Antonio Rodríguez conoce a la perfección los entresijos de los principales programas de adquisiciones de armamento y material de las Fuerzas Armadas españolas. Durante un cuarto de siglo, entre 1983 y 2007, este ingeniero de Telecomunicación actuó como negociador en el Ministerio de Defensa, defendiendo los intereses de España y de su industria en proyectos tan importantes como los cazas de combate F-18, Eurofighter y Harrier o el helicóptero de ataque Tigre. En total, negoció en unos 500 acuerdos de cooperación y vio pasar por el ministerio a siete ministros del PP y PSOE.
La Asociación Española de Tecnologías de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio (Tedae) acaba de reconocer su trayectoria profesional con el Premio Tedae de Defensa que recogerá en la gala de la asociación del próximo jueves 28 de marzo en Madrid. Con motivo de este reconocimiento, Infodefensa.com ha entrevistado a Rodríguez para hablar en profundidad de su etapa en el Ministerio de Defensa y analizar la situación actual de la industria de defensa española.
¿Qué supone para usted recibir este premio?
Este premio es un reconocimiento a una labor, no solo mía sino también de mis colaboradores a lo largo de muchos años, que ha consistido básicamente en trabajar codo con codo con las Fuerzas Armadas y la industria para conseguir que las empresas españolas fuera más importantes y conocidas en el exterior y, por supuesto, crear trabajo y adquirir tecnología. Es un premio que me honra y es especial, porque al fin y al cabo viene de la industria, el sector al que he dedicado muchas horas.
¿Cómo ve la industria de Defensa española?
España tiene una industria calificada de nivel medio, que no puede compararse con grandes empresas de Estados Unidos. Solo tiene una empresa española entre las cien primeras, que es Navantia. En el entorno europeo, Alemania, Reino Unido, Francia e incluso Italia cuenta con unas industrias bastante consolidadas. En exportación, España está entre el 8 y el 10 del ranking mundial de ventas. Industria por industria podemos nombrar a Indra, Navantia, ITP o Sener, pero la dimensión no es grande y el carácter tampoco es global, entendido por carácter global atender a muchos sectores o subsectores del mercado como puede hacer, por ejemplo, Lockheed Martin.
¿Las empresas españolas están preparadas para competir en Europa?
El panorama europeo exige cooperación con socios con un mayor peso industrial y que además son competidores. Esta situación no es fácil. En mi opinión, las empresas españolas deben primero mejorar la cooperación con estos socios y segundo ofrecer especialización. Hay que buscar nichos de excelencia y aumentar las capacidades del sector. No tenemos grandes industria, sin embargo tenemos industria con capacidades importantes. En el ámbito nacional no es fácil poner a la industria de acuerdo, porque el mercado nacional es pequeño y la competencia es alta. Resulta necesario mejorar también, por tanto, la colaboración interior.
¿Cree posible la creación del llamado campeón nacional?
Creo que es muy difícil. ¿Quién sería el campeón? Navantia es una empresa estatal e Indra es una compañía semi estatal, aunque depende en gran medida de las inversiones de accionistas extranjeros. Hacer un campeón con estos mimbres es complicado. ¿A lo mejor es posible ser campeón en una capacidad sumando fuerzas y no necesariamente quererse llevar el pastel entero? No soy enormemennte partidario del campeón nacional, porque no lo veo fácil y no lo he visto nunca.
¿Cómo hay que cooperar en el ámbito europeo ante los nuevos programas?
Alemania y, sobre todo, Francia, siempre han querido concentrar el negocio. Para cooperar con socios, que a la vez son competidores, y triunfar es necesario poner sobre la mesa de negociación la capacidad tecnológica y financiera, y conocer muy bien las reglas del juego que pone la Unión Europea. En esto, España va retrasada, aunque el ministerio está haciendo lo que puede.
¿Qué medidas debe tomar el Ministerio de Defensa?
El problema de España siempre es el mismo, los recursos son escasos. Me refiero no solo a recursos económicos sino también humanos. Hacen falta más recursos humanos y financieros y además las industrias también deben contribuir. Las grandes empresas europeas han tenido desde siempre sus hombres en Bruselas, las nuestras han tardado más. Lo que se está haciendo tiene sentido, pero hay que medir bien que una operación de posicionamiento debe estar basada en recursos financieros y humanos, estos últimos capacitados, es decir, hay que aprender mucho más todavía de cómo se juega en el escenario europeo.
¿Es posible sacar adelante una Ley de Financiación de las Fuerzas Armadas?
He escuchado a todos los partidos políticos decir que es necesaria una ley de financiación de las Fuerzas Armadas. Lo que pasa es que a la hora de la verdad es difícil defender el mantenimiento de un servicio como la defensa al nivel que están, por ejemplo, los temas sociales. Hay que buscar una ley de financiación y, sobre todo, preservarla, como hacen los franceses o alemanas. Creo que es posible, pero hay que ir al parlamento y debatir. Es importante que un ministro de Defensa tenga también peso político para defender las posturas.