La Armada alemana contará en 2025 con cinco nuevas corbetas de 89 metros de eslora y más de 1.800 toneladas cada una. La autoridad de adquisiciones militares del país BAAINBw (Oficina Federal de Equipamiento, Tecnologías de la Información y Apoyo en Servicio de la Bundeswehr), ha encargado a mediados de este mes oficialmente la construcción de los buques al denominado Consorcio K130. Se trata de un grupo de empresas liderado por los astilleros Lürssen Werft GmbH & Co. KG y del que forman parte ThyssenKrup Marine Systems GmbH y German Naval Yards Kiel GmbH (GNY), todas ellas alemanas.
De esta manera Berlín impulsa definitivamente una orden esperada que fue paralizada durante unos meses por desacuerdos en su precio. Finalmente, de acuerdo con el comunicado de la BAAINBw “la Armada alemana recibirá así estos buques necesitados urgentemente para el cumplimiento de sus obligaciones con la OTAN”. El contrato completo, apunta la fuente, se estima en casi 2.000 millones de euros.
El Parlamento alemán ya aprobó el pasado junio la adquisición de estos cinco nuevos buques de la clase K130. Se trata de un modelo del que la Armada del país ya opera con un primer lote de otras cinco naves.
Las primeras K130, conocidas como clase Braunschweig, fueron entregadas a las fuerzas alemanas entre los años 2008 y 2013, en sustitución de los buques de ataque rápido de la clase Gepard (Tipo 143A), que han prestado servicio desde los años ochenta. Esa antigua clase, cuya última unidad dejó de operar el pasado noviembre, contaba con diez unidades, de ahí que su sustituta –la K130– también va a sumar una decena de buques.
Las autoridades alemanas anunciaron en octubre la construcción del siguiente lote de cinco unidades de las K130 con un calendario previsto de entregas que arranca en 2019 y concluye en 2023.
Alemania ha aumentado en 2.000 millones de euros su gasto militar para este año, con lo que alcanzará los 37.000 millones. La cifra representa el 1,2 por ciento del producto interior bruto del país (PIB), por lo que aún está lejos del compromiso suscrito por los miembros de la OTAN de elevar ese gasto hasta el equivalente al 2 por ciento del PIB antes de mediados de la próxima década.