La historia de Cetme y de sus fusiles (I)
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La historia de Cetme y de sus fusiles (I)

Fusil Cetme modelo C
Fusil Cetme modelo C
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Artículo extraído de la Academia de las Ciencias y las Artes Militares (Acami), dividido en dos partes para su publicación en Infodefensa.com por su extensión

Durante la contienda civil española se movilizaron recursos, se trasladaron fábricas para alejarlas del frente y se improvisó en casi todos los campos. A partir de 1939 se retomó la idea de potenciar la industria para autoabastecerse debido al embargo internacional. Años más tarde se creó el Instituto Nacional de Industria con la misma idea de Azaña del Consorcio de Industrias Militares, aunque con una serie de ramas civiles. En la actualidad, la gestión de la industria militar española ha supuesto el cierre o privatización de casi todas las fábricas estatales y el desmantelamiento de capacidades estratégicas, pues el tejido industrial militar ha sufrido las consecuencias de políticas erráticas y poco ambiciosas. Se ha transferido la responsabilidad a la iniciativa privada en suministros esenciales para mantener las capacidades de las Fuerzas Armadas y se admite la libre competencia extranjera sin apoyos expresos a lo nacional.

Tras la Guerra Civil, de la creación del INI se encargó el marino militar Juan Antonio Suanzes Fernández, quien fue su director desde 1941 hasta 1961. El objetivo estratégico, recogido en su ley fundacional, era reconstruir y dar impulso a la economía española –desde una visión muy particular de la economía– con el fin de encauzar y poner en marcha las inversiones precisas para la industrialización del país, atender las necesidades de la defensa nacional y financiar grandes proyectos industriales. Como era de prever, las actuaciones el INI se regían por criterios políticos, como fue el caso de las cortapisas que puso al establecimiento de la privada Barreiros con el fin de que no perjudicase a la empresa del grupo público Enasa.

Dada la escasez presupuestaria, los objetivos fundamentales se centraron en la maximización de la cantidad producida y no en la mejora de la rentabilidad, razón por la que los costes de producción y sus precios se movían muy por encima del mercado internacional. Las empresas del grupo gozaron de grandes ventajas respecto al sector privado a través de incentivos fiscales, arancelarios, cambiarios y financieros.

Con la apertura de la economía española al comercio internacional y especialmente a la Comunidad Económica Europea, el INI fue perdiendo sentido y sus empresas se fueron privatizando a lo largo de los años 80. En 1992 se autorizó al INI a constituir una sociedad anónima, a la que el Instituto aportaría la totalidad de su capital de las compañías en las que aún participaba. La nueva sociedad anónima quedó constituida el 4 de julio del mismo año, con el nombre de Teneo. 

Actualmente se denomina Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) y se ha deshecho de prácticamente todas sus participaciones industriales, salvo algunos casos como Radio Televisión Española. Durante su existencia, se establecieron grandes empresas como Seat, Endesa o Ensidesa y otras muchas dedicadas a la producción de hierro, acero y aluminio, así como a la industria petroquímica.

En 1949 el INI creó el Centro de Estudios Técnicos de Materiales Especiales (Cetme), encargado de la investigación y desarrollo del armamento; en 1960 las fábricas militares dependientes del Ministerio del Ejército se agruparon bajo la dirección de la Empresa Nacional Santa Bárbara de Industrias Militares (Ensab), con la misión de mantener la fabricación y comercialización de las armas y municiones destinadas a las Fuerzas Armadas españolas y, en la medida de lo posible, a la exportación.

El primer presidente de Ensab fue el general José María López Valencia. Su trayectoria le llevó desde la Subsecretaría del Ministerio del Ejército a ser procurador en Cortes, consejero del Instituto Nacional de Industria y, finalmente, a la gerencia de la empresa pública recién constituida. Las fábricas, hasta entonces regidas por artilleros e ingenieros de armamento, fueron «civilizándose», pasando los militares que así lo solicitaron a ocupar puestos de «carácter militar» en la empresa. De esta manera, las vacantes en las fábricas eran equivalentes a los destinos de la estructura del Ejército o del Ministerio de Defensa cuando se creó (1977). 

Con el tiempo, algunas vacantes pasaron a ser de «interés militar», perdiendo la posibilidad de mantener una carrera profesional en el Ejército. Como consecuencia, el número de militares en las fábricas de Ensab fue disminuyendo paulatinamente hasta su práctica desaparición a principios de este siglo. Los que quisieron continuar tuvieron que hacerlo solicitando la excedencia voluntaria. En 1981 Cetme se convirtió en sociedad anónima dependiente del INI, con capital social y personalidad jurídica propia. El organismo tenía por objeto desarrollar y mejorar el armamento ligero, las municiones, equipos para armado de vehículos, sistemas electrónicos, pólvoras, artificios, explosivos, así como los procesos de fabricación e industrialización de sus desarrollos. 

Su sede se situó en unas naves de la calle Julián Camarillo de Madrid, con un departamento químico en la calle General Aranaz, que en los 80 se trasladó a Paracuellos del Jarama (Madrid). Cetme y Santa Bárbara se fusionaron en 1984. En aquel año, Ensab disponía de dos fábricas de armamento ligero, dos de cartuchería y espoletas, dos de armamento pesado (artillería y carros de combate) y dos de pólvoras y explosivos.

