La Armada de Chile en la Antártica
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La Armada de Chile en la Antártica

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Desde las exploraciones realizadas por Francisco de Hoces en 1526, se daba certeza al por entonces Imperio de Ultramar Español de territorios australes que debían ser explorados. El pensamiento geopolítico nacional, en el siglo XIX, daba certezas desde diferentes pensadores de las necesidades de comenzar a explorar el continente blanco.

Pasaría casi un siglo antes que el Estado de Chile actuara por las denuncias de grandes témpanos en cercanías del Cabo de Hornos y más al sur. Es de esta manera que a través de la Armada en el Anuario Hidrográfico de 1896, se plasmó el interés por enviar buques para explorar el continente antártico. Sin embargo, las restricciones presupuestarias y la falta de medios apropiados llevaron a postergar la expedición.

Para 1906, Chile, por primera vez y de manera expresa, manifiesta su propósito de hacer efectiva su soberanía sobre el continente antártico. Para concretar tal objetivo, crea la Primera Comisión Chilena Antártica a la que se le encomendó preparar una expedición de reconocimiento e investigaciones científicas, otorgar concesiones pesqueras para operar en aguas antárticas e iniciar intercambios diplomáticos con Argentina, invitándola a delimitar los territorios antárticos y emprender cooperativamente la exploración en esas tierras.

Lamentablemente, la expedición no se materializaría debido al terremoto que afectó a Valparaíso ese mismo año, y que obligó a desviar los fondos a las tareas de reconstrucción del puerto.

En 1916, ante la petición hecha por el explorador británico sir Ernest Shackleton, para rescatar a la tripulación del Endurance que permanecía en la isla Elefante, después de haberlo abandonado poco antes de su hundimiento, la Armada comisionó a la escampavía Yelcho al mando del piloto Luis Pardo Villalón, quien lograría su objetivo el 30 de agosto. La valentía y habilidad demostrada por los marinos chilenos para navegar por esos mares, fue destacada por la prensa internacional como una verdadera hazaña.

En 1938, el Gobierno de Noruega invitó a Chile a participar en la Exposición Polar de Bergen a celebrarse en 1940, a lo que se sumó la visita al país del explorador antártico estadounidense almirante Richard E. Byrd. Se puede inferir que estos hechos contribuyeron a la decisión del presidente Pedro Aguirre Cerda de dictar el 6 de noviembre de 1940 el Decreto Supremo 1547, que fijó los límites del Territorio Antártico Chileno. Este documento señala textualmente: “Forman la Antártica Chilena o Territorio Chileno Antártico todas las tierras, islas, islotes, arrecifes glaciares (pack-ice), y demás, conocidos y por conocerse, y el mar territorial respectivo, existentes dentro de los límites del casquete constituido por los meridianos 53º longitud Oeste de Greenwich y 90º longitud Oeste de Greenwich”.

Es de esta manera que en forma oficial se realizó la determinación del sector de un millón doscientos cincuenta mil kilómetros cuadrados, los que corresponden a los meridianos 53° y 90° Oeste, en donde se destaca el trabajo de diversos especialistas en Derecho Internacional como es el caso del catedrático Julio Escudero Guzmán.

Esto es fruto de un largo proceso de estudios, investigaciones y también comprensión del espacio geográfico nacional, en donde intelectuales durante varias décadas realizaron planteamientos respecto a la importancia geopolítica y estratégica del rol de nuestro país en el continente antártico y la proyección al Pacífico, lineamientos que de una u otra forma podemos encontrar en la visión de Bernardo O´Higgins, Jorge Boonen y Ramón Cañas Montalva, quienes en diferentes momentos de nuestra historia Patria generaron aportes para comprender el importante rol que nuestro país tenía en la proyección hacia el sur, tomando de esta formas características tricontinentales y un inmenso desafíos que, por diversas circunstancias fue postergado, pero que representa un inmenso desafío para Chile y su proyección a futuro.

Este acontecimiento representa sin lugar a dudas un momento de inflexión, en donde a pesar del contexto internacional, nuestro país comienza a elaborar una serie de acciones determinantes en el territorio antártico, en donde siete años más tarde se vieron plasmadas.

En enero de 1947 zarpa desde Valparaíso la primera expedición antártica compuesta por la fragata Iquique y el transporte Angamos, su objetivo era cumplir el mandato del supremo gobierno de la fundación de una estación meteorológica y radiotelegráfica.

Es de esta manera que, tras meses de preparativos, se hacía efectivo un viaje lleno de desafíos tantos tecnológicos como de preparación profesional que serían trascendentes para la presencia chilena en la Antártica.

Así, el 6 de febrero de 1947 se realizó la fundación de la Estación Meteorológica y Radiotelegráfica Soberanía, siendo su primer comandante el teniente 1° Boris Kopaitic, la cual al año siguiente y con la presencia del presidente Gabriel González Videla y otras autoridades nacionales fue bautizada Base Naval Antártica Capitán Arturo Prat.

