Reino Unido relanzará la próxima primavera su programa de adquisición de tres nuevos buques logísticos para su armada (Royal Navy) con un mayor enfoque hacia su propia industria. El proyecto, denominado FSS, por las siglas en inglés de Apoyo sólido de flota, “ayudará a revitalizar la construcción naval británica al requerir que una proporción significativa del trabajo de construcción y ensamblaje se lleve a cabo en el Reino Unido”. Así se recoge en el comunicado que el Ministerio de Defensa británico ha emitido sobre esta reedición de la compra prevista.
El país ya paralizó el pasado noviembre el concurso de selección del constructor de estas naves, aduciendo que ninguna de las ofertas entonces en liza se ajustaba a los requisitos presupuestarios del programa. Sindicatos y otros entes relacionados con la industria del país mostraron previamente sus críticas por la decisión de las autoridades de compras militares de abrir el concurso a postores extranjeros, en vez de encargarlo directamente a astilleros británicos. El pasado verano trascendió que el proyecto completo peligraba, como consecuencia de los recortes previstos ante la pandemia de Covid-19.
El programa, valorado en 1.000 millones de libras (1.100 millones de euros al cambio actual), contaba hasta su paralización con tres candidatos con opciones: la española Navantia, aliada con la firma local Harland & Wolff; la japonesa Japan Marine United Corporation (JMU) y el consorcio británico bautizado Team UK, conformado por BAE Systems, Babcock International, Cammell Laird y Rolls Royce. En la primera mitad del año pasado se retiraron otras dos firmas (la italiana Fincantieri y la surcoreana Daewoo Shipbuilding and Marine Engineering (DSME), de las cinco que a finales de 2018 fueron seleccionadas por el Ministerio de Defensa británico para competir en el FSS.
Diversas informaciones aparecidas en medios británicos el año pasado situaban a Navantia como favorita para hacerse con el programa.
En la nueva edición del concurso se invitará a empresas internacionales a trabajar en colaboración con empresas del Reino Unido para alimentar sus habilidades y experiencia, “pero el equipo de fabricación afortunado debe estar dirigido por una empresa británica”, explica el ministerio. De este modo se busca producir “un gran impacto en las economías locales de todo el Reino Unido, donde la construcción naval es una función destacada”.
El programa FSS se concibió para, entre otros objetivos principales, abastecer en alta mar a los nuevos portaaviones de la clase Queen Elizabeth, que en los próximos años comenzarán a prestar servicio. El proyecto contempla la construcción de tres buques con una capacidad de carga máxima de 7.000 metros cúbicos, cada uno, y diseñados para alcanzar una velocidad sostenida de 18 nudos. Además tendrán que poder suministrar material logístico en plena navegación y transferir cargas individuales de hasta cinco toneladas. La licitación inicial recogía que los barcos serían capaces de reabastecer combustible en la mar y de efectuar operaciones por todo el mundo. Esos planes primigenios contemplaban que las embarcaciones deberán entrar en servicio a partir de 2026 en la Royal Fleet Auxiliary, que es la responsable del apoyo logístico a los buques de la Royal Navy mientras están en la mar.
A día de hoy la flota británica únicamente cuenta con un buque FSS capaz de abastecer a los futuros portaaviones, el RFA Fort Victoria, que ya ha superado su vida útil prevista de 25 años.