¿Cómo invertirá España más en Defensa? Esta es la gran pregunta. En la última semana, el Gobierno de coalición, sus socios parlamentarios y los partidos de la oposición han tomado posiciones, algunos de forma bastante ambigua, sobre el aumento presupuestario, sin entrar en los mecanismos o fórmulas para incrementar la inversión.
Las declaraciones de ministros, portavoces parlamentarios y del propio presidente del Gobierno señalan el camino, pero no despejan las dudas. Desde el Ejecutivo evitan dar detalles y la incertidumbre predomina por el momento. El foco está puesto desde este jueves en el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que inicia una ronda de contactos con las formaciones políticas -todas, excepto Vox- con el objetivo de recabar apoyos y dar a conocer su nueva hoja de ruta. Sánchez, de momento, solo ha reconocido que es el momento de acelerar para alcanzar el 2% del PIB antes de lo previsto en 2029. "Les explicaré a los españoles cómo y cuándo", apuntó el presidente del Gobierno este mismo miércoles.
A pesar del incierto escenario político, ese incremento de la inversión es posible. El Gobierno español tiene diferentes caminos para llegar a la meta del 2% del PIB en Defensa cuanto antes.
-Un acuerdo parlamentario. La vía más rápida para aumentar el presupuesto pasa por un acuerdo en el Congreso de los Diputados por los partidos, que a día de hoy parece lejano. Las dos principales formaciones políticas, PSOE y PP han remarcado los últimos días la necesidad de un pacto de Estado en Defensa, pero en el momento actual parece que pesan más otros temas que poco tienen que ver con el sector. Ese gran pacto sería el primer paso a iniciativas legislativas para un incremento real y sostenido, como la Ley de Financiación de la Defensa que blindaría la inversión de forma plurianual, más allá del Ejecutivo de turno. La compleja aritmética parlamentaria y la dependencia de múltiples socios en un Gobierno. que internamente no tiene tampoco una posición común, dificultan este camino.
-Partidas de otros ministerios. La otra opción, sin presupuestos nuevos o acuerdo político, es continuar con el modelo actual. Otros ministerios contribuyen directa o indirectamente a la inversión en Defensa. Es el caso de Industria que adelanta fondos para los desarrollos tecnológicos de grandes programas como el VCR 8x8, la fragata F-110 o el caza Eurofighter. En el presupuesto de 2023 -vigente todavía- esa partida asciende a 1.600 millones de euros y de cara a nuevos presupuestos el plan es que aumente. Departamentos como Ciencia o Exteriores también dedican partidas más pequeñas a la I+D militar y a organizaciones internacionales de Defensa.
Además, a través de acuerdos con otros ministerios, el departamento que dirige Margarita Robles ha recibido en los últimos dos años más de 500 millones de los fondos europeos Next Generation postcovid, asociados al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, para poner en marcha proyectos de transformación digital. Hay que recordar que, en un contexto geopolítico muy diferente la Unión Europea y los estados miembros, acordaron que los programas puramente militares no podrían ser financiados con estos fondos.
-El Fondo de Contingencia y los créditos extraordinarios. El Gobierno también ha tirado los últimos años, ante la falta de apoyos parlamentarios, de transferencias de crédito a Defensa por parte de Hacienda y del Fondo de Contingencia, el mecanismo utilizado tradicionalmente para cubrir los gastos ocasionados por las misiones de las Fuerzas Armadas en el exterior. Con estas vías, el Ejecutivo de coalición ha esquivado el Congreso de los Diputados. Pero la realidad, es que los créditos y, sobre todo, el Fondo de Contingencia, tiene un límite y no permiten acometer un incremento sustancial acorde al nuevo escenario europeo.
El concepto de Defensa y Seguridad. El Gobierno español además busca redefinir el concepto de Defensa y apuesta por "un punto de vista más amplio" que incluya proyectos o partidas asociadas hasta la fecha a la Seguridad. No existe una regla clara sobre lo que es inversión en Defensa, y lo que al final provoca la típica desviación en los porcentajes según el organismo encargado de las estadísticas. Las cifras oficiales del Gobierno nunca coinciden con las que da por ejemplo la OTAN o el instituto sueco Sipri. El ejemplo que siempre aparece es el de las pensiones militares que la Alianza Atlántica si tiene en cuenta, por norma general, como inversión en el porcentaje final. El redefinición del concepto abre la puerta a engordar el presupuesto con partidas destinadas a la nueva Ley de Ciberseguridad o a la estrategia de Inteligencia Artificial. Este maquillaje de las cuentas permitiría incrementar la inversión sobre el papel, si bien no tendría grandes efectos sobre las capacidades militares.
-Los fondos europeos. El plan para rearmar europea anunciado por Ursula Von del Leyn es la otra vía para invertir más en Defensa. Si bien, no soluciona el problema en el caso de países como España, a la cola, que deben tomar medidas a corto plazo. La medida estrella, la activación de la cláusula de escape de las reglas de déficit y deuda, para que no computen en Defensa, conlleva en la práctica que los países realizan un esfuerzo en sus presupuestos nacionales por encima del 1,5%. España no llega al 1,3%, con las cuentas públicas prorrogadas por segundo año consecutivo.
Dejando al margen las cifras anunciadas, Europa debe decir cuanto antes qué capacidades quiere potenciar y cómo se financiarán. En ese tira y afloja están ya la Comisión y los estados miembros. Y las negociaciones serán largas. A falta de concretar las condiciones, España está en el grupo de países que da la bienvenida a los préstamos -por un valor de 150.000 millones- pero que quiere ir más allá con "subsidios", tal y como explicaba Sánchez esta misma semana. El presidente del Gobierno también insiste en que la seguridad y la defensa son "bienes públicos europeos" que deben ser financiados.
En esta línea, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, defendía en Bruselas un modelo similar al post pandemia para la Defensa con préstamos pero también "un elemento de transferencias" a corto plazo. Una idea que no terminan de ver todos los países. España asimismo apuesta por dar un mayor protagonismo al Banco Europeo de Inversiones (BEI). Lo que al final decidan los países de la UE marcará en buena medida los planes a medio y largo plazo a nivel nacional.