La inauguración de esta Base es uno de los hitos más importantes de la Armada de Chile, desde donde se han realizado importantes tareas en diversos ámbitos, cumpliendo con la trascendente tarea de soberanía nacional.

Desde esa época las comisiones anuales de apoyo a las bases, se desarrollaban en transportes, petroleros y patrulleros que no siempre cumplían con las especificaciones para operar en los hielos. Es así que en 1957 se construyó en Holanda el buque antártico AP Piloto Pardo, que a contar de 1959 realizaría 39 campañas, tanto en verano como en invierno. Las actividades antárticas no se limitaron tan solo al reabastecimiento y relevos de las bases chilenas, con el correr del tiempo se fue apoyando a bases de otras naciones, como también se dio auxilio médico, humanitario y rescate de personas y naves en desgracia.

Entre ellas podemos mencionar el rescate más grande realizado en la Antártica, el 11 de febrero de 1972, el buque de pasajeros noruego Lindbland Explorer, encalló en bahía Almirantazgo, isla Rey Jorge. El AP Piloto Pardo y el AGS Yelcho acudieron al rescate, logrando salvar a 172 sobrevivientes, 104 turistas y 68 tripulantes.

Los rescates, ayuda médica, apoyos a naves accidentadas y de actividades para evitar la contaminación ha sido una tarea permanente, la cual se visualizó como más relevante a medida que aumentaban las actividades turísticas en la zona.

En el marco de estas operaciones, en 1998, Argentina y Chile firmaron un acuerdo para realizar un patrullaje alternado en las áreas antárticas que están bajo responsabilidad de cada país en el sistema Maritime Search and Rescue Region. En septiembre de 2002 ambas armadas promulgaron una directiva combinada fijando los lineamientos de las acciones. La Patrulla Antártica Naval Combinada (PANC) se divide en cuatro períodos, que cumplen en forma alternada un buque chileno y uno argentino, durante la temporada de verano.

Por otro lado, se realizan actividades de batimetría y geodesia en apoyo a la Dirección Nacional de Fronteras y Límites (Difrol) para la determinación de la plataforma continental extendida de Chile en la Antártica. Asimismo se desarrollan actividades hidrográficas con el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada, para continuar avanzando en la publicación de cartografía náutica de uso internacional.

La Armada tiene un papel preponderante, como instrumento del Estado en los procesos de ocupación, sostenimiento, mantenimiento y apoyo, tanto a las bases y estaciones chilenas y al Inach, como a la comunidad internacional en el territorio antártico chileno.

De esta manera en la Campaña Antártica (Comantar) 2020 – 2021 se ha contemplado el apoyo a diferentes bases extranjeras, las labores de fiscalización conforme a los acuerdos de la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (Ccamlr) y el Programa de Observación del Ambiente Litoral (POAL) y la puesta en marcha de la XXIII versión de la PANC, realizando la Institución diferentes esfuerzos para mantener el soporte logístico, fundamental en el continente blanco, en donde unidades como el AP 41 Aquiles, el OPV 83 Marinero Fuentealba, el LSDH 91 Sargento Aldea y el ATF 67 Lautaro, sumado a unidades aeronavales, desarrollarán diferentes tareas enmarcadas en las áreas de misión de Seguridad e Intereses Marítimos, Contribución al Desarrollo Nacional y Accionar del Estado, y Cooperación Internacional.

Especial mención tiene esta campaña 2020/2021 en el trabajo conjunto, no solo lo tradicionalmente coordinado con Fuerza Aérea, sino el ingente esfuerzo desplegado por el Ejército y la Armada para poder materializar el apoyo de transporte logístico pesado para el proyecto Hielo del Ejército de Chile, que permitirá mejorar la infraestructura terrestre en la base O´Higgins.

La actual Comantar se ha planificado cumpliendo y manteniendo estrictos protocolos sanitarios desarrollados especialmente para el despliegue, es de esta manera que las diferentes dotaciones involucradas en la Campaña Antártica han cumplido una serie de periodos de cuarentenas operativas, manteniéndose en aislamiento preventivo y con controles de exámenes de PCR previos, con el objetivo de reducir los posibles vectores de contagio de Covid-19 en el continente blanco.

La Antártica nos entrega diversos desafíos a futuros, que han conllevado distintos esfuerzos. Es así como hoy, en Asmar Talcahuano, la construcción de un nuevo rompehielos se desarrolla con tecnología de última generación, Unidad que día a día crece y espera llegar a los mares más australes de Chile, uniendo al territorio y prestando un trascendental apoyo logístico y científico, siendo parte del robusto accionar de la Armada de Chile en los australes territorios, llevando el nombre de Almirante Óscar Viel Toro, siendo parte de una larga historia de la Institución en el continente antártico, que mira al futuro los altos destinos de la Patria.



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