El nuevo concepto de la futura Brigada 2035 está poco a poco cogiendo forma a través de la definición de las distintas funciones de combate. En el área de fuegos, el Ejército apuesta por dotar a sus unidades de apoyo de un sistema de artillería-cohete con un alcance de entre 100 y 120 kilómetros.
La adquisición de un lanzador de cohetes es una de las prioridades de Tierra desde la retirada en 2011 del sistema Teruel de fabricación nacional. Ahora, la necesidad de recuperar esta capacidad aparece recogida dentro del proceso de planeamiento de la Fuerza Terrestre del futuro.
Sobre esta cuestión, la OTAN comunicó recientemente a los países aliados que deben adquirir nuevos sistemas de cohetes o modernizar los que están en servicio. Por su parte, España ha explorado las opciones que ofrece el mercado e incluso comprobó sobre el terreno el funcionamiento de plataformas como el Astros 2020 de Avibras durante una visita de una delegación del Ejército a Brasil.
En la actualidad, el programa está pendiente de la aprobación definitiva por parte del Estado Mayor de la Defensa. Con la retirada del Teruel, el plan inicial preveía la llegada de un Sistema Lanzador de Alta Movilidad (Silam), diseñado sobre la base tecnológica del Himars (High Mobility Artillery Rocket System) estadounidense.
Los apoyos de fuego se completarán con morteros de 120 mm con alcances de entre 10 y 15 km y con artillería-cañón 155 mm de un alcance máximo de 50 km, según explica el Ejército en su boletín Tierra. En este caso, el Mando de Artillería ya tiene operativos sistemas de armas de estas características, si bien habría que acometer procesos de actualización, sobre todo, en el caso del obús SIAC de 155 mm, desarrollado por Santa Bárbara Sistemas.
Las futuras soluciones deberán disponer de autonomía topográfica y balística, integrando las capacidades de posicionamiento, orientación y cálculo de datos balísticos. El objetivo es flexibilizar sus despliegues y empleo, incrementar su capacidad de supervivencia en el campo de batalla y reducir estructuras en las unidades de apoyos de fuego.
Dentro de la nueva Brigada 2035, dos de los principales requisitos del sistema de fuegos serán el alcance y precisión adecuados a los medios que apoyan. El Ejército destaca que "la creciente relevancia de las municiones de precisión guiadas con GPS obligará a reducir aún más el error en la localización de un objetivo para este tipo de municiones".
Y añade: "La disponibilidad de una amplia variedad de municiones no letales (humos, aerosoles, fibras de carbono…) permitirá aumentar los efectos a alcanzar en escenarios en los que, por razones de distinta índole (legal, política o social) no sea posible o conveniente el empleo de municiones letales".
Las municiones de precisión permitirán reducir los daños colaterales en conflictos donde se impone el combate en áreas urbanas, al tiempo que se reduce el impacto en la logística.
La munición exploradora, conocida como loitering, admitirá abortar la misión si el objetivo no es detectado o las condiciones para el ataque no son las adecuadas, mientras que el empleo de energía electromagnética con propósito ofensivo requerirá de sistemas avanzados, que puedan desarticular las comunicaciones del enemigo cuando sea necesario. Esto último implica el empleo de perturbadores ligeros en apoyo a las pequeñas unidades.
Tierra asimismo apunta que "en el ámbito del mando y control las unidades de fuego indirecto deberán estar eficazmente integradas en las organizaciones operativas, contribuyendo así a generar un amplio abanico de efectos, con riesgos mínimos de fratricidio o daño colateral. De aquí, la necesidad de integrar el sistema constituido por sensores, sistemas de armas y elementos de mando y control en lo que se conoce como fuegos en red".