Las Fuerzas Armadas de Uruguay de cara a 2023: un año para ilusionarse... o no
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Las Fuerzas Armadas de Uruguay de cara a 2023: un año para ilusionarse... o no

La escasez de recursos para la inversión en defensa es la denominadora común de casi todos los gobiernos uruguayos de los últimos 40 años
La Fuerza Aérea de Uruguay y la Aviación Naval adquieren repuestos para sus aeronaves
Dragonfly de la FAU. Foto: FAU
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Como se ha transformado en una costumbre en los últimos gobiernos, año a año se postergan las grandes decisiones relacionadas a la Fuerzas Armadas de Uruguay. Mientras en el resto del mundo se puede pasar por periodos de menor o mayor inversión en el rubro militar, la escasez de recursos para la inversión en defensa es la denominadora común de casi todos los gobiernos uruguayos de los últimos 40 años. Tal vez, en alguna rara ocasión, se otorgaron partidas muy específicas para la adquisición de algún medio, pero en su gran mayoría fueron sistemas obsoletos y con relativamente poca utilidad militar. En ese sentido, este gobierno no está siendo muy diferente de sus predecesores. Si bien una buena excusa para los problemas económicos del país pueden ser achacados a la pandemia y a la crisis económica mundial que esta generó, lo cierto es que tampoco se hizo mucho esfuerzo por lograr soluciones alternativas a las proyectadas originalmente y todas las ramas de las Fuerzas Armadas vieron perder capacidades operativas en estos últimos años.

Ejército

El Ejército está a la espera de que Estados Unidos encuentre un sustituto a los M1117 Guardian que originalmente había ofrecido y que ahora están comprometidos para Ucrania. Si bien existirían algunas chances mínimas de que algunas unidades del modelo pudiesen quedar disponibles, lo cierto es que las probabilidades son muy bajas. La partida de unos siete millones de dólares que Estados Unidos tiene disponible para estos vehículos está aprobada y solo resta definir que unidades podrían ser. Como alternativa a vehículos de Estados Unidos se están analizando la provisión de unidades de otros países de la OTAN, particularmente Canadá. Adicionalmente, el gobierno está buscando alternativas para equipar una fuerza de reacción rápida para Misiones Operativas de Paz bajo bandera de la ONU, en este caso serían una veintena de vehículos que estarían a la orden de la ONU para ser desplegados en cualquier parte del mundo con mínimo aviso. Esto ya fue aprobado por la ONU, pero aún no se ha equipado la fuerza. Fuera de eso, no se espera mucho más, con la excepción de una potencial compra de camionetas civiles pick up para ser militarizadas y sustituir los Land Rover tácticos que usa la fuerza, los cuales han comenzado a ser dados de baja.

Armada

Con la recepción de las tres lanchas clase Marine Protector en 2022 el ministro de defensa de Uruguay decía que se comenzaba el proceso de recambio de material de esta fuerza, algo que el gobierno había prometido. Sin embargo, muy poco más se sabe del resto de los planes. La donación de una lancha de patrulla artillada clase Chamsuri por parte de Corea del Sur y que se espera para el segundo semestre de 2023 es la única adquisición ya confirmada para este año. Otra compra que debería avanzar seria la del buque oceanográfico/hidrográfico Mt. Mitchel, que actualmente está a la venta por parte de una empresa privada y que fue inspeccionado por marinos uruguayos. Este buque, si se adquiere, seria con fondos propios de la Armada que ya están presupuestados y que originalmente estaban marcados para la remotorización de alguno de los buques existentes en la fuerza, potencialmente el Oyarvide. Sin embargo, el equipamiento y condiciones generales del Mt. Mitchell son muy superiores a lo que posee el Oyarvide, ya dado de baja. En ese sentido, cuando fue entrevistado por Infodefensa.com, el comandante en jefe de la Armada, almirante Jorge Wilson, expresó que las experiencias con las remotorización del velero escuela Capitán Miranda y el ROU 4 Artigas permitieron que la fuerza pudiese analizar la viabilidad de remotorizar el Oyarvide, optándose por la compra de una unidad que lo remplace.

