La pequeña Fuerza Aérea de Uruguay (FAU) fue históricamente una relativamente modesta organización diseñada sobre la base de la doctrina de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF), con un despliegue y criterios operativos basados en el país norteamericano. Su material siempre estuvo compuesto de aeronaves occidentales, en la mayoría de las ocasiones, adquiridas de segunda mano a países amigos.
En la década del setenta, mientras Latinoamérica se convertía en el corazón de la lucha entre las potencias mundiales, con movimientos guerrilleros alzándose en armas contra gobiernos tanto democráticos como dictatoriales, Uruguay se encuentra en la incómoda situación de haber derrotado militarmente a la guerrilla de izquierda, pero la situación política del país terminó completamente deteriorada con un gobierno dictatorial, apoyado implícitamente por Estados Unidos, con una Fuerza Aérea totalmente desfazada en el tiempo, contando con un puñado de aviones antiguos Lockheed T-33 Shooting Star operativos apoyados por antiguos North American T-6 Texan.
Es así como se comienza el proceso de buscar un reemplazo para estas aeronaves y, en ese contexto, se decide entablar conversaciones con Argentina, en 1975, para la transferencia de 12 aeronaves North American F-86F Sabre que comenzarían a ser retiradas por el país vecino ante la llegada de los nuevos Douglas A-4C Skyhawks. Poco tiempo después ya se encontraban pilotos y mecánicos uruguayos en Argentina preparándose para la transferencia de estas unidades.
Sin embargo, Estados Unidos vetó la transferencia, pues las unidades habían sido cedidas a argentina y se negaba a que fuesen transferidas a Uruguay. Curiosamente, en 1976, el país norteamericano autorizó la venta de ocho unidades Cessna A-37B Dragonfly a Uruguay, las que comenzaron a llegar en octubre de ese año.
Posteriormente, Uruguay intentó infructuosamente la adquisición de una docena de IAI Kfir, bloqueados nuevamente por el gobierno norteamericano, en este caso por el presidente Jimmy Carter, por utilizar motores de ese origen. La adquisición de media docena de FMA IA-58 Pucará y una cantidad igual de entrenadores avanzados Pilatus PC-7U Turbo Trainer en las décadas de los 80 y 90, respectivamente, significaron el principio y fin de lo que sería la renovación del material de combate de la Fuerza Aérea Uruguaya. Desde entonces se han buscado alternativas varias, siendo el Northrop F-5 Tiger en sus infinitas variantes el Santo Grial que eternamente buscó la FAU y nunca pudo conseguir.
En la actualidad, luego de decenas de años utilizando los mismos medios, la FAU cuenta con apenas un puñado de A-37B Dragonfly que componen la espina dorsal de su capacidad bélica, con los IA-58 Pucara dados de baja y los PC-7U Turbo Trainer resumidos a tres o máximo cuatro unidades operativas. La eterna búsqueda del reemplazo ideal sigue en pie, con múltiples gobiernos de todos los colores y orientaciones políticas prometiendo mejoras que no llegaron y aspirando a lograr algún día recuperar algunas de las capacidades perdidas en el tiempo.
La situación actual, con una pandemia mundial afectando seriamente a las economías de todos los países, pero mucho más a pequeñas naciones como Uruguay, hacen muy difícil emprender la gran inversión necesaria para recuperar, aunque sea parcialmente, las capacidades militares de la fuerza. El actual gobierno se ha comprometido a buscarle soluciones a esta problemática y ya ha comenzado a dar algunos pasos que demuestran esa voluntad: se han adquirido dos Lockheed Martin KC-130H Hercules de segunda mano a España y se están realizando gestiones para lograr reemplazar o reforzar algunas unidades más de la FAU.
En ese sentido, se analizan opciones para adquirir más helicópteros biturbina, para reemplazar a los ubicuos Bell UH-1H Iroquois que acaban de cumplir 50 años de servicio en Uruguay, adquirir más CASA C-212 Aviocar y, posiblemente, Beechcraft B-200 Super King Air de segunda mano para el Escuadrón Nº 3 de Transporte, ver una solución a largo plazo para reemplazar a los A-37B y -tal vez- complementar a los PC-7U con más unidades o directamente adquirir un vector nuevo que los reemplace.
Como reemplazo de los A-37B, la FAU ya ha definido que el vector ideal seria un LIFT, con capacidad de combate y entrenamiento, supersónico y con radar. Hay varias opciones que están siendo manejadas, lideradas por Leonardo con su M-346, seguidos por Rusia con el Yak-130 y China con al Hongdu L-15.
Si bien estas tres aeronaves nuevas están entre las mas codiciadas por la FAU, el Aero L-159 Alca y algunas opciones de segunda mano de otros países, podrían estar sobre la mesa siempre y cuando los costos de adquisición, pero sobre todo los de mantenimiento y operación, sean viables para Uruguay. En este último punto, el Gobierno ha aclarado en múltiples oportunidades que lo que se está buscando es una aeronave que, más allá del costo de adquisición, se mantenga operativa por varias décadas y con costos operacionales reducidos.
Únicamente el tiempo dirá si esta meta se realizará o pasará a formar parte de la larga historia de proyectos y planes que quedaron por el camino para la Fuerza Aérea Uruguaya.