A principios de los años cuarenta del siglo pasado, recién iniciada la SGM, los fusiles militares se basaban en diseños con muchos años de antigüedad. Todo el esfuerzo innovador se volcaba en la aviación y los submarinos, pero el fusil de combate no parecía recibir mejora alguna. La aparición del subfusil (un arma
automática y ligera), trató de satisfacer de alguna manera las nuevas necesidades que la guerra apremiaba; de esa necesidad nació la idea de diseñar un fusil de asalto capaz de sustituir a los viejos Máuser en servicio por armas más modernas y automáticas. En el bloque soviético surgió el famoso Kalashnikoff (1947). Ametralladoras como la americana Gatling, la española Alfa o la alemana MG 42, parecían marcar el futuro de las armas automáticas en los escenarios de combate. El fusil de asalto Cetme 7,62 x 51 mm NATO deriva del fusil de asalto alemán STG-44 (STurmGewehr 44) desarrollado por la compañía Máuser en 1944. Con el final de la guerra y la derrota alemana, algunos técnicos de Máuser se refugiaron en España. Uno de ellos, el doctor Ludwig Vorgrimler (1912-1983), fue el diseñador jefe del primer fusil de asalto español y sus derivados de acerrojamiento semirrígido por rodillos —mismo sistema que el de la ametralladora MG42 7,92 x 57 mm— del fabricante alemán Heckler & Koch, tales como el G3 y el MP5.

Tras la Guerra Civil española, se vio la necesidad de sustituir los viejos fusiles Máuser de 7,92 mm del Ejército. La orden cursada por el Estado Mayor al Cetme (cuyo acrónimo da nombre a sus fusiles) consistía en desarrollar un fusil de asalto análogo al STG-44 alemán y su evolución STG-45 desarrollados por Máuser en Alemania el mismo año de la derrota final del III Reich. Se le exigía un alcance eficaz de hasta 1000 metros (este alcance parece excesivo para un fusil de asalto, pues es difícil que un soldado pueda apuntar a esa distancia sin un visor especial).

Debía disparar tiro a tiro o en ráfaga, no rebasar una masa de 4 kilogramos ni el metro de longitud, disponer de algún sistema de apoyo tipo bípode, dotarlo de cargador con capacidad para 30 cartuchos y no sobrepasar un determinado impulso en boca (masa del proyectil multiplicada por la velocidad inicial, Imp = m x v0) para hacer posible una buena precisión incluso disparando a ráfaga (el tiro en ráfaga es incompatible con los conceptos de precisión y exactitud sin un afuste adecuado).

El primer fusil de asalto Cetme vio la luz en 1951. Se trataba del modelo A. Después se diseñaron varios prototipos que mejoraban aspectos como la cadencia, el alcance, la precisión y el tipo de munición. El primer prototipo databa de dos años antes y usaba el cartucho 7’92 x 40 Cetme prohibido por las convenciones de Ginebra, razón por lo que se optó por el calibre 7’62 x 51 de la OTAN. Una nueva evolución condujo al modelo B, capaz de disparar dos municiones: la 7’62 Cetme y la 7’62 OTAN. Incorporaba una bocacha apagallamas con la que se podían lanzar granadas, mejoraba el portafusil y montaba un culatín ergonómico además de un bípode. En 1958 se fabricaron las primeras unidades, que pasó a ser arma de obligada uniformidad en los ejércitos y la Armada. En 1961 se alcanzó el primer acuerdo con la empresa alemana Heckler & Koch que comercializaría el fusil como modelo G-3 tras ganar el concurso al fusil de Sig Sauer 510 G2 y al AR-10 G4 norteamericano. Entró en servicio en más de 30 países.

En enero de 1959, el Bundeswehr alemán adoptó oficialmente al Cetme como arma reglamentaria para sus ejércitos. Para poder fabricarlos, Alemania adquirió la empresa holandesa Nederlandse Wapen en Munitiefabriek (NWM) que tenía los derechos de producción y venta del Cetme fuera de España. Conseguida la licencia para producirlos íntegramente en Alemania, el gobierno otorgó el contrato a Rheinmetall y a Heckler & Koch, introduciendo variaciones como la mira giratoria. En ese momento, la marca Cetme desapareció de los modelos alemanes dando paso al HK G3.

El cartucho 7,62 x 51 mm NATO proporciona suficiente energía para que el sistema de retroceso de masas con acerrojamiento semirrígido por rodillos funcione con normalidad. No en vano, es el mismo sistema de la ametralladora alemana MG 42 de amplio uso en la GM II y en servicio durante muchos años en el ejército español.

El Cetmo modelo C entró en servicio en las Fuerzas Armadas españolas en 1964; antes de su fabricación se decidió estriar la recámara del modelo B para facilitar la extracción de la vaina y evitar interrupciones, se diseñó un alza de tipo librillo para distancias de 100, 200, 300 y 400 m (muy lejos de los 1000 m especificados por el Estado Mayor en principio), se incorporó una meseta para acoplar una mira telescópica (no era un adaptador tipo Picatinny, un accesorio utilizado en algunas armas con el fin de incorporar una plataforma de montaje estándar para accesorios tales como miras telescópicas, apuntadores láser, linternas, etc). Su nombre proviene del Picatinny Arsenal de Nueva Jersey, donde fue diseñado, y se le puso y adaptó un guardamanos perforado de madera. El mismo modelo C se denominó, sin pasar de la fase prototipo, modelo E, con la única diferencia de la sustitución de las piezas de madera, culata y guardamanos, por otras similares de plástico.

 



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