En lo que respecta a la dilatada adquisición de dos o tres buques OPV para la Armada, proceso que oficialmente el país inició hace una década y que aún no ha dado frutos, el ministro de defensa realizó declaraciones públicas durante el mes de diciembre informando que se esperaba tener una resolución al respecto antes del fin del verano uruguayo de 2023. Sobre que podría ser lo que se decida, se limito a no ahondar en sus declaraciones y admitió que, pese a que se hizo un llamado a interesados y que se presentaron tres astilleros siendo el de China el mejor calificado técnicamente, todas las opciones están sobre la mesa. Estas ofertas incluirían unidades usadas de Estados Unidos como así también buques de patrulla oceánica noruegos, los que fueron analizados por sendas comitivas de oficiales de la Armada durante 2022. Esta última oferta fue acercada al Ministerio de Defensa de Uruguay por medio de la embajada italiana en Uruguay con el astillero Fincantieri como intermediario para realizar una reconstrucción de los buques y sus sistemas. El ministro dijo que todo se iba a analizar y que seguramente se decida en el primer trimestre de 2023. Las tres empresas que presentaron sus ofertas han recibido solicitudes de mantenimiento de sus ofertas hasta el 31 de enero de 2023. Lo cierto es que, si la opción elegida fuese la china, el primer buque difícilmente esté listo dentro del periodo de gobierno actual, algo que el gobierno esperaba para poder resaltarlo como logro de esta gestión.

Fuerza Aérea

La Fuerza Aérea Uruguaya prevé para el 2023 la recepción de un segundo Bell 212 Twin Huey y esperar a ver si se puede consolidar la recepción de más unidades. Con respecto a la aviación de transporte se estarían gestionando algunos Beechcraft B200 Super King Air con Estados Unidos para compensar la baja de los Embraer C-95 Bandeirante. En lo que se refiere a aviación de combate, el ministro ha manifestado continuamente que adquirir aviones de combate es muy costoso y que es casi imposible para el país. Esto más allá de se han solicitado precios y hubo visitas a distintas fábricas para conocer el material disponible. La intención de la FAU de adquirir un jet moderno, con buenas capacidades de intercepción, rápido y con radar abordo, vienen desde mucho antes aun que el proceso de los OPV, cuando en la década de los '70 se veían a los Kfir o F-5 como potenciales aviones para la FAU. Desde entonces se ha buscado el reemplazo para los venerables Cessna A-37B Dragonfly, que hasta ahora han cumplido todos los roles de la aviación de combate uruguaya. Con esa historia, es difícil esperar que existan muchos cambios para el 2023, excepto que se sigan dando de baja unidades que no podrán ser reemplazadas en el corto plazo. La vida útil de los A37B tiende a ser cada vez más corta y las posibilidades de adquirir un nuevo vector de combate cada vez se hacen mas lejanas, no solo por un tema económico, sino también por la pérdida constante de personal calificado tanto para volar las aeronaves como para mantenerlas.

La reducción a mínimos de las capacidades bélicas del país ha sido la constante de las últimas décadas en los distintos gobiernos uruguayos y este, que va por la mitad de su gestión, no ha sido diferente. La conversión de fuerzas militares a una suerte de guardia nacional, con medios civiles falsamente denominados de uso ‘dual’ por parte de los políticos, se he convertido en una constante. La necesidad de casi tener que pedirle perdón a la ciudadanía por tener que equipar a las Fuerzas Armadas de Uruguay es la moneda común de los discursos políticos, donde una y otra vez se tiene que machacar con el tema de que hay que equipar a las fuerzas para que cuiden la soberanía del país, protejan los recursos naturales, estén listos para la salvaguarda de la vida humana y un sinfín de tareas subsidiarias que ellas cumplen. Pero lo cierto es que el mandato constitucional que tienen las Fuerzas Armadas es de proteger al país en caso de agresión y estar equipadas militarmente para la guerra. Deben tener las herramientas para hacer la guerra y eventualmente destruir o al menos disuadir a un enemigo para que no ataque. Lamentablemente estas son malas palabras para los distintos políticos que han gobernado y gobiernan a Uruguay, por lo que la tendencia continuará en el mismo sendero, con la reducción de capacidades, sin rubros para adquirir el material que las fuerzas precisan y con la consigna de tratar de obtener la mayor cantidad de equipamiento donado o cedido por países amigos.



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