La OTAN y su nuevo concepto estratégico
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La OTAN y su nuevo concepto estratégico

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17/08/2009 Por Enrique Navarro (Infodefensa.com) - Este año estamos cumpliendo el décimo aniversario de la definición del vigente concepto estratégico de la Alianza Atlántica; que surgió en un entorno muy diferente del actual. En aquellos momentos, pensar en misiones fuera del ámbito territorial de los países miembros era un sacrilegio; la ampliación a los países de la órbita soviética un muro insalvable; y el gap transatlántico apenas le interesaba a nadie, el terrorismo era considerado como un problema local, mientras que Europa iniciaba unos tímidos pasos hacia un concepto de defensa propia y común, tras el Consejo de Colonia.

Hoy la OTAN tiene en Afganistán una misión de combate en las que decenas de miles de hombres llevan desplegados más tiempo que la duración de la Segunda Guerra Mundial; el terrorismo ha golpeado de manera brutal en el corazón de Occidente y extiende sus tentáculos por todo el orbe; los piratas amenazan la libertad de los mares; los movimientos migratorios se extenderán de forma dramática con la crisis económica; los recientes ataques en el ciberespacio de repúblicas ex soviéticas nos enseñan nuevos campos de batallas no tangibles; La crisis energética entre Rusia y Ucrania y los ataques terroristas a los gaseoductos en el Magreb muestran la debilidad de nuestras políticas de seguridad energética. La proliferación nuclear en países no democráticos que están haciendo de la aversión a Occidente su bandera de enganche y que están desarrollando capacidad balística para imponer sus modelos políticos y religiosos a Occidente combinados con los latentes movimientos nacionalistas que pretenden fundar en las diferencias sus ansias territoriales y de autogobierno interpretando la globalización y la historia a su antojo, constituyen circunstancias que imponen una revisión de la política de seguridad y defensa de todos y cada uno de los países occidentales, y nosotros no deberíamos ser una excepción.

Sin embargo, todos estos cambios apenas han producido en nuestro país un debate interno sobre el concepto de seguridad nacional y sus implicaciones económicas, políticas, estratégicas, tecnológicas e industriales. Sin embargo otros países y organizaciones han iniciado el camino hacia una redefinición de su estrategia de seguridad, a la luz de los nuevos acontecimientos.

Así, el ministerio de Defensa del Reino Unido anunció el pasado 13 de julio el inicio de las discusiones para una revisión de la estrategia de Defensa que fue publicada en 1998; según comunicó el recién nombrado secretario de defensa Bob Ainsworth, debido a las fuertes presiones de los partidos políticos y de los grupos industriales para redefinir las prioridades militares de la nación, a la vista de la nueva situación estratégica y la coyuntura económica.

Los elementos principales del nuevo concepto estratégico incluirán las consecuencias de las lecciones aprendidas en los últimos conflictos, los avances tecnológicos y las reformas de los procesos de adquisiciones, así como el entorno económico. El secretario Ainsworth anunció que su principal prioridad será asegurar que el personal desplegado en Afganistán dispone de los equipos de protección adecuados y de los sistemas de soporte a su misión para afrontar los riesgos actuales y venideros.

Esta situación cuasi bélica está afectando a los procesos de adquisición tradicionales que se han visto desplazados por procesos urgentes para satisfacer necesidades inmediatas que están apareciendo a diario en el teatro de operaciones.

A pesar de los grandes y costosos programas que tiene en desarrollo el ministerio de Defensa británico como el nuevo portaviones o los aviones Typhoon, no se considera una cancelación de algunos de estos grandes programas que afectaría a una industria de la que dependen 300.000 empleos en el Reino Unido. Sin embargo recientes estudios anuncian que la cancelación de nuevos programas producirá un recorte del 20% en el empleo dependiente de la industria de Defensa en los próximos cinco años.

En el ámbito de la Alianza Atlántica, el pasado 7 de julio se celebró un seminario en la OTAN entre expertos militares, políticos y académicos para comenzar la definición de un nuevo concepto estratégico que se quiere sea aprobado a finales de 2010 o comienzos de 2011. Este nuevo documento reemplazará al vigente de 1999, anterior a Kosovo, Iraq, el once de septiembre y Afganistán.

El nuevo secretario general Rasmussen afrontará este desarrollo que tendrá entre sus elementos claves: la seguridad energética, la proliferación nuclear, ciberdefensa y terrorismo. En su alocución en dicho foro, el secretario saliente, Scheffer, señaló que la OTAN no podrá cumplir más con sus misiones actuales sin un soporte político, de la opinión pública y un respaldo presupuestario adecuado; en todo caso indicó que la OTAN debe ser muy selectiva en sus misiones y no pretender apagar todos los fuegos que puedan surgir por toda la geografía.

El Nuevo documento, según entiende Scheffer, debe establecer de forma taxativa y clara un marco más eficiente de relación entre la Alianza Atlántica y la Unión Europea dotando a ambas organizaciones de las mismas capacidades para afrontar similares misiones.

Finalmente insistió en potenciar una estrategia de adquisiciones común para dotarse de capacidades propias en aviación de transporte, helicópteros, inteligencia, reconocimiento y ensanchar el campo para una financiación global y común a las misiones en el exterior.

