Foro Infodefensa de programas electorales
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A dos meses de unas elecciones decisivas para el futuro de España, y cuando tantas amenazas se ciernen sobre nuestra seguridad y, en consecuencia, sobre nuestro bienestar, sólo puede considerarse como un gran éxito que Infodefensa haya sido capaz de sentar a los partidos políticos que tendrán la gobernabilidad de España, ya sea desde el gobierno o la oposición, para hablar de los retos en la política de Defensa ante la próxima Legislatura. El debate resultó mucho más interesante que otros del pasado y una vez más pudimos ver como existe un consenso entre los políticos vinculados a la Defensa sobre la necesidad de incrementar el presupuesto y de tomarse más en serio la política de seguridad con todas las connotaciones que ello significa; el mismo consenso que tienen los estrategas electorales y los ministerios de Hacienda de todos los colores políticos de obviar esta necesidad.

Con el fin de ahondar más en el debate, quisiera a modo de sumario enumerar algunos hechos, básicos a mi juicio para determinas líneas de acción y modestas recomendaciones después de veinticinco años vinculados a este sector.

Este sería mi decálogo resumen de los hechos en torno a la Defensa.

El presupuesto de defensa es insuficiente para mantener operativa su estructura. Teniendo en cuenta el equipamiento y los efectivos, y con el fin de mantener operativas las unidades, en distintos niveles obviamente, España necesitaría gastar el doble de lo que actualmente dedica a su defensa. Comparando con otros países que gastan en términos absolutos igual que España, encontramos fuerzas armadas que equivalen a la mitad de las españolas. Los niveles de operatividad están bajo mínimos, y en gran parte se mantienen gracias a las operaciones en el exterior y a su dotación financiera extraordinaria. Si España deja de participar en estas operaciones, la operatividad de las fuerzas armadas se verá asimismo afectada de forma muy notable. La política de defensa es la política pública que más peso ha perdido dentro de las políticas del Estado desde 1993; asimismo es en la que existe una mayor diferencia en términos de esfuerzo con el resto de Europa de todas las políticas gubernamentales. Las ambiciones de seguridad plasmadas en los documentos básicos exceden en mucho de las capacidades y de los presupuestos actuales, existiendo una disfuncionalidad muy acentuada. Desde 1991, nunca la situación internacional ha sido más inestable. Hoy la frontera sur de Europa, que también es la nuestra es el escenario de mayor inseguridad en Europa, gran parte de las amenazas reales a nuestra seguridad en un concepto amplio proceden del sur. A su vez la agresión rusa en Ucrania y las actitudes militarista de su gobierno han alterado el equilibrio de seguridad en Europa. Los tratados sobre los que se fundó el final de la Guerra Fría han saltado por los aires y no han sido reemplazos por otros nuevos. La inestabilidad y el militarismo de varios regímenes autoritarios con ambiciones expansionistas no sólo no se ha detenido sino que continúa incrementándose en todas las partes del globo. La proliferación nuclear y la capacidad balística siguen siendo graves amenazas por su dimensión para la seguridad mundial. Las alianzas militares no son suficientes para garantizar las necesidades individuales de seguridad de cada participante, por lo que no podemos confiar nuestra seguridad ni la protección de nuestros intereses, a la voluntad de otros países que tienen otros objetivos y ambiciones. Nunca en materia de Seguridad ha existido en Europa tan distintas sensibilidades como hoy en día, ya sea en el Este por la situación con Rusia como en el Sur por la inestabilidad en países como Libia, y la expansión del terrorismo islamista que pretende adoptar formas estatales con la capacidad de organizar un territorio y un ejército. Los intereses de nuestro gran protector, Estados Unidos, también están cambiando y Europa y la defensa de la democracia y la libertad en el viejo continente no es ya su única prioridad, y mira hacia el Pacífico como su principal área de interés en donde confluyen intereses económicos y estratégicos, que siempre van de la mano. La sociedad española continúa sin percibir la inseguridad, protegida o tranquilizada por los gobiernos, que lo último que quieren es añadir problemas a una sociedad tan golpeada por la crisis económica y los problemas sociales. Pero sin una demanda de un bien público difícilmente existirá una oferta. Sin embargo, el que la inseguridad no se perciba no significa que no exista; la política de defensa existe para los peores escenarios que la historia nos muestra que se repiten con unas consecuencias calamitosas. Esperar a que la inseguridad sea percibida para actuar no es una opción, porque no habría capacidad de respuesta. Además, estoy convencido de que la seguridad siempre da votos.

Junto a estos hechos querría añadir unas consideraciones de cara a la próxima legislatura:

Parece evidente que tendremos una legislatura corta y sin mayorías estables. Quizá sea el peor escenario posible para acuerdos a largo plazo, pero creo que la necesidad de alcanzar consensos para gobernar será el mejor acicate para elaborar una política de estado de Defensa. No habrá mejor momento para que los grandes partidos aprueben una Ley de Financiación de la Defensa 2016-2030, pero no con objetivos del 2% a quince años, sino de un 1% a dos años. El camino se hace andando, si no, no se genera credibilidad. Esta crisis económica que hemos sufrido nos ha enseñado que la desindustrialización del país para acentuar nuestra dependencia de servicios de bajo valor añadido ha sido un error mayúsculo. La capacidad de la industria de defensa, las tecnologías que usa, las externalidades con otros sectores económicos son activos que permitirán que las inversiones en defensa sirvan para generar y hacer crecer este tejido industrial. Terminados los grandes proyectos de infraestructuras en España, la inversión en defensa generará un efecto multiplicador mayor que en ningún otro sector de actividad económica. Esa ley de financiación debe ir apoyada en una nueva estrategia de seguridad nacional que disminuya las ambiciones y que sirva para una reducción significativa de capacidades. Si no se está dispuesto a duplicar el presupuesto de defensa, pues deberemos aspirar a menos. Las políticas de Estado los fortalecen; solo los países que debilitan sus políticas nacionales son amenazados o ninguneados. Un país que apuesta por su defensa es una nación respetada por su compromiso de permanencia histórica.

En conclusión, el panorama político para la próxima legislatura puede ser beneficioso para nuestra defensa, ya que la inmensa mayoría del nuevo Congreso tendrá una clara conciencia de la necesidad de fortalecer las políticas de estado, y así lo manifestaron los representantes del PP, PSOE, UpyD y Ciudadanos en el debate. Esperamos con ansiedad el próximo foro en enero, cuando el escenario electoral esté más despejado, para ver cómo se van a hacer realidad estas ambiciones. España es uno de los países mas importantes del mundo; su idioma es el tercer más hablado; su economía está muy internacionalizada; nuestra dependencia energética del exterior es enorme, su situación geográfica frente a África es crítica para lo bueno y para lo malo. Si algo tiene España son múltiples intereses en el exterior, de los que depende el empleo, el crecimiento económico, el estado de bienestar y la seguridad; no podemos optar por renunciar a la defensa de tantos intereses y activos por una cuestión de falta de consenso político. Esto tampoco es una opción.



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