(Infodefensa.com) G. Soriano, Madrid – Éste ha sido otro año de recortes en los presupuestos militares de los países occidentales en general. Hasta aquí, y sin entrar en detalle, no hay gran novedad respecto a los ejercicios precedentes. Pero hay una consecuencia de esa tendencia que en 2013 se ha sentido con fuerza: la pérdida de puestos de trabajo.
EADS, por ejemplo, ha anunciado este año que prescindirá de casi 5.800 empleados (cuenta con 140.000) desde ahora y hasta finales de 2016 por la necesidad, señalada por su consejero delegado, Tom Enders, de “mejorar nuestra competitividad en defensa y espacio
El otro gigante del sector en Europa, la británica BAE Systems también ha anunciado este año que casi 2.000 trabajadores de su división naval perderán sus puestos por la falta de contratos.
Y hay más, pero el gran sobresalto para el sector llegó este año con la activación en EE UU del llamado secuestro fiscal. Se trata de un mecanismo diseñado para saltar en caso de que republicanos y demócratas no se pusiesen de acuerdo en las medidas de control del déficit, algo que finalmente ocurrió en marzo, y que incluye un recorte de los gastos norteamericanos en Defensa de medio billón de dólares (cerca de 370.000 millones de euros) en la próxima década.
Pero mientras la Unión Europea se enfrenta a constantes recortes en sus presupuestos de defensa –los ha reducido un 23% en una década– y EE UU prevé las grandes rebajas derivadas de su secuestro fiscal, otros países del entorno se están escapando de la tendencia bajista que acucia al sector desde hace un lustro e incluso anuncian nuevos incrementos.
Países que se escapan
Destaca, por su importancia, Rusia, que ha anunciado que incrementará su desembolso en defensa un 18% el año próximo, y todavía más en los siguientes ejercicios. Japón y Australia, por continuar por los más lejanos, también han anunciado un punto de inflexión en sus recortes de los últimos años y están dispuestas a aumentar significativamente sus gastos militares en los próximos ejercicios.
En Europa pertenecen a este selecto club, de los países con presupuestos crecientes en Defensa, Noruega, beneficiada por su actividad petrolera; Polonia, en pleno proceso de modernización de su viejo arsenal soviético; Suiza, que ha anunciado un nuevo aumento de su límite de gasto ya aumentados un 7% este año, y Turquía, que, como Rusia, tiene un pie en Europa pero la mayor parte de su peso en la convulsa Asia. La evolución de estos países está bajo la mirada atenta de los gestores de la industria militar, singularmente ávidos de contratos en la coyuntura de crisis actual.
Ciberdefensa
Al margen de las ventas a estos países, junto a las exportaciones a los emergentes de Asia y América Latina, principalmente, la industria militar tiene una de sus nuevas oportunidades en el floreciente negocio de la Ciberdefensa, que ya genera al año más de 8.000 milones–. Gigantes como BAE Systems, Raytheon y Cassidian ya han dado importantes pasos en los últimos meses para arañar cuota en un sector bendecido con una “creciente importancia política y presupuestaria”, como recoge el SIPRI (Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo) en uno de sus informes internacionales sobre gastos en armamento publicados este año.
Cassidian CyberSecurity, división de seguridad informática de Cassidian, filial de defensa de EADS, reveló recientemente que el 77% de las empresas ya han sido afectadas por este tipo de ataques, y que el 23% restante es consciente, de un modo u otro, que acabará sufriéndolos.
Dentro de una década, la industria relacionada con la ciberdefensa generará al año un volumen de negocio de más de 14.500 millones de dólares, según el informe El mercado global de ciberseguridad 2013-2023 de la publicación ASD Reports.
Entre los ataques de este tipo sufridos este año en el ámbito militar destaca el robo la pasada primavera de diseños de algunas de sus principales armas por piratas informáticos presumiblemente chinos –entre ellas se incluían los del avión de combate F-35 Joint Strike Fighter, los del convertiplano V-22 Osprey y los del misil Patriot PAC-3–. La posesión por parte de China de estos documentos podría acelerar su desarrollo armamentístico y debilitar la ventaja de Estados Unidos en un conflicto, según distintos expertos.
La ciberguerra, por tanto, se ha convertido en una preocupación de primera fila para las fuerzas armadas más poderosas, que se sienten especialmente desprotegidas ante un peligro invisible y difícil de anticipar.
Aeronaves no tripuladas
Con la certeza de que el futuro está en los sistemas aéreos no tripulados, que ya son una realidad, además de continuar avanzando en proyectos determinados, como el del Neuron europeo, en el que participa España, los gobiernos están desarrollando el marco legal necesario para que el vuelo de estos aparatos sea compartido con el de los aviones convencionales Tanto EE UU, en vanguardia, como Europa, trabajan en ello. El avance en estas medidas resultara clave para aumentar el desarrollo de un sector que ya prevé generar más de 70.000 millones en la próxima década
Aviones de combate
Entre los sistemas más convencionales, destacan, por su cuantía y las implicaciones de sus desarrollos, los aviones de combate. En este ámbito, además del Rafale francés, fabricado por Dassault Aviation –pendiente principalmente de ultimar el contrato con India para 126 unidades por en torno a 10.000 millones de euros–, y del Gripen de la sueca Saab, que acaba de vender 36 unidades a Brasil, destacan el Eurofighter europeo y el F-35 norteamericano.
El proyecto Eurofighter, que voló su primer avión de serie hace diez años, entregó su avión número 400 a principios de este mes. Además, poco después alzó el vuelo por primera vez la versión Tranche 3 de este avión, la más moderna de sus tres fases de producción previstas.
Otros hitos alcanzados este año dentro de este programa, el mayor de adquisiciones militares de Europa, es el inicio de la integración de un radar de barrido eléctrico AESA y de un misil aire-aire como el Meteor, que ya ha sido integrado. Ambos desarrollos resultan claves para el mercado internacional, en el que se encuentran como principales candidatos a su adquisición Emiratos Árabes Unidos, Catar, Kuwait, Dinamarca y Malasia. Hasta el momento lo han comprado siete países: los cuatro socios del programa más Austria, Arabia Saudí y Omán, último en ordenar la fabricación de más ejemplares –una docena de unidades–.
Por su parte, el del F-35 es el programa militar más caro de la historia. Está liderado por Estados Unidos, pero también figuran como socios Turquía, Dinamarca, Italia, Australia, Holanda, Gran Bretaña, Noruega y Japón. En todo caso, estos países no están obligados a adquirir los aviones que están ayudando a desarrollar, sino que en general deben seleccionarlos en sus correspondientes concursos nacionales a los que también concurren otros modelos.
El aumento de costes es el principal motivo por el que casi todos los socios de este programa se han planteado de un modo u otro el recorte del número de unidades que inicialmente habían previsto adquirir, o incluso, en algunos casos, el abandono total del proyecto.
El temor de esos posibles abandonos, que aumentarían los costes y, por tanto, la posibilidad de más abandonos, se ha disipado en parte en los últimos meses con la confirmación de algunas compras previstas, como ocurrió recientemente en Holanda.
Según la estimación del Pentágono, los cerca de 2.500 F-35 que está previsto comercializar durante las próximas tres décadas conllevarán un coste total de 391.000 millones de dólares (unos 300.000 millones de euros), un 70% más respecto al coste estimado en 2001.
Un volumen enorme que coincide con unos tiempos recesivos en los gastos militares de los principales países de Occidente.