Señaló Scheffer que el nuevo concepto debe establecer claramente que no hay distinción entre seguridad interior y exterior y que el artículo V del Tratado puede aplicarse tanto dentro como fuera de las fronteras nominales de la Alianza. No se trata de defender sólo las fronteras de los países de la alianza sino a su población e intereses con independencia del territorio donde se encuentren.

La seguridad alimentaria y la actuación preventiva para evitar conflictos serán asimismo elementos claves del nuevo concepto.

Estados Unidos publicará su nueva estrategia de defensa cuatrienal a finales de este año (QDR), que abordará la nueva realidad económica, la situación internacional y los conflictos potenciales, y que marcará un punto de inflexión en las políticas desarrolladas en los últimos ocho años por la administración republicana; en este proceso de planeación de la política de seguridad hasta el Departamento de Estado que dirige Hillary Clinton va a publicar su propia estrategia relacionada con la seguridad, para los próximos cuatro años.

El sistema de planeamiento en España es un proceso que se inicia cada legislatura con la Directiva de Defensa Nacional, que resulta tan generalista que además de unas obviedades y unas directrices de sentido común, poco aporta al debate sobre las misiones de nuestras fuerzas armadas y las ambiciones de seguridad de nuestro país. La directiva resulta más bien un marco de referencia.

Teniendo en cuenta los cambios económicos, sociales y estratégicos, a los que se aludía con anterioridad y dado el impulso en la Alianza Atlántica para la definición del concepto estratégico, sería un buen momento para un debate político sobre una estrategia nacional de seguridad. Una definición clara de las amenazas y una toma de postura sobre todas y cada una de ellas constituiría el elemento esencial; para atender a dichas amenazas se puede entrar en una planificación por capacidades como el actual sistema de planeamiento establece.

Son muchos los aspectos que tienen que ver con un concepto estratégico; sin embargo, quisiera centrarme en los aspectos del equipamiento y los recursos.

El escenario financiero debería ser resultado de la ambición de seguridad, como en cualquier otra política pública; siendo el país que menos gasta de la Alianza Atlántica en porcentaje con su riqueza en Defensa, deberíamos concluir que las ambiciones son pequeñas y por tanto deberíamos priorizar cuales son los medios más eficientes para cubrir este nivel de ambición.

Si tenemos en cuenta los equipos que están siendo incorporados consecuencia de plan de modernización prefinanciado por el ministerio de industria en 1997, podemos concluir que una parte muy sustancial del equipamiento que estará disponible en las próximas décadas estará muy por encima de nuestra ambición de seguridad, lo que sin duda afectará a su disponibilidad por escasez en los créditos de operación y mantenimiento, o al resto de plataformas que no podrán ser mantenidas. Si analizamos el gasto en defensa de nuestros aliados que utilizarán las mismas plataformas y sistemas que nuestras fuerzas armadas, veremos que sus presupuestos son sustancialmente superiores a los nuestros. Este es un aspecto crítico relacionado con un planteamiento estratégico.

El hecho de que este macro programa de modernización se encuentre en un estado de 26.713 millones de coste contratado y 3.393 millones pagados en los últimos doce años muestra claramente que el problema está por venir, y que por tanto las ambiciones de seguridad del pasado, no son válidas para el futuro cuando paguemos la factura pendiente salvo un cambio del escenario financiero de forma muy evidente.

Otro de los aspectos que se plantean en las iniciativas británicas y de la Alianza es la priorización de la misión en Afganistán. Si tenemos en cuenta que nuestras misiones no son de combate puro, como puede ser la estrategia americana en dicho país, los escasos recursos debieran dedicarse a las actividades que desempeñan nuestras fuerzas armadas, incorporando rápidamente medios de protección y de movilidad; la alternativa entre comprar ahora 100 vehículos 8x8 para su despliegue inmediato, o incorporar los nuevos vehículos M-ATV, o adquirir aviones Ef-2000 a 80 millones unidad debiera quedar resuelta gracias a la definición estratégica. Y este elemento encaja con un nuevo hecho más propio de las situaciones bélicas; todos los días aprendemos lecciones de los escenario bélicos, lo que hace que la planificación aguante, como decía Napoleón, el primer día de batalla, y debamos buscar procesos y estructuras de adquisiciones adaptadas a los cambios; uno de los secretos para la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial fue fabricar buques de transporte en catorce días, quizás no los mejores pero suficientes para la misión, siempre lo mejor es enemigo de lo bueno.

Quizás no sea fácil alcanzar un consenso político en estos momentos, pero la necesidad de adaptarse a los cambios del entorno en los que nuestras fuerzas armadas deberán desenvolverse requieren de un ejercicio de definición. Quien podía aventurar hace diez años que lucharíamos contra piratas con fragatas antiaéreas o utilizando cañones anti misiles; o que tendríamos tropas en combate en Afganistán; y quien puede asegurar que en diez años no nos enfrentaremos a la proliferación nuclear; a la utilización de la energía como arma bélica, a los ataques a nuestras redes de información. Este ejercicio de construir el nuevo edificio de la defensa sin dejar de atender las necesidades inmediatas constituye el mayor reto que los responsables políticos deben afrontar en los próximos años.

Se cuenta con numerosas ventajas en este momento; existen numerosos antecedentes y trabajos doctrinales; un personal muy capacitado para apoyar en los trabajos; pero no puede olvidarse que es una labor del Parlamento porque deben unirse los recursos y las ambiciones y solo al Legislativo compete tomar decisiones en este sentido. Más de lo mismo parece cada vez una tarea más imposible.



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