1/9/2010 (Infodefensa.com) Buenos Aires - Diversos analistas del sector de la Defensa coinciden en una observación sobre la capacidad de reacción militar de Argentina: no aguantaría una guerra de más de dos horas. Este demoledor dato surge del convencimiento de que el país no podría reaccionar adecuadamente frente a una agresión militar, después de conocerse que el Estado solo invierte el 0,9 % de su Producto Interior Bruto en este concepto. Este porcentaje de gasto con relación al PBI es uno de los más bajos del mundo y el más reducido de la historia de Argentina, lo que se evidencia en la progresiva degradación de su sistema de Defensa que se enfrenta a un deterioro del equipamiento militar, sueldos bajos, deserción de pilotos hacia la aviación privada... etc., lo que deja al país sin capacidad de reacción frente una eventual agresión militar. Según recoge el Diario Perfil, mientras el Gobierno defiende que la situación no es preocupante porque Argentina no se encuentra ante una hipótesis de conflicto; las Fuerzas Armadas están reducidas, empobrecidas, desmoralizadas, sin formación y sin equipamiento. Las cifras muestran un panorama desolador, pero es más terrible si cabe cuando se constata que en porcentaje de PIB, Argentina solo supera al pequeño Estado de Surinam en gasto militar en la región. Mientras los países vecinos de América Latina se arman y modernizan progresivamente el equipamiento de sus cuadros, e Inglaterra moviliza personal militar para defender las explotaciones petroleras y los pesqueros de su colonia en las Islas Malvinas; las Fuerzas Armadas argentinas se encuentran en la tesitura de no poder garantizar eventuales invasiones de su espacio aéreo y marítimo. Pequeños logros del Gobierno El Gobierno se ha centrado en defender su Plan de Modernización del Sistema de Defensa, que respeta a rajatabla cuestiones importantes como el género y la discriminación; pero parece haber dejado de lado otros asuntos no menos importantes como la inversión o la formación de sus cuadros. Los analistas destacan como logros del Gobierno en este ámbito la activación, después de muchos años, de la producción nacional de armamento a través de Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (Citefa), y de municiones, a través de la empresa estatal Fabricaciones Militares, ambas en manos del Ministerio de Planificación. También se reconocen innovaciones científicas y técnicas a través del Invap (energía nuclear y radares), y de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), aunque su función, si bien se relaciona con el sistema de Defensa, es estrictamente civil; pero esto no parece ser suficiente para reactivar un ámbito profundamente desmoralizado. Por su parte, y según destaca el Diario Perfil, el Ministerio de Defensa asegura que el presupuesto ha venido creciendo a pasos agigantados desde la crisis, aunque esta subida se explica por un incremento en los salarios del personal militar a causa de la inflación. El presupuesto más bajo de la historia Pero la realidad es que, en términos de porcentaje de inversión respecto del PBI, la curva es inversa y decreciente, y se encuentra en uno de los puntos más bajos de su historia. De hecho, según la ley de presupuesto para 2010, el Estado derivará solo 12.605 millones de pesos a la cartera de Defensa durante año, lo que se traduce en apenas el 0,9 % del PIB. Según datos del Banco Mundial, en Sudamérica sólo Surinam se encuentra debajo de esta cifra, con 0,8 %, mientras países vecinos como Brasil gasta el 1,5 % en este concepto, y el gasto de Chile, es del 3,5 %. La evolución del gasto militar en Argentina es decepcionante, según los analistas. Desde 1960, el máximo gasto en defensa en Argentina, que llegó a estar próximo al 3 % del PBI, se registró entre 1978 y 1982 coincidiendo con el riesgo de conflicto con Chile y la Guerra de Malvinas. Con el retorno de la democracia, comenzó a reducirse gradualmente, según Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Nueva Mayoría, que evalúa, entre otros ámbitos, el presupuesto militar de la región. Según Fraga, Raúl Alfonsín tomó el porcentaje de gasto en Defensa en aproximadamente el 2,5 % del PBI, para dejarlo en menos de 2 %. Carlos Menem lo disminuiría, a su vez, hasta el 1 %; Néstor Kirchner lo dejaría en ese 1 %.; y su esposa, Cristina Fernández, continúa ahora la senda de disminución. Fraga se refirió además a un informe reciente del Sipri, un centro de estudios especializado en gastos de defensa con sede en Estocolmo, según el cual el gasto militar de Brasil es diez veces el de Argentina, aunque el PBI es sólo cinco veces mayor. Precariedad en las Fuerzas Armadas La situación resulta tan precaria que, cuando