Capacidad industrial, libertad de acción y soberanía
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Capacidad industrial, libertad de acción y soberanía

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(Infodefensa.com) – El Consejo Europeo de los próximos días 19 y 20 de diciembre revisará de forma prioritaria el grado de avance de los tres objetivos que se fijaron en diciembre de 2012 para el desarrollo de la Política Común de Seguridad y Defensa de la Unión: mejorar la eficacia operativa en prevención de conflictos y respuesta a crisis, ajustar las capacidades de defensa a las necesidades futuras reforzando la cooperación, y fomentar la integración y competitividad de la base industrial de defensa europea.

Se trata de tres aspectos íntimamente relacionados que, a nivel europeo, deben, en definitiva, responder a tres preguntas: ¿Qué queremos hacer? ¿Qué podemos hacer? ¿Qué necesitamos? Voluntad política, capacidad militar e industria de defensa competitiva son los tres pilares que están detrás de cada una de esas cuestiones y que deben analizarse en paralelo y de forma equilibrada.

Con la finalidad de preparar la postura española ante el Consejo, en los últimos días se han desarrollado una serie de debates fundamentalmente centrados en el análisis de las capacidades industriales que se deben mantener para materializar nuestra contribución en el escenario europeo y, al mismo tiempo, asegurar nuestra soberanía y libertad de acción aprovechando las posibilidades que ese marco ofrece.

Bajo la dirección del Ministerio de Defensa, y con importante presencia de las industrias del sector, y participación de otros ministerios, se ha debatido sobre las capacidades industriales que deben considerarse estratégicas, la importancia de la capacitación tecnológica como motor del desarrollo industrial, el nivel de competitividad actual de nuestra industria y, finalmente, las posibilidades y mecanismos de financiación para su desarrollo. Básicamente se trataba de encontrar respuesta a las mismas cuestiones planteadas desde Bruselas, pero analizadas desde el punto de vista español, como contribuyentes necesarios para conseguir una Unión Europea más fuerte.

La respuesta a la pregunta de si la industria de defensa española es un activo estratégico parece evidente. Considerando el concepto de estrategia en sentido amplio, como lo hace la Estrategia de Seguridad Nacional, la industria de defensa no es sólo estratégica desde el punto de vista puramente de Defensa. La importante capacidad tractora sobre otros sectores, su nivel de competitividad, el volumen de empleo directo e indirecto que genera, y las posibilidades de contribución a la generación de riqueza, especialmente en algunas zonas, permiten asegurar que la industria de defensa es un sector estratégico desde los puntos de vista tecnológico, industrial, laboral y económico. Desde el punto de vista general se trata de un sector clave para el conjunto de la economía nacional que, evidentemente, constituye un soporte esencial para la actuación de las Fuerzas Armadas. Esta idea está reflejada en la Estrategia de Seguridad Nacional de mayo de 2013 que plantea la necesidad de fortalecer el tejido industrial de defensa mediante una mejor integración en el conjunto de las capacidades industriales, tecnológicas y sociales.

El marco europeo presenta oportunidades para su desarrollo, tal y como ha sucedido en el pasado. Pero también presenta algunos riesgos, puesto que puede plantear una deslocalización de los centros de decisión y producción. En ese marco España debe colocarse en una posición tal que permita asegurar su libertad de acción y mantener un determinado nivel de soberanía.

España ha mostrado su compromiso frente a crisis internacionales actuando en el marco de las organizaciones de las que formamos parte en colaboración con nuestros socios y aliados. Nuestra integración en el marco común europeo debe permitirnos seguir jugando un papel activo en cooperación y, si fuera posible, ejercer un mayor nivel de compromiso, pero no debe condicionar nuestra capacidad de actuar frente a situaciones específicas. Lo que queremos es, por tanto, mantener o incrementar nuestro nivel de compromiso internacional mientras garantizamos nuestra libertad de acción para responder de forma autónoma cuando sea necesario.

La situación geoestratégica española determina la necesidad de garantizar un mínimo de capacidades militares e industriales, que aseguren la disuasión, vigilancia y respuesta sobre los escenarios de interés prioritario. Desde el punto de vista industrial y tecnológico, las últimas tres décadas han supuesto una importante mejora de nuestra competitividad, que ha repercutido en el desarrollo económico general, y especialmente de algunas regiones que se han beneficiado de las inversiones atraídas por el mercado de defensa. Estamos en una posición notablemente mejor a la que teníamos a principios de la década de 1980, cuando se empezaron a desarrollar iniciativas de cooperación industrial que permitieron, posteriormente, una integración de nuestra industria en el marco paneuropeo, la potenciación de sectores industriales con una fuerte implantación y tradición en nuestro país, o el desarrollo de otros de alto nivel tecnológico. Tenemos capacidad de ingeniería, conocimiento tecnológico, posibilidades de competir en el mercado internacional y una fuerza laboral con experiencia y capacitación. Todo ello nos ha situado en un nivel internacional relativamente modesto, pero adecuado a nuestras posibilidades y que debemos garantizar y mejorar si no queremos convertirnos en meros clientes o proveedores de servicios.

Esa situación se ha alcanzado gracias a disponer de unos niveles de financiación que no han sido excesivamente gravosos para el conjunto de la nación, y que pudieran haber sido mayores, pero que han permitido una mejora de los sistemas de nuestros Ejércitos y, al mismo tiempo, una mejor capacitación de nuestra industria, la creación de puestos de trabajo cualificados y el desarrollo tecnológico. La caída del mercado interno afecta a nuestra operatividad militar y libertad de acción estratégica a medio y largo plazo, pero también a la adquisición de conocimiento y capacidad tecnológica, a nuestra presencia en los niveles de decisión multinacionales, a una deslocalización de lo que hemos conseguido y, en definitiva, a una pérdida de soberanía.

La financiación a medio y largo plazo es un factor esencial para consolidar no solo nuestra capacidad militar sino también nuestra capacidad industrial y tecnológica. Una mayor integración de la I+D+i de Defensa en el marco nacional y europeo aprovechando sus posibilidades duales y un planeamiento de necesidades realista en cooperación con la industria, junto con el establecimiento de mejoras en la financiación de forma transversal y no exclusivamente sobre la base del presupuesto de defensa, deberán permitir la consolidación del nivel industrial alcanzado como soporte básico para nuestras necesidades esenciales, y contribuir así a la recuperación económica y al bienestar de los españoles. Sólo con un enfoque integral y equilibrado de las posibilidades nacionales podremos contribuir al desarrollo de esa Unión Europea fuerte que deseamos.



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