(Infodefensa.com)
Una aproximacíon rápida y sencilla, pero no por ella menos cierta, a la hora de definir las capacidades de un submarino, es la de que son unidades de combate de gran poder ofensivo y estratégico cuya principal ventaja frente a los buques de superficie es su difícil detección y destrucción cuando navegan a gran profundidad.
Es precisamente la discreción y el sigilo lo que situa al submarino como principal arma de disuasión por detrás de las armas nucleares, hasta el punto que ninguna operación naval se lleva a término sin valorar la presencia de submarinos en la zona. Desde otra perspectiva, la mera sospecha de un posible submarino en el teatro de opareciones limita la capacidad de movimientos de incluso toda una flota, de ahí su poder en la disuasión.
El año que viene se cumplirán 20 años del conflicto de Perejil. Un detalle de aquel momento, que a lo mejor pasó desapercibido fue el abrumador poder naval movilizado por España, mientras que Marruecos no hizo lo propio con sus buques insignia ¿A qué pudo ser esto debido? Muy probablemente a que España mantenía en algún punto indeterminado del Estrecho el submarino Tramontana, por otra parte, ¿hubiera movilizado España tal cantidad de buques si Marruecos hubiese tenido fuerza submarina?
La guerra de Libia de 2011 movilizó una fuerza naval de la OTAN que daría cobertura a los ataques en tierra desde el Mediterráneo, bloqueo naval de los principales puertos y operaciones de inteligencia fundamentalmente. Nada de esto tuvo lugar hasta que la Alianza comprobó que Libia no operaba ningún submarino de los que se le suponían.
Dos ejemplos, los anteriores, que ponen en valor el sigilo y el poder de disuasión que tienen los submarinos.
A su indetectabilidad hay que sumarle el gran poder ofensivo que tienen. Es sencillamente aterrador pensar que un único torpedo pesado disparado desde las profundidades que dan cobijo a un submarino es suficiente para hundir un buque de superficie, mientras que es tremendamente complicado poder hacerlo con un único misil lanzado bien desde el aire o desde otra unidad de superficie.
Con lo dicho hasta ahora y atendiendo a las capacidades puestas de manifiesto podemos concretar algo más las misiones de un submarino de ataque:
- Búsqueda y ataque.
- Proyección de la fuerza en tierra.
- Misiones de reconocimiento, inteligencia y vigilancia.
- Guerra de minas.
- Apoyo a la fuerza.
- Garantizar la libertad de acción de las fuerzas de superficie.
- Inteligencia.
- Reconocimiento y puesto de información avanzado para dar apoyo a una fuerza naval.
- Infiltración en la costa enemiga y cobertura a comandos.
Uno de los puntos a tener en cuenta según la Revisión Estratégica de la Defensa y en relación a las Fuerzas Navales, es la de mantener la capacidad de operar en teatros de operaciones lejanos con especial énfasis en la proyección naval sobre tierra. Es decir, prevalencia de la acción costera y apoyo a la fuerza naval. Acciones de cobertura tradicionalmente asociadas a los submarinos.
Ya en ese documento se planteaba la necesidad del submarino S-80 como programa prioritario para «mantener la libertad de acción y movilidad de la fuerza».
El S-80, citando nuevamente esta Revisión estratégica, deberá desempeñar las misiones no muy diferentes de las generales anteriores:
- Proyección del Poder Naval sobre tierra.
- Guerra Naval Especial.
- Protección de una fuerza desembarcada.
- Vigilancia e inteligencia.
- Protección de la Fuerza Naval.
- Disuasión.
El S-80 convivirá con las amenazas de su tiempo, es decir, las de las próximas tres décadas como poco. Esto es, hará frente a buques de superficie con sónares activos y pasivos de última generación, aeronaves antisubmarinas, sonoboyas y sonar calable, submarinos nucleares y convencionales altamente tecnológicos, minas, todo tipo de sistemas autónomos: UAV, USV, UUV... y además lo hará en un escenario de guerra irrestricta, de no paz y no guerra, donde además no se puede descartar ningún modo de enfrentamiento convencional. También es cierto que no lo hará solo, y solo es cuestión de tiempo ¡Qué paradoja esta tratándose del S-80, que lo haga acompañado de la F-110.
Y todo esto viene a que el S-81 Isaac Peral proporcionará, en la medida de lo posible, la recuperación de un equilibrio inestable en cuanto a fuerza submarina se refiere en el Mediterráneo Occidental y estrecho de Gibraltar.
A nadie se le escapa que la década en curso es una década llena de incertidumbres que involucran un cambio de paradigma a causa de la pandemia sufrida y la rápida evolución tecnológica que estamos viendo en todos los ámbitos de la sociedad y del que la Defensa no escapa.
Hay cuatro aspectos clave que se darán inexorablemente en este siglo y que marcan el Mediterráneo Occidental como “zona caliente” de interés.
· El deshielo del Ártico.
· Nuevas y más acusadas crisis migratorias.
· Deterioro del bienestar y falta de lidereazgo europeo.
· La presencia estable y consolidada de Rusia en el Mediterráneo.
El deshielo del Ártico traerá nuevas rutas marítimas para el comercio sin necesidad de utilizar rompehielos ni siquiera en invierno en las latitudes del círculo polar ártico. En esta situación, el estrecho de Gibraltar verá aumentado considerablemente el tráfico marítimo del Atlántico hacia el Mediterráneo.
