Dilemas, interrogantes y desengaños en la industria de defensa naval
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Dilemas, interrogantes y desengaños en la industria de defensa naval

Acto de puesta de quilla de la quinta corbeta para Arabia Saudí. Foto Navantia
Puesta de quilla de una corbeta saudí en el astillero de Navantia en San Fernando. Firma: Navantia
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¿Existe Navantia para construir buques como la F110, o construimos buques como la F110 porque existe Navantia? A este dilema que escribe el almirante Rodriguez Garat en su libro Tambores de Guerra en el contexto de la necesidad que tienen las naciones por igual en seguridad, por un lado, y en riqueza, por otro, responde él mismo que hay una única respuesta posible: ambas son ciertas. En este sentido me gustaría añadir, que no corregir, algunos comentarios al almirante con todo el respeto, pero, aprovechándome de que es mi primo.

Es cierto que la existencia de Navantia como empresa pública es lo idóneo para que España, su industria de defensa nacional y concretamente la naval, tenga las capacidades necesarias para construir sofisticados y avanzados buques de guerra como son la F110 o el submarino S80 para la Armada como parte de la defensa nacional. Es una cuestión de autonomía estratégica, y es necesario añadir que, precisamente porque existe este avanzado astillero nacional, la Armada tiene un consultor estratégico para que el organismo correspondiente del Estado Mayor de la Armada (EMA) pueda estudiar junto a ellos y definir con prospectiva, las capacidades necesarias, requiriendo del astillero las tecnologías más avanzadas, más allá del estado del arte. Algo que además de avanzado sea incluso disruptivo y que pueda tener largo recorrido. En definitiva, existe Navantia, es necesaria y además es el contacto de la Armada para definir sus capacidades.

Como marino, como asesor de defensa y naval, y como observador y conocedor de las bases de la industria de defensa, en particular la naval, pienso que habría que añadir otros actores al dilema y contestar a interrogantes que los que estamos y colaboramos con pequeñas y medianas empresas nos hacemos y tiene que ver con el título del artículo respondiendo a otras formas de visión del dilema.

¿Existen en España el conjunto de astilleros primes, midcaps y pymes navales auxiliares para poder construir buques de guerra avanzados como la F110 o el submarino S80, o, diseñamos y promovemos buques avanzados porque existen y para que existan grandes astilleros, midcaps y pymes navales nacionales?

Obviamente la primera parte se puede responder taxativa y afirmativamente, que sí, España tiene un gran astillero público, Navantia, y una gran industria naval auxiliar que pueden diseñar y desarrollar productos avanzados de acuerdo con las necesidades de la defensa. Pero, y por eso mi cambio en el dilema inicial, añadiendo el "para que" junto al “porque”, es que está claro que la segunda parte del dilema lo promovemos y hacemos porque existen. También hay que responder al “para que” existan, como decía; es una cuestión estratégica y seguro que, sea quien sea el que defina la política, siempre habrá una determinación de que sigan existiendo y operativos para mantener la autonomía nacional. Y, para eso, hay que darles trabajo y tener siempre referencias nacionales, si bien, es verdad que a veces se piensa mucho más en los condicionantes políticos-económicos de mantener una industria nacional, que realmente en las necesidades y condicionantes operativos. Me explico.

“La Estrategia Industrial de Defensa (EID 2023) establece criterios y directrices tanto para la priorización de capacidades industriales estratégicas como para la definición de la estructura industrial de los programas de defensa. La importancia de esta EID 2023 reside en que estos criterios y directrices ofrecen un contexto de certidumbre y visibilidad a la Base Industrial y Tecnológica de Defensa (BITD), informando procesos y estableciendo referencias claras para la obtención y desarrollo de las capacidades de defensa, ya sea a través de desarrollos nacionales, cooperativos o compras directas”. También en su visión determina que, “…por un lado, la de aportar valor a la seguridad y defensa nacional, mostrando excelencia en la gestión de los presupuestos puestos a disposición de la defensa, y por el otro, fortalecer y consolidar la industria de defensa nacional potenciando las capacidades industriales con amplia capacidad de exportación, reforzando la cooperación internacional y aumentando el apoyo exterior a la industria”.

Visto esto, admitiendo la enorme importancia de la existencia de un avanzado y perfectamente dimensionado astillero nacional que además es público, y una industria auxiliar naval y armamentística potente, existen ciertos interrogantes en los que creo necesario entrar. 

Así, en relación con los proyectos y programas navales nacionales, lo que vemos muchas veces, o al menos es mi percepción particular y también de la gente de mi entorno, es que si bien es necesario de acuerdo con la EID priorizar a la industria nacional, también es verdad que siempre hay una parte de necesidades que no cubre o no hay disponibilidad en la industria nacional que se solicitan a la industria internacional, prioritariamente UE y Estados Unidos. 

Lo normal, aunque, por otra parte, también vemos que muchos de los programas en desarrollo nacionales están formados por programas y proyectos tecnológicos basados en I+D+i que, en ocasiones, no llegan a tener el estado de madurez TRL necesario en el plazo que se ha determinado. Me refiero a la necesidad de disponer de esas capacidades definidas ya listas y que tengan una operatividad válida y demostrada en un plazo determinado, como, por ejemplo, en un programa, lo que llevará a los consecuentes retrasos en las entregas. 

Si a eso se le suma la velocidad meteórica de desarrollo de nuevas y disruptivas tecnología aplicables a los programas durante su desarrollo, que suponen mejoras, obviamente, en muchos casos, si se decide actualizar, hay que llevar a cabo las oportunas revisiones de diseño y cambiar las arquitecturas, pudiendo producir también retrasos añadidos.

También ocurre que, en un momento determinado, surgen unas necesidades operativas urgentes, algo requerido en el mínimo plazo posible para hacer frente a una amenaza, lo que afecta normalmente a plataformas operativas pero que es necesario actualizar, me refiero normalmente a equipos y sistemas para esa plataforma. 

Siguiendo las guías de la EID es obvio que, si la industria nacional dispone ya de esa tecnología y esos equipos y sistemas para montarlos en una plataforma en el mínimo tiempo posible, es la propia industria nacional junto al plataformista los destinatarios de la licitación, pero surge a menudo que no hay esa disponibilidad a nivel nacional, entonces, sin duda, debe de buscarse en la industria internacional, prioritariamente europea, que pudiera aportar una solución inmediata ya operativa y probada.

Concluyendo, creo que el asunto de entregas y fechas deben de ser una prioridad para determinar las necesidades y concretar las capacidades, y si las capacidades tienen una fecha determinada por las necesidades, habría que investigar el mercado y en su caso, comprometer a toda la industria, nacional e internacional, con antelación para que las plataformas, sistemas y equipos estén probados y operativos en la fecha prevista. Lo demás son retrasos y prisas que pueden llegar a desengaños y decepciones.



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