2020 es sin duda un año lleno de incertidumbres, aún así, el área de Defensa no ha dejado de trabajar y el verano se ha cerrado con algunas novedades relevantes que conviene repasar.
Desde el punto de vista de estructura de las Fuerzas Armadas, el 28 de julio se publicaron sendas órdenes ministeriales sobre organización de los Ejércitos. Estas órdenes derivan directamente del Real Decreto 521/2020 de 19 de mayo que establecía la organización básica de las Fuerzas Armadas. Las órdenes incluyen cambios importantes en la estructura de la Fuerza del Ejército de Tierra y hacen referencias significativas al "espacio ultraterrestre" en el caso del Ejército del Aire.
Desde el punto de vista de política de adquisiciones hay que destacar la autorización para la construcción de un BAM de intervención subacuática por importe de 187 millones de euros, así como la autorización del Ministerio de Hacienda para realizar una nueva programación financiera para los programas especiales de modernización. Pero quizás la noticia más destacada sea la firma, el pasado 25 de agosto, del contrato para la producción de la primera serie de vehículos 8x8 para el Ejército de Tierra.
Se trata este último de un acontecimiento largamente esperado y que inicia la fase de producción de un programa que se estaba demorando durante demasiado tiempo por diferentes razones. Conviene recordar que los primeros requisitos se remontan al año 2005, así que quizás sea el momento de reflexionar sobre los plazos de maduración de ciertos programas de envergadura, especialmente, en el ámbito terrestre. En cualquier caso, aunque quedan todavía pendientes de decidir algunos aspectos sobre elementos críticos del sistema, se trata, sin duda, de una buena noticia, tanto para la capacidad operativa militar como desde el punto de vista industrial, por lo que supone en cuanto a participación de empresas españolas en un programa que requerirá un esfuerzo de colaboración importante. Las fórmulas de colaboración parecen el camino para potenciar nuestra capacidad industrial, satisfacer las necesidades de nuestros Ejércitos y ofrecer productos competitivos al mercado exterior.
La importancia de la industria de defensa está reflejada en la Directiva de Política de Defensa promulgada el pasado 4 de agosto. La Directiva de Defensa Nacional del 11 de junio ya contemplaba la necesidad de fortalecer la industria de defensa para asegurar que "el equipamiento de las Fuerzas Armadas se mantiene en vanguardia tecnológica". La Directiva de Política de Defensa, que establece el marco y las directrices para el planeamiento de fuerzas y de recursos, plantea la necesidad de "apoyar a la industria de defensa" y profundiza en la idea de conseguir una mayor autonomía en capacitación tecnológica, sobre todo en el marco europeo. También se especifica la necesidad de favorecer la competitividad de la industria nacional y de potenciar su internacionalización, sin olvidar que debe responderse a las necesidades operativas de nuestras Fuerzas Armadas.
El comunicado conjunto del Gobierno de España y Airbus del pasado 30 de julio "reafirma el carácter estratégico del sector de la aeronáutica y la defensa, ya que concentra el 7,3% del PIB industrial, con una facturación de 13.040 millones de euros (habiendo doblado en 10 años la facturación del sector) y genera más de 150.000 empleos de los cuales 57.618 empleos directos en más de 696 centros productivos". En ese acuerdo el Gobierno se ha comprometido a realizar nuevas inversiones en programas de defensa que son muy significativas, tanto por las capacidades que aportarán como por el volumen de inversiones que requerirán.
Como las propias directivas del presidente y la ministra de Defensa reconocen, los objetivos planteados requieren unos "recursos financieros razonables". Desde el Ministerio de Defensa se debe estar en condiciones de apoyar y favorecer, en la medida de sus posibilidades, la actividad de la industria nacional para proporcionar los medios necesarios para las misiones militares encomendadas. Ahora bien, la capacitación industrial de defensa requiere el concurso de diferentes ministerios y la colaboración de todos, dado su carácter estratégico que el gobierno reconoce. Parece difícil que con los actuales esquemas de financiación y niveles de presupuesto, el Ministerio de Defensa pueda equipar, sostener, preparar y emplear las fuerzas en operaciones y al mismo tiempo actuar sobre un tejido industrial de defensa que requiere un esfuerzo adicional y sostenido.
En los próximos meses veremos cómo evoluciona esta idea de "financiación razonable" en el marco del debate sobre elaboración de presupuestos y si se adoptan medidas coherentes para alcanzar los objetivos políticos planteados.