A finales de 2023 el Departamento de Defensa de los Estados Unidos publicó su primera estrategia industrial de defensa (National Defence Industry Strategy, NDIS) que se ha difundido a principios de enero de este año. Toma como principal referencia la Estrategia Nacional de Defensa de octubre de 2022 que establece los principios sobre los que se fundamentará la política de Defensa norteamericana para la próxima década. La postura China, la agresión de Rusia a Ucrania y los desafíos transnacionales recomiendan mejorar las capacidades de lo que denomina el “ecosistema de defensa”, en el que se debe prestar especial atención a reforzar la capacidad de producción de la base industrial, el sistema de apoyo logístico y las cadenas de suministro.
La NDIS considera que una base industrial de defensa potente y moderna es un elemento básico para mantener una capacidad de disuasión creíble y, si está falla, para proporcionar a las fuerzas militares el equipamiento que necesitan en tiempo y forma para operar con eficacia en todo el espectro de los conflictos. Se afirma que una base industrial robusta es imprescindible para mantener la ventaja y la libertad de acción operativa. La industria de defensa es básica para sustentar las capacidades militares.
En el nuevo escenario, las tradicionales compensaciones entre costes, ritmo y cantidad de unidades que se realizaban en los programas de adquisiciones tradicionales ya no son válidas. Especialmente la guerra de Ucrania ha puesto de manifiesto que es necesario adquirir rápido cantidades importantes de sistemas y manteniendo los costes en unos niveles razonables. En la situación actual se necesita disponer de capacidades en el estado del arte, mientras se mejoran o se siguen adquiriendo sistemas convencionales en mayor volumen. La respuesta de la industria debe adaptarse al ritmo que plantea la demanda.
En ese contexto se reconoce que el Departamento de Defensa debe ser el primero en adaptarse, mientras facilita a su vez, la transformación de la industria para que pueda responder adecuadamente a las nuevas condiciones de la demanda. En ese sentido se indica que desde febrero de 2021 y hasta la promulgación de la estrategia ya se han comprometido casi 900 M$ para mejorar la producción industrial en cinco sectores estratégicos: capacidades cinéticas, microelectrónica, energía, fundiciones y forjados y materiales críticos.
El apoyo desde las instituciones a la mejora de procesos de fabricación es una necesidad prioritaria, como lo es la necesidad de promover la inversión en PYMEs que son esenciales para mantener la efectividad de las cadenas de producción y por tanto la seguridad del suministro. De acuerdo con el documento la llamada Joint Production Accelerator Cell (JPAC) ha dedicado 2000 M$. El Pentágono considera que debe mejorar la visibilidad que tiene sobre las cadenas de suministro en las que la participación de PYME locales ayuda a reducir vulnerabilidades.
La agilidad en la respuesta de la industria depende, entre otros factores, de estabilizar la demanda sobre parámetros diferentes. En los últimos 30 años los niveles de necesidades han sido modestos y fundamentalmente derivados, con carácter prioritario, de las necesidades que exigían las operaciones de baja intensidad. El paradigma actual ha cambiado, el volumen de necesidades es mayor y exige mayor rapidez de respuesta. Para ello la industria necesita estabilidad financiera y unos niveles de pedidos estables que permita asumir los picos de demanda cuando esto se produzcan. Como ejemplo la estrategia menciona la necesidad de mejorar la producción de munición de artillería de 155 mm con el objetivo de que tenga capacidad de entregar hasta 80.000 disparos por mes en el año 2025, lo que implica duplicar los niveles de producción actuales en los próximos dos años.
La modernización y adecuación de la base industrial debe considerar también la participación de nuevos actores tecnológicos, suministradores de servicios y entidades financieras. Además, es necesario mejorar las capacidades del Departamento de Defensa y del sistema de adquisiciones para agilizar la gestión y ayudar a la industria. Las capacidades de mantenimiento industrial orgánicas del Departamento deben adecuarse para ser más eficientes y recuperar algunas de las que se han perdido. Se menciona que el US Army contempla una inversión total de 4.500 M$ en los próximos 15 años para mejorar su sistema de apoyo logístico.
La NDIS, cuyo contenido se resume en el cuadro anexo, contempla cuatro áreas de prioridad: cadena de suministro, personal, sistema de adquisiciones y disuasión económica. Para todas ellas se fijan acciones concretas, resultados esperados y riesgos si estos no se consiguen. El conjunto de acciones planteadas debe permitir dar una respuesta adecuada a los desafíos actuales y que se resumen en los siguientes puntos:
Aunque la estrategia se establece para un periodo de entre 3 y 5 años, se plantea como una estrategia a largo plazo y estima que la adaptación de la base industrial a la nueva realidad necesitará una generación, como ocurrió con la transformación realizada tras la llamada “última cena” de 1993.
Con esa visión a largo plazo la estabilidad presupuestaria y la certidumbre financiera serán factores clave como lo serán también una administración eficaz y adecuadamente organizada con políticas que generen entornos de actuación favorables. En definitiva, la NDIS parece que comparte la opinión de alguno de los ponentes en el último foro Infodefensa que afirmó que el principal papel del nivel político que fija las estrategias debe ser no molestar. Y como han señalado algunos críticos con la NDIS, ni administración ni industria deben olvidar que el objetivo último es que las Fuerzas Armadas dispongan de equipo moderno y en cantidad suficiente para que puedan cumplir sus misiones.