F-35 y cazas no tripulados, ¿y si Elon Musk tuviera razón?
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F-35 y cazas no tripulados, ¿y si Elon Musk tuviera razón?

El magnate sostiene que la guerra tradicional y sus medios son ya parte de la historia
F35 ejercito del aire
Caza F-35 en la base aérea de Los Llanos. Firma: Ejército del Aire y del Espacio
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El 25 de noviembre pasado, el magnate Elon Musk, líder del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental de Estados Unidos, en la euforia de la exitosa post-campaña electoral, publicaba en su red X (exTwitter) una acerada crítica contra el programa F-35 al que acusaba de "haber nacido defectuoso desde la fase de requerimientos, porque se exigía que hiciera demasiadas cosas para demasiada gente"; mencionando para ello problemas reales del programa como las instalaciones de las armas, los plazos de reparación y la ciberseguridad; a los que hay que añadir los conocidos del motor, que no él menciona. Continuaba diciendo: "Por eso se ha convertido en una cara y compleja combinación de todas las tareas, pero maestro de ninguna. El éxito no estaba entre el conjunto de las expectativas posibles". Desde luego no se le puede negar que en sus orígenes el programa fue bautizado como "uno para todos, bueno para ninguno".

Ante el evidente peso de esas afirmaciones, es preciso contraponer la evidencia que el F-35, en sus tres versiones, es el caza en activo del que se están produciendo un mayor número de unidades, por encima del J-10 chino que le sigue en la lista, y ambos bastante alejados del J-20 también chino. Aunque todos a mucha distancia de los 4.600 F-16 fabricados ya y que aún siguen resistiendo en la cadena de producción. Y en lo que respecta a los problemas técnicos, esperables para un programa tan complejo, no es extraordinario que un nuevo sistema experimente centenares de publicaciones anuales entre cartas y boletines de servicio, y modificaciones, que requieran intervenciones de mantenimiento o cambio de procedimientos. Por último, el F-35B es actualmente la única versión de caza embarcado que permite el despegue y aterrizaje vertical.

Pero donde Elon Musk ha dado un salto que me atrevería a calificar como cuántico; es más, yo diría interestelar, es cuando afirma que: "Los cazas tripulados están de todas formas obsoletos en la era de los drones, porque sólo conseguirán pilotos muertos".

Todo el mundo reconoce los éxitos de Tesla, de SpaceX, e incluso del fecundo en la generación de problemas X (ex-Twitter); pero nadie habla de los indudables fracasos que el magnate ha tenido que sufrir a lo largo del empinado camino a la cumbre, y que se pueden consultar en la red, de diversas fuentes solventes.

En mayo de 2017, iba yo con el próximo director de la NASA en un vehículo de alquiler, saliendo de la sede en París de la organización Simmad para el sostenimiento de las aeronaves de estado francesas, tras recibir el resultado negativo de un fracasado proyecto para la adquisición de la flota remanente de aviones Mirage F-1 de l'Armée de l'Air et de l'Espace. El entonces presidente de Draken Intl. a los 18 años ya era millonario gracias a un programa que todavía le sigue produciendo réditos y ante el disgusto por el mal resultado me confesó: "Yo llevo simultáneamente unos tres proyectos, de los que dos habitualmente terminan en fracaso, pero con el que triunfo, me produce suficientes rendimientos para compensar los otros dos y aún producirme beneficios netos".

Este porcentaje del 33% de éxitos/fracasos puede ser aceptable, incluso deseable, para el necesario avance basado en riesgos en el sector privado, pero en absoluto sería soportable en el sector público ¿Alguien puede imaginar una defensa en la que, desde el planeamiento, se asuma que se perderán dos conflictos de cada tres, incluso si el que se ganase fuera significativo? De hecho, los sucesivos fracasos, o éxitos parciales, del programa Space X, son en su entorno relativamente comunes, pero difícilmente asumibles en la estructura de un concepto estratégico.

Lo que, haciendo caso a Elon Musk, podría quedar en el alero no sería sólo el F-35, sino el más trascendente programa de caza de 6ª generación o NGAD, demorado por la USAF por retrasos en el desarrollo del motor, en tanto que la USMF ha decidido continuar con el motor del F-35 como solución interina. Entretanto, China sigue adelante con su J-36, y en la misma línea avanzan el GCAP liderado por UK y el franco/germano/español FCAS, así como Rusia con su Mig-41, todos agrupados por sus características anticipadas en la categoría de 6ª generación.

Pero no es sólo Elon Musk quien sostiene que la guerra tradicional y sus medios son ya parte de la historia, cuestionando con ello la participación del arma acorazada, e incluso todas las aeronaves y buques que serían reemplazados por la versión más letal de las armas no tripuladas: los misiles. Y todo ello basados únicamente en el conflicto de Ucrania, pero pasando por alto la evidencia de Oriente Medio. Es un ejemplo claro de la visión de tubo como la de las NVG, incomparable con la visión natural panorámica; y si no que se lo digan a los atletas luchando por la última centésima de segundo en la línea de meta. Pero para planear a medio y largo plazo hay que mirar a las actuales y potenciales amenazas, como China que acaba de adelantar en 10 años el desarrollo de su H-20.

Se podrá inventar todo lo posible/imaginable para alterar/interferir la misión de un UAV/UGV/USV/UUSV; pero aún no es posible y probablemente no lo será por mucho tiempo, entrar en la cabina de un caza en vuelo con un robusto sistema de C2, para influir en la ejecución de su misión por el piloto; como no lo será en un comandante en su puente de mando a bordo, en el jefe de carro o batería, o en el comandante de un bombardero, sin recurrir a la maligna acción de otro humano, como en el caso del piloto suicida de SwissAir.

El impacto mayor de la afirmación de Elon Musk sobre los cazas tripulados es que apunta directamente al corazón de las sociedades occidentales, especialmente sensibles a los factores económicos, pero, sobre todo, a cualquier opción que minimice los riesgos conscientes de pérdida de vidas humanas.

Hace años concluía mi presentación en Symdef sobre el futuro de la logística de defensa, interpretando una imaginaria bola de cristal; y suponía que, como los paladines en la Edad Media, un día puede llegar en que los conflictos se disputen en gigantescos potentes simuladores, con el acuerdo entre los dirigentes (y sus pueblos) de aceptar los resultados cualesquiera que estos fueran. Pero no parece que vayamos por ese camino, sino todo lo contrario; de forma que lejos de ese sueño idealista, hasta que pudiera llegar ese horizonte lejano, los conflictos seguirán siendo dirigidos por humanos, y lo que es al menos tan importante, disputados por humanos.

D. nos guarde de los visionarios en este negocio tan serio como es la Defensa Nacional.

 



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