Las más numerosas y frecuentes pandemias, que previsiblemente hay que esperar de aquí en adelante, junto con la pérdida de liderazgo europeo en el Sahel, traerán consigo fuertes crisis migratorias, dejando los límites de la frontera avanzada de Europa al otro lado del Mediterráneo, en el Norte de África.
La evidente influencia rusa en los países del norte de África, desde Siria, operando la antigua base naval soviética de Tartús, hasta las más que buenas relaciones que mantiene con Argelia.
A estos cuatro puntos hay que añadirle todas esas amenzas y acciones que no desaparecen, desde las acciones prospectivas ilegales, los efectos de la contaminación, actos terroristas, pérdida de autonomía estratégica o acciones hostiles de actores no estatales, entre otras.
De los 21 países ribereños del Mediterráneo, tan solo ocho países tienen capacidad para operar submarinos: España, Francia, Italia, Grecia, Turquía, Israel, Egipto y Argelia. No pasaría nada si incluimos también en esta lista a Portugal.
Argelia y Marruecos son los dos países del Norte de África que más están invirtiendo en Defensa. Con una rivalidad manifiesta, incrementan de manera preocupante los niveles de beligerancia por erigirse en potencia regional destacada.
A primeros de siglo, Argelia causó un desequilibrio de fuerzas, en cuanto a fuerza submarina se refiere en el Mediterráneo Occidental con la adquisición de cuatro submarinos de la clase Project 636M. Estos sumergibles son considerados como los submarinos convencionales más silenciosos del mundo y apodados como agujeros negros.
Esta adquisición puede ser entendida atendiendo a los principales puntos de la política exterior argelina:
· Las más que malas relaciones con Marruecos.
· La buena sintonía con Rusia.
· La inestabilidad de sus fronteras a propósito de los grupos terrorístas islámicos.
· La política energética.
Pero lo que define a Argelia como potencia desestabilizadora de la zona, en referencia a la fuerza submarina, es que tiene ya completamente operativa su propia escuela de submarinos y el lanzamiento con éxito de un misil desde el submarino a tierra (Asuw). Capacidad que en todo el Mediterráneo sólo tiene Israel, al menos hasta que los submarinos nucleares de la clase Barracuda franceses estén completamente operativos.
En todo este contexto es Marruecos, máximo rival de Argelia en el Mediterráneo Occidental, el que se encuentra en la situación más desfavorable. Sin arma submarina en la actualidad (ni en un futuro próximo) pese a su insistencia por adquirirlos, intenta por todos los medios contrarrestar la situación con medidas secundarias que palíen la inferioridad en la que queda frente Argelia con corbetas de la clase Sigma holandesas, una fragata francesa de la clase Fremm, la mega construcción de la base naval Ksar Sghir a diez millas de la costa de Ceuta o por ejemplo intensificando las relaciones con Francia y EEUU.
Francia, la única en el Mediterráneo con la suficiente experiencia, tradición y capacidad de diseñar y producir sus propios submarinos, tiene su poder de disuasión garantizado,pese al retraso del programa Barracuda. Italia, con Alemania como socio tecnológico mantiene 8 subamrinos convencionales que le proporcionan estabilidad y seguridad frente a cualquier adversario que pudiera tener.
España hasta ahora estaba en una sitaución precaria al respecto de todo este análisis, no nos engañemos, seguimos en esa situación, pero la puesta a flote del Isaac Peral proporciona esperanza. Es aventurado afirmar ciertas cosas, pero que hemos iniciado el camino para asegurar una fuerza disuasoria propia es algo más que evidente.
El submarino, a falta de un arsenal nuclear, es el arma disuasoria por excelencia, capaz de neutralizar la iniciativa de un actor hostil de llegar a cumplir con su amenaza, proporcionando al país que cuente con ellos:
· Agilidad y dominio.
· Cualidades innatas para los nuevos modelos de enfrentamiento.
· Discreción.
· Mínima contribución logística en su despliegue.
· Acceso a zonas hostiles sin ser detectado.
· Son productores de innovación tecnológica.
Esto mismo es lo que proporcionará la renovada arma submarina a España.
Los retos y amenazas que habrá que hacer frente en el futuro, no se combatirán con los medios actuales, sino con aquellos que seamos capaces de mantener y desarrollar en una época postpandémica. Por eso, la puesta a flote del primer submarino de la serie S80, el S81 Isaac Peral, es tan relevante en estos momentos. Garantiza la continuidad de una fuerza submarina en la Armada, en una década como decimos muy complicada.
El día vivido ayer, con el acto de amadrinamiento por parte de Su Alteza Real la princesa Leonor, tiene que ser marcado en el calendario. Desde 1984, no se ponía a flote ningún submarino en España, y este además es nuestro.
El efecto disuasorio del arma submarina, una realidad que ha provocado el desequilibrio de poder entre las potencias del Mediterráneo Occidental con nuevos actores relevantes y acusando más aún la constante de la incertidumbre en el planeamiento de operaciones. El ejemplo paradigmático, lo hemos visto, es Argelia, pero España y Francia esperan renovar su flota; Marruecos está detrás de un submarino, y la atención hacia los nuevos submarinos adquiridos por las potencias se multiplica.
Sea como fuera el S-81 será protagonista indiscutible en el equilibrio de fuerzas submarinas en el Mediterráneo Occidental o del equilibrio que dejará de haber.
Termino sin ser original:
«…, Fidens animi atque in utrumque paratus, seu versare dolos, seu certae occumbere morti» o de la determinación de vencer o morir al introducir el caballo en Troya. Versos de la Eneida inspiradores del lema del arma submarina de la Armada: «preparados para todo». Hoy más necesario que nunca.