Más de 170 drones kamikazes Shahed 136 lanzados desde distintas posiciones atacaron este fin de semana Israel con una efectividad inferior al 10 %, según Israel. Los drones que surcaron los cielos de Oriente Próximo durante la madrugada del pasado domingo fueron los denominados Shahed136. Estos sistemas, conocidos comúnmente por el sobrenombre de “ciclomotores voladores”, dado el ruido que emite el motor mono pistón de fabricación china que los propulsa, son producidos por la firma aeronáutica iraní Hesa.
Su diseño es extremadamente sencillo: tienen forma de ala delta, pesan aproximadamente 200 kilogramos, miden 3,5 metros de largo y 2,5 metros de envergadura. Además, al no equipar un sistema de ópticas externas y retransmisión de vídeo en tiempo real, no se pueden manejar de forma remota, por lo que, una vez introducidas las coordenadas GPS del objetivo, el despegue y la navegación hasta el punto de impacto se realizan de forma autónoma.
No obstante, a pesar de esta aparente sencillez, los Shahed pueden transportar ojivas explosivas de hasta 50 kilogramos, realizar ataques en un radio de 2.000 kilómetros desde el punto de lanzamiento, volar a velocidades máximas de 180 kilómetros por hora y mantener una altitud mínima constante de tan solo 60 metros, con el objetivo de pasar desapercibidos frente a los radares enemigos.
Nuevos desafíos para los sistemas de defensa aérea
Las primeras ofensivas por vía aérea con estos drones tuvieron lugar durante los primeros meses de la invasión rusa de Ucrania. Desde entonces, las Fuerzas Armadas de Rusia han utilizado estos sistemas bajo la denominación Geran-2 para atacar posiciones críticas como, por ejemplo, depósitos de armamento, centrales eléctricas, centros de inteligencia, acuartelamiento e, incluso, edificios residenciales civiles.
Los Shahed destacan por ser altamente efectivos contra una amplia variedad de objetivos, así como por su bajo coste unitario, muy inferior al de proyectiles convencionales de potencia similar. Teniendo en cuenta estas características, con una inversión mínima, los ejércitos pueden desplegar enjambres de forma masiva y lanzar ataques de saturación por oleadas contra las defensas enemigas.
Este nuevo enfoque ofensivo plantea nuevos desafíos desde el punto de vista defensivo para los sistemas antiaéreos existentes, que ahora deben ser capaces de repeler un alto volúmen de fuego, muy dilatado en el tiempo y proveniente de distintos puntos de forma simultánea.
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