el Gobierno quiso organizar un desfile con motivo del Bicentenario, desde la cúpula militar advirtieron que temían que los tanques se detuvieran en medio de la avenida 9 de Julio... y es que el bajo presupuesto de las Fuerzas Armadas, según defienden legisladores y expertos, está trayendo cada vez más problemas al sistema de Defensa nacional, tales como un bajo poder de fuego, un equipamiento obsoleto, la pérdida de efectivos y unas tropas poco formadas. En este sentido, el Diario Perfil recogió declaraciones del diputado de la UCR de La Rioja, Luis Martínez, presidente de la Comisión de Defensa Nacional de la Cámara de los Diputados, quien se lamentaba de que "hay una gran desinversión; tenemos un atraso importantísimo en cuanto a tecnología, logística, infraestructura y capacitación de los cuadros", para continuar afirmando que "no sólo hay poco dinero para gastar, sino que también está mal gastado, ya que más del 80 % del presupuesto en este área se destina a pagar sueldos". Martínez aclaró que "un presupuesto equilibrado sería no más de 60 % en gasto corriente, y el resto debería ser inversión en equipamiento y tecnología". Hasta el mes de marzo pasado, la Armada, el Ejército, la Fuerza Aérea y el Estado Mayor Conjunto se mantuvieron en silencio sobre esta situación, pero entonces la Comisión de Defensa de Diputados, en manos ahora de la oposición, decidió escuchar a los altos mandos militares, por una parte, y a la ministra Nilda Garré, por otra, y aunque esta defendió que no era necesario aumentar el presupuesto y el rol de las Fuerzas Armadas en un contexto en el que no hay conflictos inminentes, ni hipótesis de conflicto, la polémica estaba servida. Aquella reunión en la sede del Poder Legislativo trajo algunas sorpresas. Según revelaron al Diario Perfil dos legisladores presentes, el almirante Jorge Godoy, jefe de la Armada, aprovechó para alertar que de los sesenta barcos de la fuerza, sólo dieciséis están en condiciones de navegar y que sólo dos de los aviones de combate de la Aeronáutica están activos. Si a eso le unimos que afirmó ante los diputados que ante un eventual ataque contra el país, el poder de fuego total no superaría las dos horas, y que los barcos tienen sesenta años y las corbetas cuarenta, huelga decir que provocó una gran preocupación entre los presentes. Un prefecto radicado en Bahía Blanca añadió leña al fuego de esta pésima situación de la Armada, declarando que hay problemas en la capacidad de control de los mares, ya que la Armada argentina está en menos de doscientos días navegables, por lo que las costas están virtualmente desprotegidas más de cien jornadas por año. Pero si la Armada no está bien, la situación de la Fuerza Aérea no es menos crítica. Cuentan con aviones de entre treinta y cuarenta años, la mayoría de los cuales no puede volar, y gran parte del presupuesto se gasta en el cada vez más costoso mantenimiento, ya que las fábricas dieron de baja los modelos y no fabrican más repuestos. Un comodoro ya retirado que pidió reserva de identidad, dijo que la Fuerza Aérea cuenta con un poder de fuego nulo, llegando a afirmar que, salvo algunas maniobras de disuasión, no se podría sostener un conflicto como el de Malvinas. Mientras los aviones de combate son los mismos que se usaron en aquel conflicto armado, de la decena de Hércules C 130, los únicos de transporte pesado que tiene el país para las FF.AA. y para emergencias sociales, no llega a funcionar a pleno rendimiento un tercio de ellos. Ante esta situación: aburridos, sin aviones para volar y atraídos por mejores sueldos, los pilotos están migrando hacia la aviación privada, se lamenta el ex comodoro. De las tres fuerzas, el Ejército es quien mejor se encuentra, con alrededor de cincuenta mil efectivos activos, mejor equipamiento y más cobertura geográfica, aunque gran parte del arsenal con el que cuentan mantiene tecnología propia de la Segunda Guerra Mundial. Según datos aportados por el propio Ministerio de Defensa, el Ejército es la fuerza que más dinero recibe, con cerca de 40 % del total del gasto en Defensa en 2008. Sin embargo, en cuanto a la política de remuneración del personal de las Fuerzas Armadas, casi la mitad del sueldo del personal activo es recibido en negro, en calidad de sumas no remunerativas, por lo que el horizonte de una mala jubilación va debilitando la vocación por la patria de sus efectivos. Ante esta perspectiva, el país ha perdido interés para la industria militar, que centra su actividad comercial en otros países, mientras los altos mandos de las Fuerzas Armadas se desesperan, y surge una pregunta que por el momento no parece tener respuesta: ¿Hasta cuando se mantendrá está situación?.