La vida a bordo del submarino S-81: semanas sin wifi con minúsculos camarotes y dos duchas para 43 marinos
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La vida a bordo del submarino S-81: semanas sin wifi con minúsculos camarotes y dos duchas para 43 marinos

Infodefensa.com ha recorrido por primera vez el interior del Isaac Peral y conversado con la dotación del buque
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La de submarinista es una profesión extremadamente dura. Dentro del tubo, el nombre que utilizan en la Armada para referirse al submarino, no hay comodidades, tampoco intimidad. Infodefensa.com ha tenido la oportunidad de charlar con la dotación del S-81 Isaac Peral y conocer cómo es el día a día a bordo durante la reciente visita a la Flotilla de Submarinos, situada en el Arsenal de Cartagena

El recorrido por las entrañas del primer sumergible de la serie S-80, junto con los testimonios de la tripulación, permite entender mejor, y valorar un poco más, la vida dentro del submarino. La austeridad es una de las primeras palabras que hay que interiorizar al bajar por la escotilla. El único que tiene un camarote propio es el comandante del buque, de unos tres metros cuadrados. El resto de la dotación descansa, cuando la actividad lo permite, en modestos habitáculos mixtos para seis personas, con literas de tres a cada lado -donde no se puede dormir con las piernas estiradas-. En medio, un pasillo de menos de medio metro que da acceso a pequeñas taquillas con espacio para dos uniformes al completo y poco más. 

La dotación del Isaac Peral, formada en la actualidad por 43 marinos, comparte dos duchas y tres retretes. Una sala de descanso con una mesa y la cocina, compacta pero con todos los utensilios necesarios, completan la cámara en la que la tripulación pasa el poco tiempo libre, entre turno y turno.

En el interior del tubo, cada uno tiene una misión muy clara -todo está entrenado hasta la perfección y calculado al milímetro-; en el exterior, un entorno hostil rodea al buque, agua y más agua que presiona al casco resistente. Las misiones pueden durar semanas, hasta incluso un mes.  "Hay que tener una vocación especial", resume el capitán de navío Pedro Márquez de la Calleja, jefe de la Flotilla, de la Base y de la Escuela de Submarinos. 

El submarinista -continúa-, cuando entra por la escotilla, deja fuera los problemas y también el orgullo y los egos. Cada miembro de la tripulación forma parte de un complejo engranaje que no puede fallar. "Hay que ser humilde, reconocer las carencias y ponerse en manos de los demás", resalta. 

Sin Instagram o Facebook

Márquez insiste especialmente en este punto: "El yo, me, mi, conmigo no vale aquí, la vida de uno depende de los demás". A bordo del S-81, a decenas, y en ocasiones, cientos de metros de la superficie, tampoco hay móvil. La desconexión es total durante días o semanas. El teléfono no vibra en el bolsillo con las notificaciones y nadie espera llamadas. "No hay wifi, ni Instagram, ni Facebook, ni TikTok ... Dentro del tubo no sabes qué pasa fuera", destaca el jefe de la Flotilla. 

Cualquier persona de a pie duraría muy poco en este mundo. Dentro de la propia Armada, explica Márquez, resulta muy difícil, por no decir imposible, sacar a un marino de una fragata y meterlo en un submarino. Nadie aprende de la noche a la mañana; el proceso para formar a un submarinista es largo y complejo. El adiestramiento, ya de por sí clave, cobra una importancia vital para garantizar el éxito de la misión y también la respuesta en caso de un incidente. "No hay segundas oportunidades en un submarino", repiten los que han estado a bordo, una frase que también está marcada en rojo en el manual del submarinista. 

 

El verbo conciliar, tan extendido hoy en cualquier trabajo, no es fácil de conjugar a bordo de un submarino. La dotación permanece prácticamente aislada del mundo durante días. Existe un protocolo, que conocen las familias y la dotación, para comunicar determinadas noticias durante el transcurso de la misión. La información debe llegar al interior del buque muy medida a través de email a un correo, al que no es posible adjuntar fotos, que gestiona normalmente el comandante de la tripulación. Si es necesario, en caso de enfermedad o por otra circunstancia, es posible extraer en alta mar con la ayuda de un helicóptero a un miembro de la tripulación y evacuarlo a tierra firme.

Pero, al final, el compañerismo y la camaradería suplen la falta de comodidades y la ausencia de contacto con el exterior. Algo en lo que coincide cada miembro de la tripulación, desde el comandante hasta el cocinero.

Personal 

Los submarinos S-80 de la Armada están diseñados para ser operados por 40 personas, de las que 33 ocupan puestos de guardia a tres vigilancias (11 por cada vigilancia) y siete se encuentran permanentemente disponibles; el comandante, el segundo comandante, el jefe de operaciones, y el personal de cocina y radio. No obstante, para hacer frente a las vicisitudes del personal -conciliación familiar, cursos, comisiones...- la dotación del S-81 Isaac Peral está compuesta en total por 53 personas, los citados 43 y diez más, con la siguiente distribución por escala y sexo: oficiales, 9 hombres; suboficiales, 19 hombres y 2 mujeres; y tropa, 18 hombres y 5 mujeres. 

 

 

 



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