acuerdo estratégico entre Brasil y Francia es la necesidad francesa de obtener uranio para su industria nuclear de proveedores fiables. Níger, que actualmente cuenta con el 20 % de este mineral, es un país africano que vive una gran inestabilidad interna con el aumento de la influencia y presencia rusa en la región.
Con el aumento de la demanda francesa de centrales nucleares debido a la crisis del gas en Europa (antes comprado a Rusia), contar con Brasil como socio estratégico en materia nuclear para Francia es sin duda un gran negocio y una inversión de futuro.
